Chilo Polillo

Chilo Polillo en el mercado

Chilo Polillo en el mercado

Por Máximo Cerdio

Jojutla, Morelos; 8 de abril de 2025. Daniel Durán Islas es lo más parecido a un tlacuache o a un ajolote. La chinga que le ha puesto la vida lo ha dejado medio chueco y espantado, pero continúa con su vida, con personaje Chilo Polillo y con su espectáculo.

Daniel tiene un secreto que pocos conocen, lo descubrió en las profundidades más hondas de la tristeza y el dolor, de donde pudo salir a rastras.

El domingo 6 de abril regresó a dar su espectáculo en la Plaza de Armas de la capital de Morelos, después de casi 5 años de ausencia.

Actuó para el público que andaba por ahí, en calidad de visitante, pero también para mucha gente que lo conoce y que todos los domingos y días festivos acudía a las escaleras del zócalo para distraerse un rato.

Más de 300 personas aplaudieron a Polillo, muchos ya lo conocían y llegaron a saludarlo y a divertirse, como en los buenos tiempos en que lograba reunir a más de 500 almas los domingos y días festivos.

Chilo se llevó el aplauso del público, su cariño y unos buenos pesos en la bolsa.

Quiso regresar a Cuernavaca, porque allí vive parte de su familia y porque, cuando vino por primera vez a la capital de Morelos, llegó a actuar en la Plaza de Armas.

Desde agosto de 1999, Chilo se presentaba allí todos los domingos y días festivos, su público lo seguía, era parte del paisaje urbano de la capital del estado, en la misma categoría que Pactú, el Señor del Silencio y que el Manchas, el perro solidario.

El payaso se las vio difícil. Durante todo este tiempo tuvo que realizar mil empleos para mantener a su familia, además, perdió a su hija y a su mamá.

En abril del 2020 se decretó en Morelos la emergencia sanitaria por el coronavirus y la prohibición de concentraciones de personas en lugares públicos, que incluyó desde luego el zócalo de la ciudad.

Chilo en Plaza de Armas5

Chilo en Plaza de Armas5

La contingencia terminó en mayo de 2023 y en ese lapso una gran cantidad de negocios cerraron definitivamente y a muchos comediantes se los cargó el payaso.

A Chilo el coronavirus se la pellizcó, de hambre no se iba a morir. Se fue al mercado y ahí estuvo anunciando ofertas con los puesteros, cabuleándolos, bromeando pesado con los cargadores y haciendo reír a la gente. Se llevaba unas monedas y también comida para sus dos niñas y su esposa.

Tiempo después regresó a sus viejos oficios de vendedor y promotor de ventas por varios lugares del territorio nacional, hasta que finalmente en 2023 lo llamaron a la Ciudad de México porque su mamá estaba enferma y debía cuidarla.

Daniel estuvo cerca de su mamá, quien falleció en febrero de 2024.

Esta pérdida y la de su niña lo sumieron en una depresión profunda muy fuerte. Muchos pensaron que ahora sí se lo iba a llevar la huesuda, porque ya no quería seguir cargando su esqueleto.

En la actualidad vive en la ciudad de México, trabaja actuando en la Alameda Central y da shows privados; su esposa, hija e hijo viven en Cuernavaca y se ven con mucha frecuencia.

Daniel Durán Islas nació en la Ciudad de México, en la colonia Morelos, que en la actualidad es la colonia Penitenciaria, de la alcaldía Venustiano Carranza, el 16 de septiembre del 1974.

Estudió hasta la secundaria y se dedicó a trabajar. La hizo de todo: fue tianguista, mozo, ayudante en una imprenta, repartidor d volantes, vendedor en una empresa en la cual llegó a ser supervisor y después coordinador.

Por ahí del año 1996 trabajaba como vendedor en Celaya, Guanajuato, con un amigo suyo llamado Pelos Tristes, al que llama su “maestro”, y para ganarse unos pesos más se subían a los camiones a “payasear”.

Daniel la hacía de patiño, pero poco a poco su maestro lo fue soltando para que comenzara a actuar ante un público tan exigente y exclusivo que, si no le gusta el show, te pega una patada en el culo y te baja.

Recordó que el 13 de marzo de 1996, Pelos Tristes lo llevó a su casa, lo puso frente a un espejo y lo comenzó a pintar. El corazón de Daniel latía con fuerza, la sangre le golpeteaba las sienes.

Cuando su maestro lo acabó de maquillar, lo paró frente a sí mismo y le hizo una pregunta que seguramente El Llanero Solitario le hizo a Toro, Batman a Robin o el Coyote al Correcaminos:

-¿Te quieres dedicar a esto? ¿Quieres ser payaso?

Y Daniel respondió, sin titubeos, algo de lo que estaba muy, pero muy seguro:

-No.

Y desde ese día se convirtió en payaso.

Se subía a los camiones y Pelos Tristes le preguntaba cómo se llamaba, y daba el nombre que se le ocurría en ese momento.

Un día su maestro le hizo la pregunta de ley y Daniel respondió Chilo Polillo. Y le gustó; había encontrado su nombre de batalla.

Daniel no estudió en el Circo Chino de Pekín, ni fue al Cirque du Soleil ni al circo de Moscú ni a la Universidad de los Payasos de Londres, se hizo en la calle, en los camiones; pedía consejos, los aplicaba y observaba a sus compañeros.

Allá por 1998, entró a trabajar en un circo, y allí conoció a un amigo que estuvo poco tiempo en esa empresa, porque vino a trabajar a Cuernavaca, Morelos. Él invitó a Chilo que, en la primera oportunidad dejó el circo y se integró a chambear en la Plaza de Armas, además de actuar en fiestas, promociones, rutas y restaurantes. En esa época había cerca de 8 payasos que trabajaban el zócalo de Cuernavaca.

Chilo cree que se diferencia de los demás porque es muy espontáneo, le gusta entrar con toda la energía al escenario, se divierte, hace su trabajo, y aparte es más malhablado que un perico de pirata.

Recuerda que dos años antes d la pandemia lo contrataron para un show en Tecoanapa, Guerrero, un Día del niño, en el mero centro del pueblo, No se olvida de esa actuación porque había más de mil personas.

Chilo en Plaza de Armas1

Chilo en Plaza de Armas1

De acuerdo con este teórico de la payaseada, hay gente muy chistosa, pero no puede ser payaso, se necesita, antes que todo, gracia, ser despenado, es decir, quitarse la pena, perderle el miedo al público y vivir lo que se está contando.

El payaso tiene una amplia libertad para ser y deshacer con el público lo que se le antoje, pero hay cinco cosas que jamás debe intentar: no ignorar al público, no caer en provocaciones, no ser agresivo, no tomar ni fumar en público estando en su personaje.

Aunque durante la pandemia y después de ella trabajó como vendedor, siempre regresó “a su payaso”, es la profesión que más conoce y el que le ha dado de comer y de donde se ha aferrado.

Las satisfacciones más grandes de Daniel son haber estado en el nacimiento de sus hijos: su primera hija nació en la Ciudad de México, en el Hospital de la Mujer; luego vinieron otros; cinco en total, la mayor tiene 29, uno de 22 y la más pequeña de 11.

El chavo heredó su talento y su personaje se llama Chilakil, aunque ahora le ha dado por llamarse Yisus Malafacha.

Chilo en el mercado1

Chilo en el mercado1

Los dolores más grandes que ha tenido Daniel han sido las muertes de personas cercanas, un bebé recién nacido, su mamá y su hija de 12 años; esta última tenía un padecimiento, y fue tan grande el sufrimiento que se estaba dejando morir.

Fueron meses de estar perdido en un callejón sin salida. Pero hubo algo que le abrió una luz en las profundidades del dolor, donde la ausencia de su pequeña no lo dejaba salir: su payaso.

Para Daniel Chilo es muy extrovertido, muy sincero, muy gracioso, y sobre todo su mejor amigo. Platica muy seguido con él, es su refugio, lo percibe fuera de sí, lo siente.

Chilo Polillo ha combatido a lado de Daniel enfermedades, hambres, angustias, retos, pleitos, pobrezas, muertes.

Chilo Polillo es una entidad casi indestructible. Sólo hay algo contra lo que no puede: la indiferencia.