Electri Gas Jojutla, más de 40 años de tradición

Lucero y su hijo

Lucero y su hijo

Por Máximo Cerdio

Jojutla, Morelos; 4 de marzo de 2025. Según Lucero María Soledad Buenrostro, su abuelita vino desde Aguililla Michoacán hasta Jojutla, traía cinco pesos en la bolsa. Venía en autobús, su destino era el norte del país, se bajó a descansar luego de muchas horas de viaje; antes el transporte foráneo tardaba mucho, por lento y porque venía puebleando.

La mujer echó a caminar hacia el parque donde está la explanada y llegó a una fuente, que los pobladores conocían como “De las ranitas”, con un agua muy refrescante, fría, rica de La Chihuahuita.

Eran unas ranitas de metal que echaban agua por la boca (después las quitaron y pusieron el quiosco). Tomó agua y se fue a sentar junto a una mujer del pueblo. Ella le comenzó a hacer la plática y la abuela le contó que iba trabajar al norte del país, entonces la mujer le preguntó si había tomado agua de las ranitas, y le respondió que sí. La mujer se rio y le dijo: ¡Ayy muchacha, tú ya no te vas a ir de Jojutla.

Electri Gas Jojutla

Electri Gas Jojutla

Y así fue, efectivamente, aquí echó raíces. Con el tiempo, su abuelita puso un puesto de aguas frescas frente al Cine Robles.

A su esposo Edgar B. Camacho, Lucero lo conocía bien. Ella trabajaba en un consultorio ubicado en la parte alta de la farmacia del mercado, a un costado estaba el negocio del que sería su marido: se llamaba Eléctrica del Centro, el cual tenía ya 7 años de establecido en Francisco Leyva número 102, en el centro de Jojutla.

Según doña Luz Camacho, su hijo Edgar era bien vago. Se la pasaba en la calle, manejando un camión de garrafones de agua. Le daba miedo que tuviera algún accidente, y pensó en algo con menos riesgo.

Así que comenzaron a ahorrar hasta que juntaron dinero y se fueron a la Ciudad de México a conseguir mercancía.

Cuando regresaron, adaptaron unos muebles del local en donde antes había una lonchería, y poco a poco le fueron dando forma a la tienda.

Él negocio funcionaba desde antes de 1984, se sabe porque en ese año fueron los juegos Olímpicos de Los Ángeles California, en Estados Unidos, y ese año se consiguió la licencia para que funcionara en forma y con todas las de la ley.

Electri Gas Jojutla

Electri Gas Jojutla

Lucero se casó con Edgar en 1991, y se integró al negocio, porque siempre ha trabajado en el comercio, le gusta, lo disfruta mucho.

Poco a poco fueron haciendo más grande el negocio y cambiaron el nombre a Electri Gas Jojutla, pues vendían material eléctrico, pero comenzaron a ofrecer productos de gas, como parrillas, comales, y estos artículos que se volvieron el producto fuerte. Siempre ha sido un negocio familiar.

Según Lucero, fue difícil encontrar buenos proveedores y aprender a arreglar las parrillas de alta presión y dar un buen servicio a la gente, que poco a poco los fue conociendo, comprando y recomendando.

Con los años, el negocio fue ganando prestigio por su atención, calidad, precio, porque siempre han cuidado lo que venden, ya que saben que un cliente satisfecho regresa y, además, los recomienda. Con base en esto han crecido.

“En un tiempo también fuimos muy conocidos por vender series y arbolitos de navidad. Procurábamos tener lo mejor y las novedades del año, todavía mucha gente nos pregunta si aún vendemos series. Pero la competencia desleal y la mala calidad impidió que continuáramos vendiendo y nos enfocamos más en lo nuestro. Lo mejor eran los días de Reyes, aquí nos amanecíamos vendiendo pilas para todos los juguetes que traían los Reyes magos. Eran muy buenos tiempos”, relató la entrevistada.

También dijo que les ha costado mucho esfuerzo continuar con el negocio, porque han pasado por muchos problemas: devaluaciones, terremotos, enfermedades, el coronavirus.

Hubo un tiempo que dejaron de vender material eléctrico y accesorios para gas, la situación se puso muy complicada, el principal proveedor quebró y no pudieron tener mercancía a crédito, así que buscaron otra manera de sobrevivir y lo más viable era vender comida.

Vendieron gordas en su local, no era su giro, pero su mamá les enseñó, era una forma de sobrevivir.

En esos años también se vieron en la necesidad de vender un terrenito que habían comprado con mucho esfuerzo y tramitaron un préstamo. Sólo así sobrevivieron. Luego volvieron y continuaron vendiendo lo que es su giro.

El temblor de Jojutla en septiembre de 2017 los afectó muchísimo, ya que aparte de que muchos negocios quedaron en ruinas, las calles quedaron bloqueadas y no hubo ventas por muchos meses. Una gran cantidad de comercios cerraron y jamás volvieron a abrir. Electri Gas Jojutla continuó en pie, con mucho esfuerzo, con mucho sacrificio de toda la familia.

Lucero platicó que el día del terremoto su esposo y ella estaban en el negocio. Perdieron casi todo, los anaqueles con los focos, las parrillas, el ventilador salió volando desde el techo.

Con mucha preocupación se acordaron de sus hijos que estaban en la casa y se preparaban para la escuela, su hija estaba en clases, en el tecnológico.

“Corrí hacia mi casa, a ver a mis hijos, y por la calle principal me tocó vivir todo el caos. Me acuerdo muy bien que traía unos zapatos con tacón y no me dejaban correr, me los quité, pero no pude caminar porque había muchas piedras y muchos vidrios, entonces fui con una vecina que vendía huaraches y me regaló unos, para que yo pudiera caminar. Sólo así pude llegar a casa a ver a mis hijos”.

Semanas después del terremoto llegaron a censarlos y les ordenaron que se salieran de los negocios porque les iban a construir unos nuevos, pero nunca cumplieron. Del local anterior sólo pudieron sacar lo esencial.

Como muchos de los vecinos afectados, en esa emergencia del sismo apoyaron a las personas con su camioneta, fueron a traer agua y despensas y las repartieron.

“En cuanto al dinero, pues no, no había. Sí le sufrimos mucho, y más porque ‘remodelaron’ por meses las calles, y durante ese tiempo nadie pasó por acá, ni gente, ni tránsito de carros, ni energía eléctrica, ni dinero. ¿Cómo le hicimos, cómo pudimos sobrevivir? ¡Dios es grande!”

Y lo mismo ocurrió con la pandemia por el coronavirus. Dos situaciones que retiraron a muchas personas y a muchos comercios.

Lucero dijo que durante la contingencia todos se quedaban en la casa porque su esposo estaba enfermo y sus hijos tenían miedo de salir. Ella se atrevía a abrir el negocio, pero estaba muy solitario, la mayoría de los comercios permanecían cerrados y había muy poca gente en la calle.

Se contagió de Coronavirus y la pasó muy mal, afortunadamente sus hijos nunca la dejaron sola y pudieron sobrevivir.

Los médicos no salían a revisar a los pacientes a domicilio, era muy peligroso, no se arriesgaban, sólo el doctor Genaro aceptó ir a ver a domicilio al esposo de Lucero, que Tenía una enfermedad crónica y agravó el COVID.

No tenían otra entrada de recursos, más que el negocio, y si estaba cerrado o no había venta, ¿de dónde obtendrían dinero para las medicinas y el tratamiento?

Hace tres años Edgar, su esposo, dejó de existir.

Fuera de estas tragedias que afectaron a toda la ciudad, Lucero dijo que afortunadamente en el centro de Jojutla ha habido venta, es una muy buena zona.

Durante más de cuatro décadas han visto de todo, cosas muy alegres, cosas muy tristes, cosas chistosas o riesgosas.

Electri Gas Jojutla 3

Electri Gas Jojutla 3

Rogelio, el tío de su esposo, casi siempre pasaba a platicar al negocio. Su marido siempre fumó y aquí se pasaba con el tío, en largas pláticas. Una vez ella y sus hijos estaban metiendo tanques de gas, llenos de aire para la garantía, y se les ocurrió abrir uno. Don Rogelio andaba con bastón, y ni siquiera vieron cuándo salió volando. Al otro día llegó muy enojado, diciendo que a quién se le ocurrió abrir un tanque, y luego con el cigarro en la mano.

Su esposo les dejó un gran legado de superación y esfuerzo, y ahora a ella y a sus hijos les toca sacarlo adelante.

Lucero se siente muy orgullosa de continuar con un negocio donde sus hijos trabajen. Ellos abandonaron sus estudios por cuidar a su papá durante varios años que estuvo enfermo, eso les permitió sacar adelante la empresa y pagar medicinas, tratamientos, comidas, todo.

“Mis hijos siempre han estado al lado de nosotros, apoyándonos, sin ellos y nuestros clientecitos no sé qué hubiéramos hecho. Son 40 años ya, toda una vida trabajando”, puntualizó.