El corrido de Pedro Villa Calderón

Velorio en la Unidad Morelos

Velorio en la Unidad Morelos

Por Máximo Cerdio
Jojutla. La carta le llegó a Pedro Villa Calderón, conocido como El Villa o Villano,
en forma de hepatitis, que se le complicó y que lo dobló el 9 de noviembre de 2024
por la mañana a la edad de 69 años. La vecina de al lado de la casa que cuidaba
lo vio en la entrada, sentado, se acercó pensando que se había quedado dormido
y así fue, pero para siempre.
Pedro cuidaba una casa en la calle Lázaro Cárdenas de la Unidad José María
Morelos y Pavón. A decir de los vecinos, tenía ya varios años ahí, resguardándola
y dándole mantenimiento. Sus dueños vivían fuera, y venían cada año.
Tenía poco como cuidador, pero pasó mucho tiempo en la Unidad, vivía en otro
sitio. Trabajaba en casas, haciendo jardines y trabajos de mantenimiento, pero con
la edad dejó de hacer trabajos pesados.
También fue chofer de la ruta 10, que da servicio a la Unidad Morelos.
De inmediato, se dio el aviso para que buscaran a sus familiares, se pedía que si
alguien sabía algo que se comunicaran con la dueña de la casa, de nombre Diana
y daban un teléfono con una LADA de Guadalajara, Jalisco.
Los vecinos pidieron aportaciones económicas voluntarias para los servicios
funerarios del señor Villa. El apoyo económico se estaría recibiendo en la tienda
de “Doña Sofía, en la Unidad, frente a la Conasupo o también se podía llevar al
lugar donde estaban velando al difunto.
Y se decía más. Que eran varios los gastos para su cristiana sepultura.
Los interesados en acompañar los restos mortales de Pedro podrían acudir a la
cancha techada, lugar donde sería velado, para después sepultarlo en el panteón
del barrio de las Calaveras en Jojutla, el martes 12 de noviembre, por la mañana.
Ocurrió con Pedro, lo que sucede con las personas solas que de un día para otro
dejan este mundo.
Algunos lo habían visto, otros lo habían saludado, otro lo habían tratado… la
biografía del difunto se comenzó a construir con estos recuerdos de los vecinos.
La gran mayoría anda en lo suyo, pero se entera de las personas que viven
en su entorno.
Confirmaban que no tenía esposa e hijos, pero que al parecer tenía una prima y
hermano. Su cuate, que vivía en la colonia Otilio Montaño.
También se dijo que había sido chofer y que había trabajado en Dorados del Sur,
y era un buen compañero.
Velorio y personas en la cancha

Velorio y personas en la cancha

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El cuerpo estuvo en la cancha techada, como lo dijeron los vecinos, hasta el
martes 12 de noviembre por la mañana.
A varios vecinos que no se enteraron e la muerte de Pedro, se les hizo raro no
encontrar a los adultos y a la instructora que practican zumba en la cancha, de
lunes a viernes por la mañana.
En su lugar, estaba el cuerpo de Pedro, en una caja de color azul con algunos
pliegues blancos, cuatro sirios, veladoras y flores.
Lo velaban el ayudante de la Unidad, David Jiménez, y un grupo de 10 persona,
que habían instalado una mesa con pan y café y un bote donde se depositaba la
ayuda económica que se quisiera dar para los funerales.
Al fondo, en una esquina de las gradadas de la cancha había un hombre acostado
en posición fetal.
Los seis u ocho perros que viven en la zona comercial de la Unidad, iba a ver de
vez en cuando la caja del fallecido, luego se regresaban buscando algún lugar
donde dejar su autógrafo de orina. Hasta el Gordo, que es muy difícil que se
levante de su lugar, fue a ver qué sucedía en la cancha.
Todos sabían algo del difunto y con estos datos construían una historia que Pedro
había dejado en sus casi 70 años de vida, que sumaban todos los instantes que
había pasado por algún lugar en donde un vecino o vecina, que estaba en su
sepelio, lo recordaba.
La muerte amarilla de Pedro sacó a relucir varios problemas comunitarios, que los
vecinos se encargaron de ventilar, pero también fue oportunidad para ayudar.
Una mujer sugirió que como la Unidad es muy grande cada jefe de familia debía
aportar una cantidad y se puedan solventar los gastos, lo que hace falta es
solidaridad y mucha empatía, criticó.
Hubo varios cometarios de usuarias y usuarios de las redes sociales sobre la
participación de las autoridades locales.
Pedían que el ex alcalde Juan ángel Flores Bustamante y el esposo de su sobrina,
Alan Martínez García, a quien dejó en el cargo de presidente municipal,
intervinieran para que el ayuntamiento sufragara los gastos de la casa y demás
cuestiones funerarias, y del terreno donde sería sepultado el cuerpo de Pedro.
“No es que los ciudadanos, no podamos apoyar, sino ellos que tienen el poder y
recursos que les da el gobierno para apoyar este tipo de causas, nos muestren su
empatía para este señor y condone el ayuntamiento de Jojutla. Ojalá que no
hagan caso omiso”, escribió una usuaria de redes.
Velorio

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“En lugar de quemar tantísimos cohetes en las festividades deberían de apoyar en
estas situaciones, yo sé que son tradiciones, pero exageran en la quema de tanto
cohete viene siendo como quemar el dinero”, reclamó un usuario.
Algunos usuarios también refirieron que sólo cuando están en campaña los
políticos se aparecen para cooperar en casos como estos.
No faltó quien comenzara defender a Juan Ángel y Alan, diciendo que ellos ya
habían pagado todo, de su propio dinero, lo cual no fue cierto.
Una persona comentó que hace algunos años Alfonso de Jesús Sotelo Martínez.
Ponchito, ayudó en un caso similar.
Lo último que quedaba de Pedro Villa, fue llevado pasadas las 10 de la mañana de
la cancha de la Unidad José María Morelos y Pavón, hacia el panteón del Barrio
de las Calaveras.
No era la primera vez que se velaba un cuerpo en ese espacio común: a don
Mario, ayudante municipal, también se veló en el mismo lugar, recordó David
Jiménez, y eso pasó hace aproximadamente 15 años.
Los servicios funerarios fueron pagados por el hermano gemelo de Pedro, y
también se recabó dinero de los vecinos que generosamente cooperaron para los
gastos.
Algunos perros fueron a ver cómo cargaban la caja y lo metían en un vehículo
blanco. El Gordo se quedó echando en la tienda de Sofía.
Un gato joven miraba desde una de las gradas de la cancha todo el ritual y el
respeto de los seres humanos en donde la muerte deja su huella.
Alguien, con una guitarra en la mano, y un buen pretexto quizá hubiera compuesto
estas estrofas de despedida para Pedro, que murió solo y que pensaron nadie iba
a poner sus últimos restos mortales en el lugar de donde había salido.
Señores les he cantado/ lo que en Jojutla pasó,/ Pedro Villa Calderón / fue en una
cancha velado.
Vecinos Lo acompañaron/ a su morada postrera,/ barrio de las calaveras,/ allí
mero lo enterraron.
Vuela gavilán querido,/ no te detengas perdido, / que al cadáver del buen Pedro/
no se lo trago el olvido.