Pierde Yautepec sus tradiciones
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Diego Bastida y sobrino
Por Máximo Cerdio
Yautepec, Morelos. Desde hace más de diez años en este pueblo la tradición del chinelo se está perdiendo, se premia al traje más lujoso y más caro, se le da más importancia al dinero que a las tradiciones, asegura Diego Bastida Ortiz, artesano, nacido hace 59 años en este municipio.
El presidente de la comparsa El Capricho, del barrio de Buena Vista aseguró que la tradición es que uno mismo haga su propio traje de chinelo y que salga a bailar, que brinque los once sones entre la gente:
–Pero ahora la gente no elabora su traje, lo compra, y a veces los trajes son tan adornados –llegan a pesar hasta sesenta o setenta kilos– que los tienen que subir a las camionetas o a remolques y ahí van los trajes, tiesos, de ochenta o noventa mil pesos… –explica.
También dijo que antiguamente las viudas del carnaval –hombres con atuendos y maquillaje de mujer– se vestían con harapos. Lloraban por la calle y se premiaba a la más grotesca:
–Ahora se premia a la mejor vestida, la que tiene el vestido más caro. En esto tienen mucho que ver los gays, que en últimas fecha han participado y se han llevado los mejores premios porque le meten mucho dinero a los vestidos y al maquillaje, no tengo nada en contra de ellos, qué bueno que participen, pero la idea original se desvirtuó –asegura Bastida Ortiz.
Otra de las modificaciones que se ha visto últimamente en el carnaval son los trajes de chinelo “hechisos”:
Antes el traje base era de manta y muy sencillo. Después se volvió de satín y ahora ya es de terciopelo. Se adorna con plumas de avestruz y con lentejuelas y chaquiras y todo va cocido. Pero ahora se está viendo los decorados los pegan con pegamento chino y les ponen una especie de brillo; no se ven difuminados, que es un efecto que nosotros, los artesanos tradicionales, le damos a la chaquira al pintarla; algunos trajes se ven hechisos. Ni qué decir de la máscara, que aquí lo hacemos con mosquitero y con cerdas de la cola de marrano; las máscaras hechizas se deshacen…, explica.
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Diego Bastida
Este amor por las tradiciones de su pueblo son herencia de su abuelo, que llevaba el mismo nombre y al que la gente le llamaba profesor, “el Profesor Duego Bastida”: El chinelo morelense ha cambiado desde que apareció en Tlayacapan allá por 1888, en ese año sale la primera comparsa, pero se hacía en el atrio de la iglesia, en Tlayacapan y aquí en Yautepec. En 1896 mi abuelo el profesor Diego Bastida, y otras personas sacaron a los chinelos, en contra del párroco, hacia la calle, al zócalo de Yautepec, y desde ahí hasta hoy se realiza en el centro del pueblo”, platica Bastida Ortiz.
Diego Bastida tiene toda la vida haciendo trajes de chinelo. Ha vendido trajes de gala que se han llevado a algunas ciudades de Estados Unidos, también a Singapur, a Malasia, a Israel, pero da clases gratuitas. En su casa en Yautepec, habilitada como taller, tiene máquinas de coser, mesas, bastidores, chaquiras, lentejuelas, hilos, y todo lo que niños y jóvenes aprendan cómo se confecciona, a la manera tradicional, un buen traje de chinelo, desde las figuras con los temas hasta la última chaquira. El traje como tal, los decorados, el sombrero, la máscara.
“Yo no quiero que nuestra tradición se pierda porque si se pierde nos perdemos nosotros como personas y como pueblo”, asegura, el artesano.
Esta pérdida de las tradiciones ha motivado Diego Bastida. Prometió que el año que entra, durante el carnaval, va a impresionar a los asistentes:
–Desde hace un año estoy haciendo mi traje, pero será uno muy especial porque será de gala, pero no pesará sesenta kilos como se acostumbra, éste no pasará de más que veinticinco kilos, porque tengo una lesión en la rodilla. Tendré a Quetzalcóatl como figura central y las demás serán otros dioses prehispánicos. Pero además, mis sobrinas, vestidas de princesas aztecas llevarán una enorme manta, para que todos la lean, y ésta dirá: “Rescatando al verdadero y al tradicional traje de chinelo”. Así celebraré mis sesenta años de vida –aseguró Diego Bastida.
Escrito el 30 de marzo de 2015, y publicado por esas fechas en una revista de Morelos.