Resiste el Correo en Morelos, contra las adversidades
Por Máximo Cerdio
Cuernavaca, Morelos; 26 de febrero de 2024. En Morelos nunca ha habido una mujer “cartera” y la oficina se ha tenido que adaptar para competir con empresas transnacionales de paquetería, relató el jefe de la Administración Centro de Correos de México, José Inocente Musito Pérez.
Tiene 33 años trabajando en la institución, muy recurrida por los mexicanos y los extranjeros para enviar cosas y cartas personales o correspondencia oficial de punta a punta del territorio nacional o desde otros y hacia otros países.
En entrevista, dijo que inició como cartero, en la Administración de «Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca» (o Civac), situada en el municipio de Jiutepec, prestaba el servicio de entrega de correspondencia a las empresas y también a las casas particulares de la zona.
“Como a todos mis compañeros en su primer día de trabajo y después de pasar exámenes físicos y de conocimiento para entrar a Correos, me entregaron mi uniforme: color café, mi bolsa de cuero, mi gorra, mi identificación y mis zapatos de cuero tipo bostoniano y mi impermeable. A mí me asignaron el área de las fábricas en Civac y posteriormente el área de casa habitación. En las fábricas se entregaba en vigilancia de las empresas; con el trato me enteré que por pedio de ellos se podía conseguir muy buenos descuentos en las fábricas a las que les llevaba correspondencia y así lo hice.
“Ya en el área de casa habitación era casa por casa o en las unidades habitacionales que están en la zona. Como parte del uniforme era el usar un silbato (sencillo o de cuatro cañas) el cual tiene un sonido característico que la gente identifica”, relató.
El uniforme café del cartero, fue una derivación del elegante que comenzaron usar desde que en 1795 se crearon plazas postales en México y Veracruz se instalaron oficinas subalternas de correos en numerosas ciudades y villas. A partir de esa fecha los carteros empezaron a usar un uniforme, que consistía en casaca de paño azul marino con chupín, collarín y vueltas encarnadas con alamares bordados con oro. A los carteros de ese entonces se les consideraba el cuerpo militar de correos.
Musito Pérez dijo que un aspecto de su trabajo era el contacto diario con las personas, la identificación que se lograba con las gentes, el afecto, la confianza, pues el cartero era portador de buenas noticias aunque a veces también entregaban cartas con malas noticias.
En esos recorridos la gente lo iba identificando, se iba familiarizando con él, y le ofrecían agua o jugo o comida, dependiendo la hora que pasara por las calles a entregar correspondencia.
“En los más de cinco años que fui cartero recuerdo a muchas personas que recibían cartas con bastante frecuencia, una de ellas era un mecánico. Su hija le mandaba cartas del extranjero. Siempre que pasaba por la calle me preguntaba si había correspondencia para él. Cuando le llegaban cartas, se las apartaba y se las pasaba a dejar. Algunas veces que tuve oportunidad de platicar con él me contó que su hija era muy inteligente y que con mucho sacrificio había estudiado y había encontrado una oportunidad de ir a trabajar fuera del país, se sentía muy orgulloso de ella y esperaba siempre carta de ella. También recuerdo que en mis recorridos pasaba por la casa de una mujer mayor, siempre estaba tocando un piano; a veces me detenía un poco para escucharla y me gustaba, tocaba muy bonito. Una vez me dijo que si quería aprender a tocar ella me podría enseñar, le di las gracias y le dije que no me daba tiempo. Luego me enteré que daba clases a niños de su colonia. Aún recuerdo el sonido del piano y a esta persona tocando”.
José Inocente dijo que en el tiempo en que anduvo en las calle no tuvo ningún problema con nadie, nunca lo asaltaron: “ni siquiera los perros, que son los enemigos naturales de los carteros; muchos me conocían y movían la cola cuando yo llegaba y sonaba mi silbato”.
“El día más triste en todo el tiempo que llevo en la institución fue cuando tomé la decisión de dejar las calles y buscar mi superación en el trabajo, otras áreas en donde me pagaran más y seguir creciendo. En 1995 logré ascender después de hacer examen para un puesto, ahora en la oficina, en el área de ventanilla. Sin embargo, dejé de estar cerca de las personas, de su calidez, de su saludo diario; uno se encariña con la gente. Con los años en la misma ruta, no se refieren a uno como el cartero, sino como ‘nuestro’ cartero”.
En las oficinas desde luego que se convive con las personas, pero el trato es más formal, menos cercano que en las calle.
Los carteros usan motocicletas y algunos que reparten en el centro de Cuernavaca van a pie. También hay vehículo para entregar correspondencia y paquetería en los diferentes oficinas donde, a su vez, el cartero respectivo las entrega.
En la actualidad, de 27 personas que laboran en Cuernavaca, 13 son carteros, que reparten desde Santa María, Plaza Cuernavaca, en centro; hay otra oficina en Tezontepec, para Galerías, Ocotepec, etcétera.
El administrador de correos dijo que ha reducido a menos de la mitad la entrega de cartas personales, la mayoría son estados de cuenta, reportes, informes, correspondencia empresarial.
Esto lo constató hace un par de años, Ángel Antonio Gómez Martínez, el cartero decano de Cuernavaca, con más de 25 años de servicio:
“Las cartas personales las repartimos en colonias populares alejadas como la Lagunilla, Flores Magón, Carolina, la Barona, las zonas residenciales casi no reciben cartas. Hace diez o veinte años en temporada navideña y el día de las madres nos llegaban costales enteros de cartas y de tarjetas de navidad… Antes era muy bonito con las cartas porque hasta había papel y tintas perfumadas. Las cartas servían para muchas cosas, por ejemplo, uno podía escribir una carta pidiendo perdón al ser querido. Pienso que la bonita costumbre de escribir y mandar cartas no debe acabar, es cierto que la tecnología ha llegado y nos ha facilitado las cosas, pero escribir cartas no debe acabar”.
José Inocente Musito Pérez dice que las nuevas tecnologías han facilitado muchos procesos y han permitido mayor eficiencia en algunas áreas, pero en lo que se refiere a las cartas personales, los mensajeros como el Messenger, el WhatsApp, han deshumanizado la comunicación. Por más personalizado que tengas un teléfono nunca se va a comparar con una carta, en las cartas personales se podían observar los sentimientos de las personas, desde la hora de poner el remitente y el destinatario y el sobre; al abrir la carta se abrían las emociones; las personas eran muy creativas al momento de seleccionar el papel, la textura, el color de la tinta, la caligrafía, todo era sentimiento, muy humano.
Diversos servicios
En la Administración Centro, en la actualidad hay 27 personas trabajando en las áreas operativas y administrativas, y hay tantos carteros en las calles,
Dentro de los servicios que proporcionamos está el del apartado postal, es decir, el servicio proporcionado por una oficina postal que consiste en el alquiler de una caja o sección, en la cual se deposita la correspondencia paquetes del usuario.
En el centro tenemos en la actualidad 1 mil 200 cajas de apartados postales, de los cuales están en renta o alquiler más o menos 700, hay gente, principalmente extranjeros, que tiene su apartado postal desde hace más de 30 o 35 años y hay también empresas pequeñas o despachos que usan esta modalidad. Hace unos 20 años todos los apartados estaban ocupados y había una larga lista en espera para poder tener uno.
También contamos con varios programas para dar a conocer la cultura del servicio postal, porque es parte de la historia de México. En navidad, por ejemplo, tenemos un programa por medio del cual se enseña a los niños y niñas a escribir y mandar las cartas a Santa Claus y a los Reyes Magos.
Celebramos convenios con organizaciones como el Papalote Museo del Niño y enseñamos a los pequeños el funcionamiento de la oficina y del servicio postal.
Con las escuelas también trabajamos. Los profesores traen a los niños y niñas de la secundaria a conocer el correo, aquí les decimos cómo escribir una carta, las partes de una carta, cómo rotular el sobre, los sellos, cómo se mete en el buzón… todo el proceso, incluso algunos maestros hacen ejercicios y piden a sus alumnos que se envíen cartas.
Crecer
Hace muchos años el Servicio Postal Mexicano era el único que llevaba paquetería y correspondencia, pero después entraron las empresas, una de las primeras fue Estafeta, después entraron más y más y ahora hay una gran competencia con las transnacionales.
Para no desaparecer tuvimos que adaptarnos y capacitarnos, para que estuviéramos a la altura de ellas, nosotros competimos con estas compañías, incluso hay algunas con las que tenemos convenio y repartimos para ellas, además, en muchas de las opciones de compra en línea hay opciones de empresas para envío y principalmente entrega de paquetería y una de ellas somos nosotros.
Una eventualidad que nos hizo crecer fue la pandemia por el coronavirus. Tuvimos que capacitarnos y dar lo mejor de nosotros para ponernos a la altura de los servicios de paquetería de empresas muy grandes transnacionales. En las circunstancias tan especiales de vida o muerte en el que nos encontrábamos nosotros aquí, en Cuernavaca como mucha gente en todo el mundo, pudimos resolver con éxito el problema de entrega.
Pocas sorpresas en más de tres décadas
En más de tres décadas trabajando en Correos para José Inocente ha habido pocas sorpresas, una de ellas fue cuando una persona llevó cuatro piedras grandes y pesadas y le preguntó que si podía mandarlas por paquetería, a lo que él le respondió que sí, porque no estaba en la lista de objetos prohibidos, sólo había que embalarlas bien. Luego se enteró que las enviaron a Tepoztlán, y eran piedras para un temazcal.
Otra de las cuestiones que siempre le ha sorprendido es que en Cuernavaca nunca ha habido mujeres “carteras”.
“En Cuernavaca y creo que en todo Morelos, al menos desde que yo tengo conocimiento, nunca ha habido una mujer “cartera”, a pesar de que la convocatoria para vacantes es para hombre y mujeres, en la Ciudad de México sí hay muchas mujeres”, dijo.
El correo, parte de la historia de México
La historia del servicio postal en México se remonta a 1580, cuando el rey Felipe II creó el “Correo Mayor de Hostas y Postas de la Nueva España”, con la finalidad de comunicar al virreinato con España.
Con las Reformas Borbónicas, el servicio de correo pasó a manos de la Corona Española. Don Antonio Méndez Prieto y Fernández, último Correo Mayor, entregó el oficio al Estado en 1766.
En 1901 el Correo subió de rango, lo elevaron a Dirección General de Correos; seis años más tarde Porfirio Díaz inauguró el Palacio Postal. Para 1933 se fusionó el servicio de telégrafos y correos en la Dirección General de Correos y Telégrafos. Durante la administración de Manuel Ávila Camacho se volvieron a separar.
El Servicio Postal Mexicano se creó mediante decreto en 1986, con ello se le dotó de autonomía y se inició un proceso de modernización. Esto fue una respuesta a la necesidad de mejorar el servicio, ya que era acusado de precariedad. Desde 2008 adquirió el nombre de Correos de México.
Nuestro país forma parte de la Unión Postal Universal en donde hay cerca de 300 países.
Para José Inocente Musito Pérez, el correo no va a desaparecer, es algo necesario: “gran parte de nuestro trabajo se centra en las oficinas de gobierno, que por ley, siguen usando el servicio postal mexicano.
“El cartero continúa como un personaje, sigue siendo tan respetable como antes, la gente sabe quién es su cartero, principalmente en las colonias populares y antiguas, concluyó”.