Realiza Jiutepec Primer encuentro de trovadores
Por Máximo Cerdio
Jiutepec, Morelos; 27 de noviembre de 2023. En el marco de los festejos del aniversario 198 de la constitución de Jiutepec como municipio, y como un homenaje a don Fausto Sandoval Mena, ciudadanos organizaron el Primer encuentro de trovadores.
Más de 50 músicos y cantantes de diferentes comunidades de Morelos y de otras entidades se dieron cita el domingo 26 de noviembre para tocar y cantar trovas, corridos, bolas y demás piezas musicales.
Entre los participantes estuvieron: Bertario Sandoval Casildo, de Jiutepec, Marco Tafolla, de Xoxocotla, Alma Leticia Benítez, de Xoxocotla, Paco Ocampo, de Jojutla, Fermín Bello, de Tepoztlán, Manuel Ríos, de Tepoztlán, Agustín Romero, de Tepoztlán, Alfonso Allende, de Tepoztlán, Jesús Peredo, de Cuernavaca, Alejandro Patiño, de Cuernavaca, Adriana Yáñez, de Cuernavaca, Delfino Flores, de Tlaquiltenango, Alberto Simón Jiménez, de Jiutepec, Alejandro Torres, de Jiutepec, Carlos Sánchez Lara, de Jiutepec, Leova Arce Guadarrama, de Jiutepec, Emiliano Alanís, de Jiutepec e Isaías Alanís, de Jiutepec, entre otros.
Ofelio Yair blancas Hernández, Adriana Alanís Ocampo, Mónica Romero García e Isaías Alanís Trujillo, organizadores, explicaron que el objetivo de esta reunión es mantener viva la tradición de la trova morelense, que las nuevas generaciones la conozcan, que se enteren de los distintos géneros y su riqueza: en las letras está una parte de historia muy poco conocida de nuestro país; en los versos de los trovadores se refleja una manera de percibir el mundo que existió y que ahora aparentemente ha sido olvidado.
Asimismo, se espera haya continuidad en la organización de estos encuentros, año con año, y se realicen conversatorios sobre la trova tradicional morelense.
Don Fausto
Fausto Sandoval Mena, trovador y guerrillero zapatista, fue el homenajeado.
Su hijo, Bertario Sandoval Casildo, dijo que su padre nació el 20 de agosto de 1900 y murió el 29 de junio de 1979.
De origen campesino, a los 10 años se quedó huérfano de padre y madre.
Se incorporó al levantamiento que inició Emiliano Zapata, por eso pudo ser ejidatario con tierras muy fértiles muy cerca del manantial de las fuentes, donde sembraba maíz, frijol, arroz, caña y donde tenía sus caballitos, vacas y gallinas.
A don Fausto le gustaba declamar y también el teatro.
Con Juana Casildo Millán, quien cantaba y lo acompañaba en la segunda voz, formó una familia. De la unión nacieron 6 mujeres y 2 hombres, “quienes abrevaron el talento de sus padres cuando cantaban o cuando lo veían tocar la guitarra”.
Amenizaba las fiestas de ese Jiutepec de los años 40 con Domitilo Evangelista, que tocaba el contrabajo o tololoche, Donaciano Fierro en la guitarra y él en el violín. Hacían un preparado para beber con limón azúcar y alcohol de caña.
En 1957 empezó a participar en algunos cargos públicos como juez y síndico.
Dejó de componer en 1969 por causa de la ceguera.
Le compuso corridos a Isaías Alanís a Antonio Blancas, a Emiliano Zapata y también compuso letras de enamorados y muchas a su pueblo Jiutepec.
De carrera larga
Isaías Alanís dijo, en entrevista, que entre los trovadores de Jiutepec están Fausto Sandoval, Isaías Alanís Tapia, Eduardo Alanís, Donaciano Fierro, Tanis Tapia, entre muchos.
Explicó que lo de “Primer encuentro” es un mero formulismo, ya que Jiutepec fue y es tierra de trovadores, y las reuniones de éstos se prolongaban ininterrumpidamente por tres o cuatro días.
Los trovadores venían con las ferias de cuaresma, que iniciaban en Guerrero, continuaban en Jojutla y pasaban por Jiutepec, Cuautla y concluían en Tepalcingo.
Existía una especie de ritual o programa con entradas, intermedios, salidas, etcétera y se respetaba en todo el estado y en Guerrero.
Todo se cantaba de memoria, esta es una característica de la trova tradicional morelenses, si el repertorio de alguno se acababa, la música no cesaba y comenzaban a improvisar.
Cuando la radio comenzó a penetrar en las zonas rurales y se comenzaron a grabar discos con los corridos y las trovas, las empresas las redujeron a poco más de tres minutos, pero las que se cantaban antes podían durar muchísimo, eso sucede con “La historia de la muerte del gran General Emiliano Zapata», compuesto por Marciano Silva Peralta, que dura 23 minutos con 29 segundos:
“Hace algunos años fuimos a cantar a la localidad de Zacapalco, municipio de Tepalcingo. Entonces se me acercó un borracho y cuando lo tenía a unos centímetros, sacó una pistola, me apuntó y me amenazó: ‘¡Si no me cantas completo el corrido de Zapata, aquí te mato!’” relató el periodista y poeta de Jiutepec.
La tradición en varios municipios
Los encuentros de trovadores son frecuentes en Morelos, uno de éstos se realizó el sábado 15 de octubre de 2022, durante la Sexta Rueda de San Miguel, Círculo de Corrideros; allí se organizó una convivencia musical entre los «jilgueros» de diversas comunidades, familiares y amigos.
Delfino Maldonado Coapango, “corridista y cantador”, como él se hace llamar, cantó esa vez.
Delfino es campesino, y contó que había aprendido a tocar la guitarra de manera lírica cuando tenía como 25 años, para cantar canciones de moda, boleros, para dar serenata a las muchachas. Desde luego que sabía la letra de corridos populares, como Valentín de la Sierra, los Pavorreales, El corrido de los Pérez, pero desconocía el corrido suriano o zapatista.
Maldonado Coapango platicó que, en una ocasión, un acordeonista de nombre Tomás Peraza, el Bolillo, lo invitó a un festejo que organizaron los Salgado. Y entonces, cuando llegaron a esa fiesta vio a Néstor Martínez: tocaba una guitarrita y estaba cantando un corrido en el que se mencionaba a su abuelo, el coronel Isaac Maldonado Gadea, quien estuvo bajo las órdenes del general Lorenzo Vázquez.
“Nos hicimos amigos, y a los ocho días me invitó a Tlaltizapán y yo fui y así comenzamos a ir a las reuniones y fiestas. Mi idea fue aprenderme la letra y la tonada de esa canción y otros corridos surianos y zapatistas, y así me fui metiendo. Me aprendí esa letra y otras y comencé a involucrarme con ellos.
Uno de los corrideros de los que aprendió se llamaba Francisco Gutiérrez, Don Chico.
“Una vez me enteré que iba a ir Don Chico a cantar y fui y me gustó, esas canciones nunca las había oído, eran corridos de antes.
Después hubo una reunión de corridistas aquí, en el centro (de Tlaquiltenango), llegó un tal Bárcenas, de Valle de Vázquez, de Los Hornos, cantaba muy bien, estamos hablando de hace unos 20 años.
Por medio de ellos conocí a muchos corridistas de Tepoztlán, de Villa de Ayala, de Anenecuilco, de Tepalcingo, de Huitchila.
Cuando era santo o cumpleaños de Don Chico, en Santa Cruz, invitaba a corridistas, llegaban dieciocho o veinte corridistas, y ahí estaba yo. Nos echábamos uno o dos corridos cada uno, daba la vuelta.
“En mis épocas de corridero había reuniones en las rancherías de Tlaquiltenango, Yautepec y otros municipios, hasta allá íbamos. Nuestro interés siempre fue reunirnos a tocar estos corridos, a platicar, a aprender otras letras, a tocar nosotros lo que habíamos aprendido. No eran borracheras hasta el amanecer, como ocurre con las fiestas populares, aquí eran un pequeño grupo de músicos y algunos llevaban a sus acompañantes, lo hacíamos en el patio de las casas de alguno de los músicos o alguna persona que le gustaba este género y nos invitaba; de vez en cuanto alguien llevaba mezcal y con un trago se aclaraba la garganta”, relató.
Qué es la trova
Sobre la trova, el músico e investigador Jesús Peredo Flores, en entrevista, explicó que la palabra trova proviene de tropo, que es la acción de componer el texto y la música de una canción.
Trobador [así con b], del occitano trobadour y éste de tropaire, era la persona asignada para improvisar la música y la letra en las celebraciones religiosas católicas durante la edad media.
La palabra trobadour se originó en la zona de Langue d’Oc, también conocida como l’Occitanie, una vasta región del sur de la actual Francia. En cuanto a la palabra trovero, trovère, proviene de Langue d’oïl, del París antiguo, al norte de Francia. Y es el ancestro del actual francés que conocemos.
Si bien el movimiento trobadoresco surgió en la entonces l’Aquitanie, dentro de l’Occitanie, con los siglos, esta tradición se esparció por España, Francia, Alemania y el resto de Europa y el mundo.
Peredo Flores, quien tiene más de 50 años como músico y ha creado más de 200 obras musicales en muchos géneros y diez o doce álbumes (98 temas están contenidos en su más reciente producción»La vida en un suspiro»), explicó que la trova suriana está compuesta por géneros líricos musicales, entre ellos: Saludos, Esdrújulos, Históricos o Historias, Vaciladores, Bolas Surianas, Romances, que son las canciones de amor, Duelos, Recuerdos y Despedidas, entre otros. Estos se pueden clasificar por su estructura literaria y musical, así como por el tema que se trata en el corrido.
La Trova Suriana es un repertorio de canciones de origen campesino, que procede de un conglomerado de géneros y estilos que fueron integrándose a través de los siglos, desde tiempos inmemoriales, precisó.
La trova suriana, de fina y erudita lírica
De acuerdo con Jesús Peredo Flores, toda esta enorme colección de cantos, se les conoce también como «corridos». Aunque cabe señalar que no tienen nada que ver con los «corridos norteños». A diferencia de éstos, que suelen ser más rústicos, misóginos y promotores de la violencia, el repertorio suriano se distingue por su fina y erudita lírica, amén de su vínculo con la épica del Ejército Libertador del Sur, comandado por el General Emiliano Zapata Salazar.
La erudición de la Trova Suriana es evidente debido a que la mayoría de los corridos surianos están escrito en arte mayor:
Fue Emiliano Zapata el hombre sin segundo/ que, ante la plutocracia su diestra levantó/ Fue un ángel de la patria, un redentor del mundo,/ que ante su humilde raza, duerme el sueño profundo./ En los brazos de Vesta, por voluntad de Dios.
Estos versos corresponden a “La historia de la muerte del gran General Emiliano Zapata» compuesto por Marciano Silva Peralta, trovador oficial del Ejército Libertador del Sur; está escrita en quintetos de versos alejandrinos.
En nuestros corridos hay constantes citas a personajes y deidades del panteón grecolatino, tal y como lo hicieron los antiguos trobadours occitanos del siglo XI.
Entre los principales trovadores morelenses están Marciano Silva, Federico Becerra, Ángel Márquez, Epigmenio Pizarro, Martín Urzúa y muchos más.
El corrido
Jesús Peredo explico que, en la actualidad llamamos “corrido” a un “conglomerado” de estilos. Este término es la palabra castellana que hemos sustituído por “concreto”, que es: una masa formada por fragmentos de diversas rocas o sustancias minerales unidos por un cemento. De esta manera se puede abordar el estudio de las músicas tradicionales desde una perspectiva más amplia, toda vez que, en este caso, los guijarros de grava son los diversos géneros lírico-musicales, mientras que, el resto de la mezcla, es el tiempo que los cubre. En el pasado reciente, esto nos impedía reconocer los estilos antiguos que nutrieron a los actuales corridos y, por consiguiente, el imaginario colectivo los conjuntaba en un solo género. Como sucede también con el Son, el Rock, la Salsa, le música clásica y otros conglomerados también conformados por diversos estilos.
Por consiguiente, el «Corrido Suriano» es una fusión de estilos, procedentes de diferentes épocas y lugares del planeta. Podemos encontrar lo mismo rastros de la poesía náhuatl, que sonetos barrocos. Sin embargo, hasta la primera mitad del siglo XX, los géneros líricos y musicales más abundantes proceden tanto de la poesía moderna del siglo XIX como de la música de salón, que apareció en las cortes europeas desde el siglo XVIII. Es el caso de los valses, polkas, pasodobles, mazurkas y las danzas habaneras, entre otras formas musicales.
En nuestro tiempo, se le llama “Corrido Suriano”, debido a que hay indicadores que señalan que irradió a partir del Estado de Morelos, y se extendió, en regiones colindantes o cercanas pertenecientes a entidades federativas como: Guerrero, el Estado de México, la Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala y Oaxaca. Al parecer, los conventos del siglo XVI, ubicados en los Altos del actual Estado de Morelos, funcionaron como “centros culturales”, e incidieron involuntariamente en la creación de un importante movimiento literario que llegó a los indígenas y mestizos campesinos de los pueblos de esa región.
Lo anterior se deduce debido a que trovadores morelenses, leían y se mantenían informados de lo que ocurría en el país y en el mundo. Un ejemplo de esto es la bola suriana “Viva Cuba libre”, escrita en 1896, que habla de la revolución de independencia de Cuba (1895-1898). En ella se menciona al independentista cubano Antonio Maceo:
Dioses del Olimpo, númenes excelsos,/ prestadme vuestra elocuencia/ para que mis rimas en melifluos metros/ obtengan digna indulgencia.
Pero si no soy Virgilio/ ni me inspira el dulce Orfeo,/ les pido sean indulgentes/ con mis cantos a Maceo.
En esta bola suriana se puede observar la erudición y el amplio conocimiento literario de los trovadores surianos. Es evidente que no se conformaban con hacer sus poesías bien rimadas, sino que usaban las estructuras complejas de la alta literatura. Por eso es raro encontrar octosílabos en estos corridos morelenses, dado que los trovadores surianos preferían usar los versos en “arte mayor”, es decir, de 11 sílabas y hasta 19 sílabas. También recurrieron a los versos alejandrinos, como en el caso del corrido “Historia de la muerte del General Emiliano Zapata”. En cuanto a las estrofas, no solo escribían cuartetas, también hacían quintetos que ellos llamaron quintillas. Como en este caso:
Fué Emiliano Zapata, el hombre sin segundo,/ que ante la plutocracia su diestra levantó/ fué un ángel de la Patria, un redentor del mundo/ que por su humilde raza duerme el sueño profundo/ en los brazos de Vesta por voluntad de Dios.
También creaban estrofas en sextas, séptimas y octavas. Conocían la palabra escrita, como se refleja al realizar corridos esdrújulos.
Ni aquella real belleza de Venus la simpática,/ ni todos los jardines de la mujer de Céfiro,/ me roban tanto el alma como la bella máxima/ que cantas de Galindo con tanto amor frenético.
Quizás, por ese motivo, Vicente T. Mendoza, en su célebre libro “El corrido mexicano”, no incluye ninguno de estos corridos y llama a los corridistas surianos “hombres de mundo”.
Durante la guerra civil, entre 1911 y 1919, conocida como “la Revolución”, trovadores como: Marciano Silva, Federico Becerra, Elías Domínguez, Agustín Niño, y muchos más tuvieron un papel importante en la divulgación de lo que sucedía en la región en el campo de batalla, entre el Ejército Libertador del Sur, comandado por Emiliano Zapata y el Ejército Federal, al mando de los presidentes en turno como Victoriano Huerta y Venustiano Carranza, quienes ordenaron a sus fuerzas militares a exterminar a todos los pueblos que apoyaran al zapatismo.
Los trovadores narraban en sus composiciones esta épica, mientras que los “publicistas”, como llamaban a los corridistas que solo interpretaban los corridos de estos grandes compositores, cantaban en los campamentos de refugiados y en todos los pueblos de Morelos. Hay testimonios de gente que aún recuerdan que, en su niñez, veían llegar a los trovadores y publicistas en las barrancas y en los montes de toda la entidad. Los varones de integraban a la guerra, mienttas que las mujeres buscaban de refugio con sus hijos y la gente mayor. Mientras tanto el ejército federal iba arrasando los sembradíos y el ganado. Los generales huertistas y luego los carrancistas, quemaron los pueblos y las siembras, como lo describe el corrido “El exterminio de Morelos por Luis G. Cartón y Juvencio Robles”, de Marciano Silva, trovador oficial de Emiliano Zapata, donde se relata la terrible situación que se vivió en el estado.
Son nuestros pueblos sólo unos llanos,/ blancas cenizas, cuadros de horror,/ triste desiertos, sitios aislados,/ donde se agita solo el dolor…
Poco interés
Isaías Alanís dijo que existe mucha información sobre las trovas, bolas y corridos surianos que no ha sido documentada; algunos libros y álbumes se han publicado con mucho esfuerzo y por iniciativa de los autores e investigadores, pero ha habido poco apoyo de las instituciones gubernamentales.
Teniendo la importancia que tiene Morelos en estos temas, debería haber más interés y apoyo, porque estamos hablando del pueblo y de una manera de percibir una de las etapas más importantes de México, puntualizó.