Agustín Aguilar, cada escultura tiene su propia historia
Por Máximo Cerdio
Cuernavaca, Morelos; 16 de octubre de 2023. Todas las estatuas del mundo, por más pequeñas o grandes que sean, tienen su propia historia, a veces ésta resulta más rica que lo que motivo su instalación en esa época y en ese lugar.
El escultor Agustín Aguilar, en entrevista, nos relató algunas anécdotas de dos de sus más de 52 esculturas monumentales en espacio público, que ha realizado con su equipo en más de 40 años de experiencia profesional.
Zapata responde
La escultura monumental de Zapata fue una respuesta al cuadro feminizado del general expuesto en diciembre de 2019 en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, en donde Fabián Cháirez lo pinta desnudo, con tacones altos y sombrero rosado, montado en un caballo con una erección.
El martes 10 de diciembre de 2019, un grupo de personas irrumpió en el las afueras del Palacio, gritando: «¡Que la quemen, que la quemen!». Uno de ellos fue Jorge Zapata González, quien amenazó con demandar al pintor y al Instituto si no retiraban la pintura: “Para nosotros los familiares, esto denigra la figura de nuestro general pintándolo de gay».
La estatua, develada el sábado 8 de agosto de 2020 en la glorieta situada en el cruce de las calles Miguel Hidalgo y De la Salud, cerca del Hospital del Niño Morelense, en el municipio de Emiliano Zapata, Morelos, con motivo del 141 aniversario del natalicio del general, está de pie, de sombrero, con un rifle en mano, en una actitud retadora, muy viril; su cuerpo en esa pose está retando, pero además tiene algunos gestos de molestia o enojo que se pueden observar en su rostro. Es una escultura que presenta varias lecturas.
Tiene 5 metros con 60 centímetros, pesa 2 toneladas y tomó cuatro meses: desarrollar, crecer, concretar e instalar el monumento en bronce, y en ella participaron unas 45 personas, desde ayudantes en general, fundidores, terminadores, soldadores, moldeadores, escaladores, patinadores, operadores de grúas y plataformas, toda una industria.
“Partimos casi de la nada, de un retrato que tenía el alcalde José Fernando Aguilar Palma. De ahí comenzamos a trabajar en su postura, actitud, gestos. Yo le pedí ayuda a mi general Emiliano Zapata, le dije que me guiara para que su efigie quedara como él era, como se pude ver en muchas de las fotografías de la época que todos conocemos”, relató Agustín Aguilar.
Este fue el último proyecto acabado; en la actualidad tenemos varios, uno nuevo para Acapulco, Guerrero, dijo.
El águila rota
Agustín Aguilar y su hermano crearon una gran cantidad de esculturas monumentales, pero hay una en especial que fue toda una proeza: el monumento “Águila nacional”, hecha de bronce, perteneciente al Estado Mayor Presidencial. La escultura se inauguró en febrero de 2013 para celebrar los 100 años de existencia del Ejército Mexicano, junto con la Plaza de la Lealtad de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en la Ciudad de México, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012- 2018).
“Los altos mandos de la Sedena convocaron a una reunión a los escultores que podían resolver, en México, esa encomienda. Se iba a realizar el cambio de mando y necesitaban algo especial, por lo que nos dijeron que querían la escultura del águila del escudo nacional. El único inconveniente es que lo querían en 45 días. Ya mayoría le corrió, los pocos que aceptaron pidieron 6 meses para hacerla. Nosotros aceptamos el reto; durante el proyecto surgieron varios inconvenientes que pusieron en riesgo la entrega e instalación.
Normalmente somos cerca de 20 personas las que trabajamos en los proyectos, pero aquí fuimos más de 100. El águila pesa más de 2 mil quinientos kilos, mide 5 metros con 60 centímetros.
Una vez que terminamos, una grúa la llevaba a la Sedena en la Ciudad de México y cuando el camión llegó, la escultura estaba doblada: el operador no calculó y se atascó en un puente en un eje vial.
Tuvimos que repararla de inmediato, se había doblado y después roto de la pata donde está parada el ave sobre el nopal, y aprovechamos para cambiar un soporte más resistente.
El equipo estaba agotadísimo porque durante varios días no pudimos dormir, trabajábamos para que el proyecto se entregara en tiempo y forma.
Por fin, un día antes, la pudimos instalar.
Nos fuimos a descansar con al ciencia tranquila, habíamos acabado algo que parecía imposible.
La escultura está en el centro de una fuente danzarina, frente a unos edificios que reflejan el agua. Cuando la fuente y las luces del color del escudo de la bandera nacional se encienden, las paredes del edifico reflejan el agua y las luces. Es un espectáculo. La Plaza de la Lealtad es un proyecto integral, un espacio escultórico, muy bien pensado y construido para que el águila luciera.
La parte simbólica está integrada por el águila parada sobre un nopal devorando una serpiente, los tres símbolos de la identidad mexica, que corresponde al escudo nacional; el agua es el lago de Texcoco. De acuerdo con la leyenda de la fundación de México-Tenochtitlán, los mexicas llegaron al Lago de Texcoco desde Aztlán guiados por el dios Huitzilopochtli, quien les prometió que al momento de encontrar en su camino a un águila posada sobre un nopal que devoraba una serpiente habrían llegado a la tierra donde debían asentarse.
Ese mismo día, por la noche o por la madrugada, no recuerdo bien, llegaron los elementos de la Marina a la casa de mi hermano. Él pensó que lo iban a detener y estaba sorprendido. Abrió la puerta y era un marino, con órdenes de llevarlo a él y a sus trabajadores a la Sedena.
Mi hermano me habló y me trasladé con los trabajadores a donde me habían indicado. No sabíamos de qué se trataba. Esperamos hasta que llegó un militar y nos dijo que el nuevo mando había visto el águila y que le gustaba más que estuviera viendo para otro lado. Esta afirmación se tomó como una orden y nos llamaron para que la ejecutáramos. En ese momento nos organizamos, llamamos a las grúas y comenzamos a trabajar, faltaban pocas horas para la inauguración, pero pudimos moverla para que el águila mirara hacia donde el mando ordenó.
No sé el día exacto que se inauguró, lo que si recuerdo es que ese día tembló.
Esta escultura nos abrió las puertas en la Sedena, allí hemos realizado muchos proyectos.
“Si con el tiempo, cuando yo no esté en este plano me recuerdan, quisiera que lo hieran por esta escultura que hicimos, todavía no sé cómo lo logramos, sólo tuvimos 45 días, más de 200 personas trabajando”, acotó el escultor.
Algo de su propia historia
Agustín Aurelio Aguilar Aguilar o Agustín Aguilar, nació en la Ciudad de México el 15 de abril de 1970, y es avecindado en Emiliano Zapata, en donde tiene el taller de esculturas monumentales, que es su especialidad.
Estudió Licenciatura en Artes Visuales en la Facultad de Artes Plásticas (antigua Escuela de San Carlos) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Xochimilco, en la Ciudad de México.
Pertenece a la Escuela mexicana de escultores, en la cual están artistas como Luis Ortiz Monasterio, Francisco Zúñiga, Juan Cruz Reyes, Francisco Arturo Marín, entre otros.
Agustín Aguilar relató que su gustó por la escultura se despertó desde niño, ya que trabajó como aprendiz y después ayudante de algunos escultores famosos miembros de la familia Ponzanelli.
Reconoció que sus mayores influencias fueron, en un primer momento, la escultura prehispánica, por su belleza, no sólo técnica, sino conceptual y material.
También dijo que han influido en él y en sus obras los maestros con los que aprendió, desde levantar plastilina y mantener limpia el área de trabajo: con el escultor Martín Gonzáles, después los Ponzanelli, y en la academia con Kyoto, entre muchos.
“Aprendí primero trucos y técnicas en los talleres, porque existen pocos libros que enseñan a modelar. En la academia comencé a mirar de manera formal el trabajo escultórico, a comprender el lenguaje formal de una obra, como es el espacio, volumen, forma, etcétera”, explicó.
La primera escultura monumental que lo impresionó fue una que se encuentra fuera de la sede de la Confederación de Trabajadores de México, cerca del Monumento a la Revolución, en la Ciudad de México, México, y es de Fidel Velázquez Sánchez, ex líder de esa organización sindical, que fue muy poderosa en aquella época.
“Yo trabajé en ella. Cuando la estábamos haciendo, el hijo de Fidel llegaba a supervisarla en un Ferrari, como el de la serie de Magnum de aquella época. No sé si me impresiono la escultura o el coche del hijo o los dos”, relató.
En aquella parte de su vida también le impresionaron las piezas monumentales prehispánicas, después con más estudio, la obra clásica, grandiosos modelados y tallas magníficas en mármol. Asimismo, toda la obra del virreinato; en la actualidad, algunos autores contemporáneos, como Salvador Dalí y Jeff Koons.
Nuestra especialidad es la escultura monumental. Hemos realizado más de 50 obras, y en casi la totalidad no entregamos sólo la escultura, es decir, no maquilamos, trabajamos en proyectos integrales: concepción y desarrollo del proyecto, realizamos las escalas, las fundimos, terminamos y las montamos o instalamos, esa es nuestra responsabilidad; en cada uno de estas partes del proceso hay actividades muy específicas, explica.
Es sumamente difícil tener en el equipo a especialistas en estas áreas, los proyectos exigen mucho, se requiere gente que sepa hacer muy bien su trabajo, con gran experiencia, que le guste su trabajo.
Agustín Aguilar expuso que en todo este proceso hay responsables; “en mi caso, yo me encargo de estudiar los proyectos y del modelado, esas sin mis especialidades, pero como he trabajado en todos los proyectos del taller conozco y sé las demás partes y siempre estoy pendiente de ello”.
Un hecho que lo afectó profundamente durante la pandemia y hasta hoy en día fue el fallecimiento de su hermano Ángel Javier Aguilar Aguilar durante la pandemia del Covid. Andaban junto para todos lados; era el responsable de las relaciones públicas y atendía las citas con clientes y prospectos.
El reto más grande
Nosotros vamos de reto en reto, con proyectos grandes y pequeños, cada uno presenta sus dificultades.
“Algo que a mí, personalmente, me gustaría concluir es el Cristo de 30 metros de alto. La propuesta está avanzada, sin embargo, como es una inversión fuerte, se le dio prioridad a otras construcciones; esperamos que pronto se reactive. Me interesa mucho porque es gigantesca, tiene sus riesgos y sus retos, pero además se instalará en una zona muy particular, en la zona más alta de Hidalgo, en un municipio que se llama Yahualica, es prehispánica, en Hidalgo. Ese es mi gran reto. En esta época de mi vida estoy muy interesado en las obras que se integran no sólo al contexto físico, sino la cuestión simbólica y espiritual, eso es muy importante porque estás incidiendo en las personas y las personas inciden en las esculturas monumentales”, puntualizó.