Ladrantes historias
Por Máximo Cerdio
Jojutla, 24 de julio de 2023. Sobre el tema de los perros, hay dos recuerdos que me han marcado.
Es una mañana cualquiera en el Rancho San José Laja partida, municipio de El Parral, Chiapas. Papá Beto está sentado en su butaca de madera y piel de venado afuera de la casa, por un lado tiene su escuadra, de la que no se separa ni a sol ni asombra y por el otro un costal viejo de ixtle . En el piso de tierra, a sus pies, ocho perritos ciegos, que nacieron hace dos o tres días, se mueven con dificulta olfateando. La perra salió temprano con mis tíos, al trabajo de campo. Él se inclina, coge a uno de ellos con la mano izquierda, lo levanta para observar con detenimiento si está sano y si es hembra o macho, el cachorrito se mueve como un gusano. Enseguida, agarra su pistola y con la cacha, golpea la cabeza del animal, que pega un chillido y deja de moverse, la sangre le escurre por el hocico; papá Beto arroja el cuerpo del perrito a unos metros. Así, de uno en uno, va matando a los animalitos hasta que queda una parejita, esos dos vivirán. Después, coge su pistola, la limpia con una franela y la pone en su cintura, toma el costal y va recogiendo los cuerpecitos tibios de los cachorros, los mete al costal y se aleja rumbo al monte, los va a arrojar por ahí, para que los demás animales se los coman o tal vez lo aviente hacia el río, para que la corriente se los lleve.
Yo soy un niño de menos de siete años oculto detrás del gallinero. Le tengo mucho miedo a don Alberto Gordillo Castro, porque a pesar de que con nosotros es cariñoso, he escuchado pláticas de que cuando tenía nueve o diez años, mató a tiros a hombre que todos los días pasaba a molestar a su papá, mi bisabuelo, un tal Redentor Gordillo.
Esta muerte representaba una excepción a lo que el abuelo ordenaba a mis tíos: “animal que matas, animal que te comes”.
Esta fue la primera vez que vi a una persona quitarle la vida a un perro; muertes de animales había visto muchas, porque mi familia cazaba, pero jamás la había presenciado en una forma tan cruel y rápida.
El segundo:
Tendría unos 10 u 11 años de edad. Mis vecinos y yo jugábamos como cada tarde en una el Callejón 21 de Octubre de la colonia Bienestar Social, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Alguien pateó el baló y éste cayó dentro del patio de unos vecinos. Yo fui por él y metí la cabeza por un agujero para buscarlo, y un perro, de nombre Rex, me mordió el cuello hasta desgarrarme y desangrarme.
Me llevaron a Urgencia al Instituto Mexicano del Seguro Social. Algunos minutos después de que me atendieron, el médico le dijo a mi madre que faltaron milímetros para que los colmillos del animal me perforaran la aorta.
No recuerdo si el mismo día u otro me llevaron a mi casa en donde permanecí en cama por varias semanas.
Me contaron que, al día siguiente del accidente, papá Beto salió con una escopeta, buscando al perro: criollo, amarillo, con cruza de pastor alemán. No recuerdo si lo mató.
Mis amigos del barrio y de la primaria me fueron a visitar, también mi maestra Flor Isabel Aguilar Gordillo.
En aquel tiempo la vacuna contra la rabia era muy dolorosa. Me pusieron siete, de catorce inyecciones. El dolor fue más fuerte y prolongado que la mordida del Rex.
Por varios años no pude acercarme a los canes, me aterrorizaban. Por el día y por la noche los evadía, en mis sueños, una jauría de perros rabiosos me destrozaba.
En la casa siempre tuvimos mascotas, aunque durante esos años de miedo no había ninguna.
No recuerdo en qué momento, nos regalaron un cachorro y comencé a acercarme de nuevo a los perros.
Borrador primero
Historias perrunas es el primer borrador de un libro que contiene 25 textos sobre caninos que tuvieron una cercanía muy especial con los humanos en los contextos donde existieron y coexistieron, de tal suerte que llamarlos extraordinarios es el calificativo mínimo que merecen.
Muchos de estos perros son callejeros, ya fallecidos.
El volumen es una recopilación de textos publicados en La Unión de Morelos y en otros medios desde hace aproximadamente 6 años, nunca perdieron vigencia, y en él se incluyen fotografías de personajes que protagonizaron estas historias.
El propósito es que este año se publique la primera edición en formatos físico y digital.
Historia de la historia
Después de la publicación “La historia de Chato” (La Unión de Morelos, 3 de julio de 2023), un conocido me preguntó si había escrito más historias sobre perros callejeros y si se las podía compartir. Le mandé tres ligas y me sugirió que hiciera un libro.
Lo pensé. Un libro impreso, con textos sobre perros callejeros, resultaría un fracaso en este tiempo en que casi toda la atención está centrada en las redes sociales en donde un texto no tiene más que tres o cuatro líneas, hay una preferencia casi total por la imagen en movimiento y el contenido es para entretenimiento.
No tenía ni tengo tiempo, ni dinero ni ánimo, pero comencé a recopilar información y después de dos o tres semanas, salió el primer borrador de Historias perrunas.
Fondo y forma
La gran mayoría de los textos (notas, reportajes, crónicas, relatos) están publicados en La Unión de Morelos y en otras plataformas, sólo edité los textos y los adapté para que formen parte de un libro: resultaron 25 textos con una extensión de 95 cuartillas.
Descarté un orden cronológico y decidí presentarlos de acuerdo con intensidades.
Nunca pensé en hacer un libro, empero, mi intención en cada una de las historias fue destacar las individualidades con cola, que son maltratados, abandonados, matados, como si no fueran seres vivos. Su inteligencia, su nobleza, su manera de acercarse a los humanos, su afán de querer formar parte de los grupos es algo verdaderamente asombroso.
“Cerca de este lugar reposan los restos de un ser que poseyó la belleza sin la vanidad, la fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad, y todas las virtudes del hombre sin sus vicios…”, escribió Lord Byron a su querido Boatswain.
No debería sorprendernos esta conducta, si supiéramos que el perro tiene más de ocho mil años, acercándose a los hombres, como se explica en “Sintaxis del perro”, que inicia el libro.
Casi la totalidad de los textos tienen forma de nota periodística o crónica o reportaje, géneros que documentan un hecho significativo y con repercusiones generalmente inmediatas para una colectividad que; hoy en día puede tener vigencia sólo algunos segundos o minutos.
En la crónica y el reportaje se ahonda en el asunto, aunque también están sujetos a una vigencia.
En oposición a esta impronta, cada texto de Las Historias perrunas fue escrito con la intención de soportar el tiempo o, mejor, el olvido: recordar a un perro callejero, conmoverse por la historia de un ser que fue arrojado a la calle a su suerte y que encontraría más temprano que tarde una muerte segura en las llantas de un camión o en la comida con veneno.
En la construcción de los textos se recurrió a un lenguaje predominantemente connotativo, que permite un mayor acercamiento al lector, porque va más allá de los números y datos fríos; el lenguaje literario conmueve, despierta sensaciones, emociones, activa la memoria emocional.
Los perros (y algunos personajes alternos) de estas historias existe o existieron, así lo demuestran las fotografías que se adjuntarán como anexos o que acompañarán a los textos.
El libro impreso a la baja
Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que analiza los hábitos de lectura en el país, en 2016 casi 82 por ciento de las personas mayores de 18 años leía de forma habitual. Esa cifra ha caído hasta 68.5 por ciento en 2023. Eso implica 12.3 por ciento menos de población lectora desde entonces.
De un universo de 2 mil 336 viviendas de 32 áreas del país, 41 por ciento de las personas consumen algún tipo de material de lectura (libro), 37 por ciento de las personas encuestadas leen páginas de internet, foros o blogs, 23.6 por ciento lee revistas y 18.5 lee periódicos.
De 2016 a 2023 la lectura de los libros en formato digital aumentó 13.8 puntos porcentuales. Este comportamiento inició durante la pandemia por la COVID-19 y se mantiene hasta nuestros días.
De acuerdo con ‘Digital News Report 2022’, un estudio de consumo del Instituto Reuters de la universidad de Oxford, México tiene uno de los niveles más altos de acceso a noticias en redes sociales.
El smartphone o “celular” como instrumento para consumir noticias pasó de 70 por ciento a 77 de 2017 a 2022.
Comscore, la compañía de investigación en marketing de internet líder en la región, estudió el comportamiento de las audiencias de redes sociales en Argentina, Chile, Colombia, Perú, México y Brasil, y elaboró un nuevo informe sobre el estado de las redes sociales en la región, llamado The State of Social in LATAM; sobre el apartado de la imagen en movimiento, en 2022 en estos países se publicaron 58.1 mil millones de videos en Facebook, Instagram, TikTok y Youtube, los cuales cosecharon 569 mil millones de visualizaciones, el equivalente a 1,558 millones de visualizaciones diarias.
México se ubicó como el país con mayor cantidad de publicaciones en redes en el año (Instagram, Facebook TikTok y Twitter): generó 6.5 billones de interacciones y llegó a 376 interacciones promedio por post.
Con estos números, embarcarse en la edición de un libro parecería riesgoso, si el propósito fuera invertir y ganar, si el objetivo es crear conciencia sobre la importancia de estos animales, bien vale la aventura.
Por lo que se observa, el libro impreso no desaparecerá en el corto y mediano plazos, como tampoco han dejado de existir otros formatos de mediano y largo aliento.
Desde hace ocho o diez años varios periódicos y revistas europeas y de Estados Unidos publican crónicas y reportajes extensos a los que el lector puede acceder si paga una suscripción.
Cada lector elige o define la profundidad de su lectura, el reto es que, el público que no lee más que una línea y prefiere ver videos o imágenes, se convierta en lector, en observador, en crítico; esto parece casi imposible.
Otrosí digo. Este texto se está escribiendo el 21 de julio se celebra el Día Mundial del Perro.
En México hay cerca 28 millones de perros, de los cuales 70 por ciento se encuentra en situación de calle, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies. México ocupa el primer lugar en Latinoamérica de perros y gatos abandonados.
Según cifras de Defensoría Animal, entre enero y marzo, meses posteriores a las fiestas decembrinas en las que se suelen regalar mascotas, cerca de 500 mil perros y gatos se quedan en situación de calle.