El Diablo en Semana Santa

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El diablo grande

Por Máximo Cerdio

Zacualpan de Amilpas; 10 de abril de 2023. El objetivo del Segundo Festival Cultural de los Diablos en Zacualpan de Amilpas, fue, oficialmente, la «quema del mal», o la “quema de Judas”, alusivo al Sábado de Gloria, de la tradición judeocristiana, lo organizó el colectivo Comparsas Unidas de Zacualpan de Amilpas.

El tan trillado y “joligudezco” final del triunfo del bien sobre el mal, se convirtió en un jolgorio con música, color, baile, alegría y presencia diabólica festiva.

Por cinco días, Jesús o Jesucristo fue el protagonista, el sábado 8 de abril, le tocó a Judas Iscariote; para él hubo fuego, pero antes de quemarlo, 10 comparsas con varias representaciones del Diablo, dieron un recorrido con bailes y música de viento por este pueblo fiestero: el Chamuco se veía contento (para Borges Judas no es un traidor, cumple los designios de Dios, Judas es una víctima de un plan maestro).

Nosotros (Yes, Lyah, el Alacrancito y yo) habíamos planeado llegar a eso de las tres de la tarde a Zacualpan, pero un día antes se enfermó el niño y no quisimos exponerlo.

Roberto de la Paz ofreció su coche, y de paso, llevaríamos a Alfonso Hurtado, cartonero de Tlatenchi, que impartiría un taller de pintura de Diablitos voladores.

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Por la madrugada, el maestro Roberto me reportó un inconveniente familiar, y tuvimos que irnos en el Toponeitor, bueno para la terracería pero incómodo para carretera y autopista.

Por fortuna, Alfonso sólo llevó una caja de cartón de huevos, con pocas materiales y algunas piezas, que cupo muy bien en el asiento de atrás del vocho. Salimos a las 9.30 de la mañana.

Antes que comenzara a caminar, Alfonso Hurtado ha estado cerca de Satanás. Mientras su papá, el maestro Alfonso Morales Vázquez, construía o pintaba diablitos, él permanecía en el patio de tierra, jugando. Conforme fue creciendo, aprendió a fondear, a pintar y a construir y diablos; ahora continúa con esta tradición y han encontrado su propio estilo.

En el taller de cartonería de Tletenchi, en Jojutla, Alfonso ha ayudado a construir y él mismo ha hecho una gran cantidad de chamucos, como cuarenta, me dijo mientras viajábamos.

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Comparsa

La plaza casi vacía

Llegamos  Zacualpan como a las 11:30 y en el zócalo de la alcaldía, donde se realizaría el festival cultural. Había muy poca gente. Un grupo de niños y unos adultos mayores tenían actividades manuales en unas mesas protegidas por bastidores con lonas para el sol.

Alrededor habían colgado unos diablitos de diferentes tamaños y formas.

Pegados a la barda del templo de la Inmaculada Concepción había cinco puestos de artesanos con objetos de Guerrero, Oaxaca y Morelos; también había un local donde se vendía bebidas alcohólicas tradicionales del lugar.

Supuse que conforme pasara el tiempo aquel lugar se llenaría.

Un día antes, en entrevista, Pepe Báez, participante y organizador, explicó que el festival nació en 2022, derivado de la organización y planeación del Centro Cultural el Viejo Molino, que se encuentra en la comunidad de Tlacotepec.

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El proyecto independiente en el que participaron los amigos, empresarios y patrocinadores, consistió en crear un programa con actividades artísticas y culturales para involucrar a toda la familia, visitantes y público en general.

“El festival reafirma la intención directa de mostrar y dignificar la cartonería tradicional que tanto ha representado a Zacualpan de Amilpas, por medio de la quema de los Judas, motivo por el que se invitó y se convocó a las 12 comparsas cartoneras más representativas del Municipio en donde harán gala de la destreza y creatividad para la elaboración de los diablos”, explicó.

La plaza seguía con las mismas gentes vacía y las horas pasaban.

Alfonso Hurtado dio su taller y fue uno de los más concurridos. Los chamacos y algunos adultos pintaron sus “Diablitos alados” y cuando acabaron el taller les dieron diplomas y se tomaron una foto grupal.

En estos talleres también estuvieron Samantha Polet Trujillo, de Amayuca, Víctor Manuel Herrada, de San Luis Potosí, Rubén García Díaz, de Oaxaca, José Luis Maldonado, de la Ciudad de México; Jesús Herrera Rivera, de Amayuca.

Había familias numerosas y parejas que paseaban por la plaza, algunos llevaban ya a su borracho, que no soltaba su caguama prensada con el sobaco y apergollada.

Diablo silfieM

Diablo silfie

-No mamen, yo les doy el recorrido y no les cobro nada –ofrecía uno un grupo que preguntaba en un módulo el precio del recorrido en el “tranvía turístico”.

-Es muy caro. Pinche tren culero –remató el ebrio y se fue a buscar a sus amigos que bebían sentado en una banqueta.

Poco antes de las 2 de la tarde me llevaron a una casa donde algunos artesanos daban los últimos toques a unas máscaras de diablo que serían usadas en el recorrido de la comparsa Falfán.

Había más de cincuenta máscaras de diablo sobe varias mesas, y al fondo, un gigantesco chamuco de más de cuatro metros, rojo, con overol azul, con una paleta de pintor y un pincel en las manos. Frente a él, un toro rojo con cohetes.

El diablo es en honor a Tal Falfán Robinson, fallecido en año pasado; él fue el fundador de la comparsa y de muchos proyectos culturales para Zacualpan, me explicó una chica de nombre Polet, integrante de la comparsa.

Hice una fotos y regresé a la plaza con la esperanza de encontrarla llena, pero seguía vacía.

Diabla y diabloM

Diabla y diablo

Alfonso Hurtado me dijo que nos veríamos luego, que iría a pintar su máscara y yo le dije dónde estaba la casa.

Terminado la quema, nos regresaríamos a Jojutla.

A las 15:15, que de acuerdo con el programa se realizaría la inauguración oficial del festival, la plaza estaba todavía flaca.

Habría una participación de la Banda de viento de los Hermanos Mendoza y su ballet folclórico Tetella.

Me fui caminando hacia la entrada del pueblo (El Arbolito). Diez comparsas partirían e la calle Cuautepec hacia la entrada principal por la calle Hidalgo y terminarían en el zócalo, en donde se había instalado un soporte de metal que esperaba a los chamucos para colgarlos y quemarlos.

La policía y los diablos

La policía y los diablos

Inician los diablos

El desmadre comenzó después de las 6 de la tarde. Las comparsas construyeron sus monigotes del diablo e iniciaron la procesión. Las esculturas eran el centro de atención de los vecinos que salieron de sus casas para tomar fotografías y videos con sus celulares.

Cargados por al menos cuatro integrantes de las comparsas, las esculturas de cartón avanzaban al ritmo de tambores y bandas de viento, rodeados por hombres, mujeres y niños con máscaras de demonios, principalmente rojas.

Al frente estaba el chamuco que la comparsa Falfán hacía construido en honor a Tal; Alfonso Hurtado había sido invitado a participar en la comparsa y bailaba con su máscara de diablo, poniéndose una pata del toro rojo y bailando junto con los tres cargadores más.

Los pobladores y visitantes fueron acompañaron a las comparsas desde antes de la entrada al pueblo, por la calle Hidalgo y las calles vacías se llenaron de diablos y turistas.

Fue muy difícil trabajar: cientos de manos con celulares grababan o tomaban fotos.

Adulto mayor y diabloM

Adulto mayor y diablo

Acompañados por los espectadores, los diablos avanzaron por la calle principal hasta la plaza en donde se había encintado de amarillo para evitar que la gente se acercara demasiado a los diablos que serían quemados.

El primero fue el de la comparsa Falfán. La banda de viento y los danzantes tocaron con más fuerza, mientras el diablo chiflaba lumbre y se iba consumiendo poco a poco hasta que quedó desecho por al menos tres grandes explosiones.

Tocó el turno al diablo más grande. Era articulado, tenía una pata de gallo y otra de cabra. También chifló y estalló en mil pedazos al son de la música y danza de la comparsa.

Los niños y el diabloM

Los niños y el diablo

Así fueron pasando de uno en uno los monigotes hasta que explotaron los últimos cohetes.

Como a las 7 de la noche, me acerqué al puesto donde Alfonso había dejado sus diablos voladores; pasó media hora y no llegaba.

(No lo sabía, pero más o menos a esta hora, en el corral de toros de Tlatenchi, el maestro Alfonso Morales estaba quemando un diablo de cartón. Tania Morales, su muro de Facebook, relató: Este fue un judas que comenzó a elaborar ayer 7 de abril por la noche con ayuda de mi mamá, y lo terminamos unos minutos antes de llevarlo. Yo le dije que así sin pintar, pero como es bien terco terminó poniéndole color. Gracias por tu pasión y amor por las tradiciones y hacernos partícipes de ellas!! Viva la cartonería!!! Viva el arte popular!! Vivan las tradiciones!!!)

A eso de las 7:35 lo vi al pie de la entrada del templo, desde luego, no me fue a buscar, andaba con sus amigos, se veía muy alegre, tenía los ojos rojos, como culo de diablo:

Me acerqué y le dije que si le ayudaba a recoger sus cosas.

-No quieren que me vaya –me dijo, medio pedo y medio apenado. Éste se va a querer quedar en el “Infierno”, me dije.

-No te preocupes. Ponte chingón –le respondí, y le di un apretón de manos. Él regresó con sus amigos y siguió platicando.

Fui hacia donde había estacionado el Toponeitor y me alejé por una calle alterna; el ruido de los tambores se oía cada vez más débil. Para los diablos la noche apenas comenzaba.

Diablo1M

Diablo1

El diablo, imagen y semejanzas

De acuerdo con la información que se compartió por la página oficial de Comparsas Unidas de Zacualpan de Amilpas (https://www.facebook.com/profile.php?id=100086009749249),

El «Judas es una figura de cartonería con forma de Diablo y con cohetes, que representa a Judas Iscariote.

Surgió durante la Colonia para evangelizar a los indígenas, y se relaciona con las ejecuciones públicas de la Inquisición.

Durante el Sábado de Gloria, se le prende fuego al «Judas», haciéndolo tronar con cohetes.

Simboliza el triunfo del bien sobre el mal, que es representado por el hombre que traicionó a Jesús.

Esa imagen tan temida del diablo con cuernos, garras, dientes filosos y demás características que simbolizan la máxima maldad es relativamente nueva para la existencia del mal.

La primera imagen gráfica de Satanás se encuentra en la página 290, en la Biblioteca Nacional de Suecia, en Estocolmo, y pertenece al Códice Gigas, de 624 páginas, 92 centímetros de alto, 50,5 de ancho, 22 de grosor y de 74,8 kilos, considerado como el manuscrito medieval más grande conocido hasta la fecha. Fue escrito entre 1204 y 1230, por un monje llamado Inclusus Hermanus Monachus (Herman el Recluso), recluido en su celda del monasterio de Podlažice (en Chrudim, en el centro de la actual República Checa).

Con el transcurso de los años esta imagen fue tomando formas diversas, dependiendo de la finalidad con la que se utilizaba.

Diablo proviene del griego διάβολος diábolos, «calumniado.

La palabra se consigna en español por primera vez en el diccionario Nebrija en 1495: “Diablo en latín. Calumniator. Oris”, y en la página 630 del Diccionario de Covarrubias de 1611, se da un concepto: “diablo, diabolus, calumniador, deceptor, que vale acusador, calumniador, engañador, soplón, y mal fin: porque siendo el que nos induce a pecar, el mismo es el que nos pone delante de la Justicia Divina, acusándonos y vendiéndonos: por manera que es atributo del Ángel malo, el cual comunicó con Judas como el mayor traidor de los hombres, y este nombre le da nuestro Redentor Jesucristo”.