La promesa de Jorge, el migrante
Por Máximo Cerdio
Jiutepec, Morelos; 9 de enero de 2023. Los restos mortales de Jorge Pina Barrios llegaron en una carroza poco antes de las 22:00 horas del martes 3 de enero a la casa de María Eugenia Barrios Lara, en Jiutepec. Jorge había prometido a su madre que regresaría en 3 años, pero no pudo cumplir.
Mientras el féretro silencioso era sacado del automóvil, los llantos afloraron.
El estallido de una jauría de aullantes se escuchó detrás de las paredes de bloque de la barda de la vivienda.
La caja fue despojada de los cartones con los que la habían embalado en Nueva York, fue puesta en soportes de metal y después trasladada a la sala de la vivienda, donde quedaría para que familiares, amigos, conocidos y curiosos lo acompañaran al último sitio donde sus restos mortales serían sepultados.
Sobre el ataúd había una fotografía, Jorge estaba de cuerpo entero, con traje o smoking, con las manos en los bolsillos del pantalón, sonriendo, lleno de vida.
Los familiares habían anunciado que a las 15:00 horas del día siguiente, partiría el cortejo hacia el panteón Reposo Eterno.
De acuerdo con la información que apareció en casi todos los medios de comunicación, Jorge Pina Barrios, morelense de 38 años de edad, perdió la vida el pasado 8 de diciembre a las 3:30 am, al caer a las vías del metro en la estación Myrtle Avenue y Broadway, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Se dirigía a su primer día de trabajo en lo que era su segundo empleo.
Había llegado aproximadamente hacía hacia ocho meses a Nueva York, procedente de Cuernavaca, Morelos, con su esposa y sus dos hijos, uno de 7 años y el más pequeño de apenas tres meses de edad.
Laura Margarita Azpeitia Martínez relató que el miércoles 7 de diciembre a las 6:30 pm, fue el último contacto que tuvo con su esposo. Al no saber más de él, reportó su desaparición a la línea 911, horas después de algunas horas, las autoridades le notificaron que su esposa había muerto.
“Mi esposo Jorge falleció y hasta la fecha no me han dicho la causa del accidente, ya que solicitarían vídeo de las cámaras de la estación, y al parecer no hay. Exijo que su muerte no quede como un caso más, quiero saber qué ocurrió ese día y porque falleció de ese modo”, reclamó.
El día del entierro, a las 14:00 horas en la sala de la vivienda de la madre de Jorge, el féretro estaba rodeado de flores blancas y flanqueado por familiares del difunto. María Eugenia permanecía sentada cerca de su hijo. Olía a flores y a cera.
(Por la mañana habían llegado muchos medios de comunicación a entrevistarla y no aguantó el llanto. Ahora, estaba cansada y no quería decir nada más.)
Afuera, en el patio, había poca gente debajo de una maya sombra. Algunos platicaban y bebía cerveza, otros estaban en silencio o platicando en pequeños grupos o en parejas.
Somos tres hermanos: Jorge, Jessica y yo, relató Sandra, quien también platicó que a su hermano le gustaba la música electrónica, que en Morelos se dedicó a las ventas y uno de los últimos trabajos fue en una compañía de teléfonos desde donde sus compañeros mandaron a la familia una carta de condolencias. Sandra dijo que su hermano, a quien su mamá le decía de cariño ‘El Flaco’, había viajado varias veces a Nueva York en calidad de turista, y había hecho contactos allá.
Conforme se acercaba la hora de la última salida fueron llegan personas con más flores.
Jorge no es el único migrante muerto de manera violenta este año, en diciembre pasado dos migrantes originarios de Anenecuilco fueron arrollados por un tráiler cuando se dirigían a su trabajo en una camioneta, asimismo, a principios de año un migrante de Jojutla, de nombre Juan, murió en un tráiler abandonado en Houston, Texas y el 4 de junio un hombre disparó contra un grupo de asistentes a un desfile en Illinois, pegando varios disparos en el pecho a Nicolás Toledo, de 78 años de edad, oriundo de Nexpa, en el municipio de Tlaquiltenango, quien murió de inmediato.
Ante ello, organizaciones de migrantes que radican en Estados Unidos exigieron a los consulados la existencia obligatoria de un recurso para repatriación de cuerpos y a los gobiernos de los estados pidieron también recursos destinados para ayuda de gastos funerarios para quienes pierden a sus familiares en Estados Unidos.
Alfonso Seiva García, presidente de la Coalición de Migrantes Mexicanos criticó:
«Hemos tenido conocimiento que, de manera particular, los propios funcionarios ponen de su bolsa para ayudar a las familias y eso no debe ser; no queremos ir a pedir caridad para el sepelio de un migrante, para sus demás gastos funerarios. El presidente de México Andrés Manuel López Obrador, ha llamado a los migrantes ‘héroes’, y a los héroes se les entierra con honores, no con limosnas”.
Por su parte, el secretario de Desarrollo Social del gobierno del Estado, Alfonso de Jesús Sotelo Martínez, afirmó que carece de fondos para la repatriación de cuerpos de migrantes, esto corresponde a la Secretaría de Relaciones Exteriores, tampoco existe un fondo destinado a gastos funerarios: el año pasado se dieron 19 asesorías y trámites relacionados con la repartición de cuerpos de migrantes morelenses y 7 asesoría para personas que estaban de manera ilegal en Estados Unidos y fueron deportados, dijo.
De acuerdo con la Patrulla Fronteriza, el año pasado fue uno de los más mortales para los migrantes: al menos 853 murieron en los últimos 12 meses en su intento por cruzar sin documentos la frontera de México con Estados Unidos, cifra que supera las 546 muertes registradas en el año fiscal 2021.
A las 3 de la tarde llegó la carroza y el conductor preparó el espacio para la caja.
El llanto de varías mujeres resonó en la sala, varios hombres cargaron el féretro hacia a la entrada donde la carroza lo esperaba. Lo depositaron, cerraron y salieron rumbo al camposanto en fila cerca de 15 automóviles y un camión de pasajeros, que la familia alquiló para acompañar cadáver. Eran las 15:12 horas.
El cortejo móvil atravesó el centro y las orillas de la cabecera municipal hasta llegar a un valle en las faldas de un cerro en las afuera de Jiutepec, sobre la calle Camino a La Quebradora, La Laja, en donde se ubica el camposanto. Eran las 15:51 horas.
La Incontrolable Banda Juniors de Tejalpa, Morelos, recibió al difunto con “Mi gusto es”.
Los hombres cargaron la urna seguidos por un cortejo lloroso y con música tristísima hasta una cripta abierta.
El ataúd con el cuerpo de Jorge fue puesto a un lado del lugar donde sería sepultado.
Allí la mamá y las hermanas del migrante fallecido abrazaron el féretro y lloraron sin consuelo mientras la banda de viento recordaba en sus acordes los versos escritos por Carlos Corral:
“A mí no me importa nada/ pa’ mí la vida es un sueño…”
Eran las 4:15 cuando la caja fue puesta en la oquedad; los llantos aumentaron: “Pero hay cuando vuelvas no me hallarás aquí,/ irás a mi tumba y allí rezarás por mí”
Los músicos apagaban el llanto de dolor al momento en que la caja fue depositada dentro de la tumba y los albañiles colocaron las losas y sellaron para siempre la entrada.
Tocaron tres piezas seguidas “Mi gusto es”, “Amor eterno” y “Libro abierto”.
Los parientes del migrante fueron arrimando las flores, en una de las coronas, la de la familia Alcántara, se podía leer: “Nos vemos hermano”.
“En mayo o abril vino a despedirse. Le di mi bendición. Tú ya no vas a volver, le dije, pero él me prometió que estaría allá tres años y regresaría. Caminó por el patio y salió por el portón. No tardó tres años y no vino como prometió, me lo trajeron en una caja, muerto. La última imagen que tengo en mi mente y en mi corazón es su abrazo” había dicho minutos de que la funeraria llevara el ataúd María Eugenia Barrios Lara, madre de Jorge Pina Barrios, el migrante que no pudo regresar.