La Reina de las calaveras

Claudia Pozas Almanza en entrevistaM

Claudia Pozas Almanza en entrevistaM

Por Máximo Cerdio

Tlaquiltenango, Morelos; 12 de septiembre de 2022. Claudia Pozas Almanza ha escrito más de mil calaveras. Su verso es octosilábico, su estructura irregular y su rima asonante, preferentemente.

Tiene una organización discursiva muy completa y es aguda para extraer del personaje sus virtudes y defectos.

Si Claudia dibujara sería una caricaturista extraordinaria, como lo es con su verso preciso, conciso y fulminante.

El mes próximo, en su cumpleaños, presentará su primer libro “Antología de calaveras literarias 1989-2021”, editado por Talleres Gráficos Jojutla (100 ejemplares), que reúne una selección preparada por la autora, de este género que ha sido bastante estudiado y que, según el prólogo del libro, tiene sus antecedentes en uno de los textos más polémicos de la época novohispana: «La portentosa vida de la muerte» (1792), de Fray Joaquín Bolaños y que, en el siglo pasado se popularizaron con las caricaturas del grabador José Guadalupe Posada:

“Sus ilustraciones más populares, que partían del uso de la figura de la calavera o calaca, como una forma de representar al pueblo mexicano, retrataron con sátira tanto las desigualdades y el sufrimiento, como los excesos del pueblo mexicano. A su vez, la crítica de Posada llegó a consolidar una de las figuras más emblemáticas de la ilustración mexicana, como lo es la ‘Calavera garbancera’, que acompañó junto con otras representaciones esqueléticas, muchas de las calaveras literarias publicadas en los medios de corte crítico y revolucionario”.

En la cuarta de forros, José Antonio Benítez R. escribe:

Enclavado en el ámbito cultural, dicha actividad, no es sin embargo, un quehacer para cualquiera, se requiere un «Don creativo», que en este caso ha sido formado en el esfuerzo y la dedicación autodidacta de Claudia Pozas Almanza para entrelazar nuestra historia”.

En efecto. Con un poco de esfuerzo cualquiera puede rimar, es decir, encontrar identidad de sonidos vocálicos y consonánticos, o solo vocálicos, a partir de la última vocal acentuada en dos o más versos.

Por ejemplo: “Déjenme hablar de Morelos,/ sus virtudes y su historia,/ contar sin que haya recelos/ sus atractivos y glorias”.

Cualquiera puede escribir las rimas anteriores, pero para construir una calavera se necesita ese “don creativo” que menciona José Antonio Benítez R., y al que Baltasar Gracián le dedicó un voluminoso tratado (Agudeza y arte de ingenio) y en el que describe a la agudeza como “el procedimiento mental que encuentra una correspondencia entre dos objetos. Cuando esa conexión se materializa en el discurso, nos encontramos ante el concepto. El concepto sería la concreción en una idea de la potencia o capacidad para la agudeza”.

“Hay gente que nace con alguna habilidad, y a lo mejor yo soy de las que nació con la habilidad de hacer rimas”, dijo Claudia en entrevista.

Una de las composiciones que integra la selección de Claudia se llama “Día de Muertos”, y la hizo el año pasado:

Hizo gran fila la «parca»/ para obtener su vacuna,/ le pidieron credencial/ pero no tenía ninguna./

Ella exigía sus derechos,/ como muchos rezagados./ Al llegar los días de «Muertos»/ podía encontrar contagiados./

Se le pusieron al brinco/ los guaruras en montón,/ la huesuda arrió con todos,/ con dirección al panteón./

Con su gel, su cubre bocas/ y productos similares/ brindan felices los vivos,/ con sus muertos familiares.

El ritmo es melodioso, el discurso es redondo: tiene un inicio, un desarrollo y una conclusión, y esta capacidad del texto es probable conseguirla estudiando, haciendo prácticas, análisis; lo que es muy complicado lograr es proceso antes de la ejecución: la capacidad de observación para hacer un análisis, discriminar y elegir elementos que se va a incluir en el poema; e integrar armoniosamente esos elementos que expongan el hecho, la situación, la circunstancia en la que el público lector o espectador se vean reflejados, conmovidos.

“Se parece un chingo”, dice la gente cuando ve una buena caricatura. De una calavera bien echa se dice algo similar, y la respuesta es una sonrisa o de plano una carcajada.

Hace falta conocimiento de la circunstancias, de los hechos, de los personajes, saber su historia, incluso estar ahí, haber vivido eso.

No cualquiera puede o tiene interés en entrar a un pensamiento, que es como una gran coladera en la caen van los recuerdos, las sensaciones, las imágenes, los olores, las texturas, los odios, las vergüenzas, y definir un discurso, ejecutarlo, comunicarlo.

Claudia Pozas Almanza en entrevista

Claudia Pozas Almanza en entrevista

Hay individuos que tiene esta virtud, pero no lo saben. Claudia tiene esa capacidad y plena conciencia de ello.

En entrevista, esta mujer que nació en Tlaquiltenango el 30 de octubre de 1941 y que estudio sólo segundo año de primaria, relató que la primera calavera la hizo (en 1989) para su hijo, iba en la primaria y le encargaron una, y ella la construyó en un primer intento:

En la colonia Tepepa/ se oyen gritos de dolor,/ porque al profesor Urbano/ la muerte se lo llevó./

La Calaca por malora/ muy pronto se arrepintió,/ pues el profe con enojos/ su derechos reclamo.

Con quejarse al sindicato/ a la pobre amenazó/ o amotinar a los muertos/ y hacer la Revolución.

Porque si ustedes lo ignoran/ yo se los puedo informar,/ es que al profesor Urbano/ lo apoya el maestro Juan./

También la maestra Martha/ por no quedar como inepta/ a la muerte sin demora/ lanzó tremenda protesta./

Solo el profesor Gonzalo/ mostraba tremenda calma/ porque pensaba en silencio:/ ¿qué tal si pierdo la chamba?/

A la maestra María/ su suerte no le importaba,/ mientras ellos discutían/ un ojito les guiñaba./

Los niños cantan felices,/ pues su escuela está cerrada,/ ya director y maestros/ están en la tumba helada.

Claudia seguiría ayudando a los niños que acudían a hacer tareas en un “Ciberg” que tiene hasta la fecha:

“A ver mi hijo, esas calaveras están muy mal hechas. Deja te ayudo. Como se lama tu maestra, de qué escuela es, qué características tiene…”

La primera muerte

Claudia es una mujer que construye. Desde que comenzó a trabajar a corta edad hasta el día de hoy, no se cansa de realizar actividades sociales, académicas, culturales, para beneficio comunitario.

Escribir poesía le ayudó a eliminar el resentimiento que guardaba, resultado de la violencia familiar que vivieron ella y sus hermanos en un ambiente de pobreza e ignorancia. También le ayudó a ver de otra forma a la Muerte.

“Tenía yo como siete años y mis papás me encargaron a mi hermano de tres años, Arturo. El niño nació blanco, rubio, era hermoso. Mi papá le daba tabaco con tierra y eso comía el niño y enfermó, le fue creciendo mucho el vientre. Le dio una enfermedad que las “viejitas” de antes llamaban “sonahuate”, se le cayó el pelo y le quedaron en la cabeza algo así como ahuates.

“Una mujer le dijo a mi mamá que hiciera compresas con barro y agua y se las pusiera en la cabeza y luego que arrojara esas compresas secas al rescoldo, Eso hizo mi mamá y cuando los echó a la lumbre, el aguate que tenía el barro tronaba. Mi hermano cayó en cama, en un cuarto infestado de chinches que nos prestaba una tía, porque estaban construyendo mi casa.

“Vi a mi hermano sano, luego enfermarse y agonizar y morir de hambre. Esa fue la primera muerte que yo conocí”.

Claudia Pozas Almanza en entrevista

Claudia Pozas Almanza en entrevista

La política

Si bien en los versos jocosos de Claudia se puede observar su talento, es en las calaveras políticas en donde su agudeza brilla.

Claudia platicó que por mucho tiempo ha sido la “piedra en el zapato de los políticos corruptos”.

De diferentes alcaldes que han pasado por Tlaquiltenango, el que más le inspiró fue Esteban Calderón Beto (RIP). Estuvo desde 1997 al año 2000.

Era un tipo muy hablador, corrupto, muy burro, según Claudia.

Le escribí una calavera, pero como era analfabeto, difícilmente creo que la haya entendido.

Un día me enteré que había viajado a España, según él, para conocer sus orígenes, su cultura, y entonces yo escribí esto:

Esteban viajó hasta España/ para aprender su cultura,/ pero al bajar del avión/ vivió allá cruel aventura./

Cuando bajó del avión/ se armó tremendo borlote,/ gritaban ¡es Sancho Panza,/ dejó sólo a Don Quijote!/.

Como Esteban no sabía,/ ni quién era Don Quijote,/ al querer huir tropieza/ haciéndose un gran chipote./

Hoy toda la gente en Tlaqui/ lo comenta en un susurro:/ Esteban volvió de España,/ aunque muerto, igual de burro.

En una de las calaveras publicadas en el Sol de Cuernavaca en 2020, caricaturisa con rimas a Amado Orihuela Trejo:

Amado anhelaba un hueso/ que estuviera más jugoso/ y por lograr conseguirlo/ no se dio ningún reposo./

Pero el gran sueño de Amado,/ se desvaneció en la bruma/ y se fue a la sepultura/ con todo y fundación “Puma”./

Se fue al otro “barrio”, Amado, /si no lo sabías, lo anotas,/ se le hincharon los juanetes/ por andar siempre con botas.

De Mazatepec a Alpuyeca,/ con tétrico relinchido,/ viaja el fantasma de Amado,/ en su caballo querido.

Por eso su esposa Trini,/ ya dejó la presidencia/ y por el alma de su amado,/ hace eterna penitencia.

“Nada ha logrado que deje de ser yo misma”

La edición del libro fue pagada por sus nietos, que viven en Estados Unidos, la autora dijo que va a ser una presentación privada el día de su cumpleaños, en un lugar que está decidiendo, pero no estará a la venta, será repartido sólo a sus amistades y personas distinguidas; esas son las circunstancias de este ejemplar y ésta es la voluntad y el carácter de Claudia Pozas Almanza, una mujer auténtica, con una lucidez impresionante.

En el proemio de su libro, afirma:

“Los retos y obstáculos a los que tuve que enfrentarme, poco a poco lograron la metamorfosis lenta pero constante hasta convertirme en la mujer que ahora soy.

“De esa pequeña niña que padeció miles de abusos, de entre el lodazal en el que me vi inmersa emergí cual una mariposa que dejó de ser gusano.

“Ser autodidacta y haber leído tantos libros de diferentes temas me ha permitido adquirir un criterio propio, aunque mi manera de ver las cosas me exponga a tener adversarios, nada ha logrado que deje de ser yo misma”.

Las memorias de Claudia Pozas Almanza, la mujer sabia y vital, la Reina de las calaveras, están en el recuerdo de muchos habitantes de Tlaquiltenango (y de gran parte de la zona sur del estado pues leía sus calaveras tres veces a la semana en una estación de radio), la síntesis de éstas en más de mil calaveras (el libro tiene sólo 129 composiciones), poemas y cuentos que integran su obra escrita e inédita, con personajes, hechos y pasajes de la historia del pueblo. Bueno sería editarlos y que formen parte del acervo, para consulta y tesoro de las generaciones futuras del pueblo tlahuica.