Cristal, la reina de las drogas
𝐈𝐧𝐝𝐢𝐠𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚, 𝐣𝐮𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐝 𝐲 𝐮𝐧 𝐠𝐨𝐛𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 𝐢𝐧𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞
Por Marisol Campos
Tlaquiltenango, Morelos; 10 de febrero de 2022.“A veces mejor me quisiera morir, quedarme por ahí tumbado, que me traguen los perros. A ver pega un vaso de vidrio roto y sírvete agua… todo se escurre entre tus manos, ya no sirve, así estamos nosotros”, refiere Beto, un joven de 19 años con problemas graves de adicción al cristal.
Desde el gobierno se les cataloga como personas en situación de calle, la sociedad les llama indigentes, otros más pordioseros, incluso “loquitos”, todos tienen un adjetivo para ellos y ellas, lo que no se tiene es solidaridad y políticas públicas reales y efectivas que ayude a cambiar esta realidad que viven decenas de drogadictos; que pueden formar parte de estadísticas delincuenciales, pero no de personas vulneradas en sus derechos, porque no duelen a alguien, simplemente son los invisibles.
“Empecé con mota a los 14 con unos amigos de la secu; era la mejor forma de estar acompañado; no tenía papá, y mi mamá, pues disque andaba chambeando y nos dejaba solos… – De repente, Beto grita eufórico, al tiempo que empieza a caminar- Pero ya llegó el crico (cristal), ese sí te pone bien chido”.
Como todas las sustancias psicoactivas, la metanfetamina o cristal afecta al sistema nervioso central, ya que es una droga estimulante, que se elabora en base a pastillas comunes y anfetaminas, mezcladas con químicos altamente dañinos y corrosivos como el ácido para baterías, ácido muriático, limpiador de desagües, combustible para linternas, anticongelante, veneno para ratas, éter, fosforo rojo, litio, acetona, bromo y bario e incluso fentanilo, logrando con ello pedazos de cristales transparentes parecidos al hielo, que al molerlos se pueden inhalar o fumar.
Según un informe de la Asociación Civil “Centros de Integración Juvenil”, emitido en el 2019, el consumo de cristal se ha ido incrementando en el Estado de Morelos, ya que, del segundo semestre del 2004 al segundo semestre del 2018, el empleo de metanfetamina aumentó en un 19.8 por ciento.
La realidad, es que no existe una padrón preciso que pueda indicar cuántas personas tienen problemas de adicción, puesto que la población callejera no aparece en las estadísticas de pobreza en México, porque el organismo encargado de su medición, el Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social (Coneval) se basa en encuestas en hogares generadas por el INEGI, sin tomar en cuenta a los individuos que viven en situación de calle, donde se concentra un gran número de personas con alguna adicción.
En marzo del 2021, el titular del INEGI en Morelos, Ricardo Torres Carreto, dijo: “Como parte del Censo de Vivienda 2020 aplicado en personas que hacen de la calle su hogar se notó una leve disminución comparado con la cifra que se tuvo hace 10 años donde hubo 149 y en este último ejercicio, el instituto detectó un total de 122 personas en todo el Estado” (Cárdenas, 2021).
Dicha cifra resulta absurda, puesto que al hacer un recorrido por algunas calles de tan solo tres municipios de la región sur: Jojutla, Tlaquiltenango y Zacatepec, se pudieron contabilizar 21 indigentes, por lo que resulta ilógico que las otras 101 personas vivan en los 33 municipios restantes, considerando además que Cuernavaca, Jiutepec o Cuautla tienen una población más extensa.
Es decir, el gobierno no cuenta con estadísticas reales y los datos que se conocen son proporcionados por las instituciones privadas o algunas públicas en base a las personas que acuden a alguno de estos lugares y de ahí se obtienen un referente al conocer el número de individuos que son atendidos en estos centros, eso permite relativamente tener un panorama superficial del incremento o disminución del número de adictos y que tipo de sustancia están consumiendo.
La sociedad y sobretodo el gobierno debe entender que este no es un problema individual, o exclusivo de esos grupos, sino un asunto social que día a día se agrava, puesto que no solo ha aumentado el número de personas en situación de calle, sino también el consumo de drogas, donde lo que más impera es el cristal por su bajo costo que no rebasa los 50 pesos la dosis.
Como ya se dijo, esta sustancia causa trastornos muy graves en la conducta de los consumidores haciéndolos violentos, lo que obviamente incrementa los actos delictivos y ante la falta de dinero tambien se vuelven presa fácil para ser cooptados por la delincuencia organizada a cambio de obtenerla.
Es así, que se vuelven los desechables de los carteles, que los utilizan para la distribución e incluso como se dice en el argot delictivo, “los ponen” para hacer trato con otros grupos o para que los cuerpos de seguridad, muchos de ellos coludidos con el crimen organizado, tengan que reportar con bombo y platillo la captura o muerte en un enfrentamiento de estos jóvenes delincuentes, que no son otra cosa más que victimas del sistema.
Es claro que el gobierno no ha cumplido con la responsabilidad que le dicta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, específicamente los primeros 29 artículos donde se hace referencia de los Derechos Humanos y sus garantías, tales como el principio de universalidad de los derechos fundamentales, la igualdad, la prohibición de la discriminación, el derecho a la salud, a la educación, al empleo y a una vivienda digna, entre otros.
Tampoco aplica la Ley de Asistencia Social, donde refiere una serie de acciones tendientes a modificar y mejorar las circunstancias de carácter social que impidan el desarrollo integral del individuo, así como la protección física, mental y social de personas en estado de necesidad, indefensión desventaja física y mental, hasta lograr su incorporación a una vida plena y productiva. (Camara de Diputados del Congreso de la Unión, 2021).
El Estado debe atender con urgencia a los grupos vulnerables, de lo contrario la proliferación de jóvenes en situación de calle o indigentes aumentará gravemente, porque incluso la edad de consumo cada día llega a niños más pequeños, todo esto traerá como consecuencia el incremento de las estadisticas delincuenciales y más jóvenes caídos por el consumo del cristal, la reina de las drogas.
Los cuerpos policiacos no actúan por miedo, otros porque están coludidos, y muchos más porque no cuentan con las herramientas pertinentes, armas, vehículos y capacitación para poder hacerle frente a la delincuencia organizada, que como su nombre lo indica está debidamente constituido y obviamente ha rebasado a las corporaciones de seguridad, como ejemplo, Morelos con casi 2 millones de habitantes, solo cuenta con 3 mil 24 elementos policiacos en todo el Estado, es decir un policía por cada 650 personas.
Aunado a esta negación de sus derechos por parte del gobierno, la sociedad debe también asumir su compromiso desde el núcleo familiar, donde se generan problemas tales como, violencia verbal y física e incluso abuso sexual; siendo estos los principales motivos de la salida de niños y jóvenes a la calle, que encuentran en las drogas un “escape a sus problemas”, sin darse cuenta que esta situación será su peor verdugo o prácticamente, su pase al infierno.
Los padres de familia deben ser guías de sus hijos, mantenerse alerta de su conducta y estar atentos de ¿Qué hacen?, ¿A dónde van?, ¿Quiénes son sus amistades?, además de inculcarles valores que les permitan entender los riesgos y las consecuencias potenciales de sus decisiones.
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Referencias:
http://www.chihuahua.gob.mx/contenidos/graves-consecuencias-por-consumo-de-metanfetaminas-cristal-aprende-decir-no. (24 de noviembre de 2017).
http://www.cij.gob.mx/Programas/Investigacion/pdf/19-04a.pdf. (septiembre de 2019).
https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/PobrezaInicio.aspx. (2020).
Cárdenas, K. (5 de marzo de 2021). https://www.elsoldecuernavaca.com.mx/local/viven-menos-personas-en-la-calle-inegi-6438582.html.
Camara de Diputados del Congreso de la Unión. (20 de mayo de 2021). https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/270_200521.pdf.