La historia de Lázaro
Por Máximo Cerdio
Lázaro Pérez Estefes llegó San Pedrito, en Agua Blanca de Iturbide, Hidalgo, procedente de Estados Unidos, un 26 de octubre de 2021 en la madrugada, después de trabajar intensamente por varios meses con el propósito de buscar una mejor vida para su familia.
No regresó con regalos ni con el dinero para comprar una casa, un coche y bautizar a su hijo, como lo prometió a su esposa, lo llevaron en una cama desde un nosocomio de Chicago hasta del Hospital General de Pachuca, Hidalgo, donde fue atendido por varios días para estabilizarlo porque había tenido una lesión cerebral, coronavirus y una fuerte infección.
En la actualidad, Lázaro yace en una cama, no se puede valer por él mismo, requiere ayuda para alimentación, medicamentos, y terapias físicas, entre otras necesidades.
En busca de una vida distinta
Lázaro Pérez Estefes nació el 17 de agosto de 1997 en la ranchería San Pedrito, Municipio de Agua Blanca de Iturbide, Hidalgo; estudió hasta la primaria y se dedicó a hacer trabajos del campo en su comunidad o en la cabecera municipal.
Realizó el peligroso viaje de 12 días que han hecho todos sus paisanos que han arriesgado su vida para cruzar hacia Estados Unidos por el desierto.
Salió con su hermano Rey de su casa el día martes 15 de enero de 2019 a las 3 de la madrugada. Prometió a su esposa regresar pronto, no tardar más de tres años, después de juntar dinero para comprar una casa y una camioneta.
-De regreso bautizaremos al niño (tenía cuatro meses de edad) –prometió.
De allí, fueron a Tulancingo, Hidalgo, en donde los esperaban cinco migrantes más. Luego viajaron en autobús a la central camionera de Querétaro, allí compraron boletos de camión para Ciudad Acuña, Coahuila, pero se bajaron antes, en el pueblo de Santa Rosita. De allí fueron llevados en una camioneta a una casa en donde descasaron, comieron y se prepararon. Salieron a las 9 de la noche, escoltados por un guía y elementos de Ejército Mexicano, quienes los escoltaron por algunas horas y a quienes les pagaron 10 mil pesos por migrante, llegando a las 8 de la mañana a las márgenes del río Bravo, luego cruzaron nadando. Después caminaron seis noches por el desierto acompañados por un guía y cargando una mochila con un peso de entre 20 o 30 kilos con comida, agua, suero, aguardiente. Llegaron por la madrugada a un lugar en Texas, en donde el guía los entregó a unas personas que ya los estaba esperando en una camioneta, los levantaron y los llevaron a un refugio en donde descansaron y esperaron a que los polleros dieran la orden de moverlos, una vez que se liquidaran los 8 mil dólares que piden por persona. De allí los movieron en camionetas, a varias partes de Estados Unidos, Lázaro y su hermano fueron trasladados a Chicago.
Lázaro trabajó muy duro para pagar los 8 mil dólares que le cobraron por cruzar la frontera.
En julio de 2021, apenas había acabado de pagar su deuda, tenía dos empleos en dos restaurantes distintos (trabajaba en la cocina); comenzaría a mandar dólares a su familia para construir su casa y comprar su camioneta.
Lo que la vida también nos da
El 8 de julio de 2021, por la tarde, Lázaro estaba en el departamento que rentan con su papá Baudelio Pérez Guzmán y sus hermanos Juan y Rey en Chicago, Illinois.
Mandó un mensaje a su esposa y luego habló con su mamá, se despidió de ella y le dijo que se alistaba para ir a trabajar.
Minutos después Baudelio llamó a María Guadalupe y le avisó que su hijo se había desmayado, que él se había quedado cuidándolo mientras sus hijos buscaban ayuda para llevarlo a un hospital.
Después de varios minutos llegó una ambulancia al departamento, levantó al lesionado y lo llevó hospital St. Alexius Medical Center, ubicado en Hoffman Estates, Illinois, un suburbio localizado noroeste de Chicago.
Allí los médicos atendieron a Lázaro y le salvaron la vida.
En uno de los reportes emitidos por el hospital en Chicago, que le fue entregado (en inglés) a los familiares de Lázaro (el papá es analfabeto y los hermanos apenas saben leer y escribir) se lee:
“Varón de 24 años con PMH de lesión cerebral anóxica en estado de mínima respuesta, que se presentó el 8 de septiembre debido a menor capacidad de respuesta por familia e inhabilidad para cuidar de su hogar. El paciente tuvo un curso complicado prolongado que incluía infección por COVID 19 a finales de septiembre con infiltrados que se habían resuelto con la repetición de la ATC de tórax, UTI BLEE y neumonía del RLL que también se resolvió. El paciente ha estado con aire ambiente durante 1 semana, no ha tenido más episodios de aspiración y se ha mantenido estable. La presión arterial y la frecuencia cardíaca también se han mantenido estables”.
Lo dieron de alta el 18 de agosto, sin embargo en fecha posterior lo volvieron a internar (en el mismo hospital) porque tenía una infección, de la cual se recuperó. El 25 de octubre lo dieron nuevamente de alta y lo mandaron a México.
Luz y Lázaro
Lázaro estuvo internado del 8 de julio al 18 de agosto; volvió a ingresar el 8 de septiembre y lo dieron de alta nuevamente el 25 de octubre de 2021.
Durante ese tiempo lo cuidaron su papá Baudelio, sus hermanos Juan y Rey y el esposo de su hermana, sin embargo no podían estar en el hospital permanentemente, tenían que trabajar porque de lo contrario perderían su empleo y no podrían mandar dinero a su familia, así que a veces lo dejaban solo.
Fue uno de esos días que el paciente no recibió vistas cuando fue visto por primera vez por María de la Luz Arellano Cortés, o “Luz”, como también es conocida esta mujer que se encarga de hacer la limpieza a las habitaciones del nosocomio.
En entrevista, relató que a principios de septiembre le tocó hacer el aseo donde se encontraba Lázaro y lo vio solito. Ella, ciudadana norteamericana que llegó desde hace más de 20 años a Estados Unidos procedente de Guanajuato, vio que era un latino y relata que le dio “mucha tristeza” ver al joven tan abandonado, inmóvil, sin abrir los ojos, como un “vegetal”.
Recordó a su hermano, fallecido en el mes de abril después de una larga y dolorosa agonía, y el estado del muchacho la conmovió.
“Volví al día siguiente a la misma hora para verlo, y encontré a su papá y a su hermano, con quien no pude conversar sino hasta después de insistir por varios minutos, ellos son muy callados. Su padre me contó lo que le había ocurrido, la situación tan precaria en la que se encontraban en Estados Unidos y en su aldea, en México. Me dijeron que no tenían ‘papeles’ ni seguro social ni de gastos médicos. Yo tenía la idea de gestionar que el joven fuera recibido en un hospital en donde le dieran una atención digna para su problema, aunque sin papeles y sin seguro médicos, aquí puede uno encontrar apoyo de varias organizaciones y fundaciones y mi idea era buscar esa ayuda; sin embargo el señor Baudelio me dijo que ya no quería estar en ningún hospital de Chicago, que quería era que su hijo regresara a su pueblo, en México.
María de la Luz también relató que aunque los médicos informaban a los familiares sobre la situación médica del paciente y sobre la necesidad darlo de alta y procurarle una atención fuera del hospital, ni el hermano ni el papá entendían a pesar de que esta información se la daban en español por medio de intérpretes. Baudelio nos sabe leer ni escribir y sus hijos estudiaron sólo la primaria.
“Les di mi teléfono a ellos para que me llamaran si necesitaban algo. Finalmente lo dieron de alta y se lo llevaron al departamento que rentaban como a 10 o 15 minutos de ese hospital. Dos semanas después recibí una llamada Baudelio, su hijo se había puesto mal de salud y me pedía que le mandara una ambulancia, sin saber que yo era sólo la persona que hacía el aseo. Fui al departamento donde Lázaro convalecía y lo vi muy mal, es cierto que le habían donado una cama especial, pero su familia no tenía las condiciones ni el conocimiento ni el tiempo para auxiliar a un enfermo en la situación de él, estaba temblando, echaba espuma por su boca y me espanté; entonces le hablé a una amiga y llegó y también vio la situación en la que se encontraba y llamó a una ambulancia del hospital St. Alexius, ésta llegó y lo recibieron de nueva cuenta. Allí quedó nuevamente internado hasta que lo estabilizaron. Yo trataba de ir diario a ver a Lázaro y su papá insistió en que querían que lo regresaran a México. Finalmente ordenaron su traslado”, platicó María de la Luz.
Los largos trámites para salir de Estados Unidos
María de la Luz comentó el caso a familiares y amigos suyos que se dedican a la ayudar sin fines de lucro, y comenzaron a buscar a personas que pudieran socorrer al migrante internado.
Fue a buscar a Gonzalo Pérez, presidente de la Federación Hidalguense del Medio Oeste de Chicago, que reside en esta ciudad y tiene doble nacionalidad, y le planteó el caso. Él comenzó a hacer trámites en el Consulado Mexicano y en México, con autoridades del gobierno del estado de Hidalgo, para que ayudaran.
La intervención de la federación hidalguense fue fundamental porque la organización gestionó el apoyo para el connacional originario de Hidalgo en el Consulado mexicano y también ante las autoridades estatales para que se bridará atención hospitalaria a Lázaro una vez que llegara a su país y a su estado.
“Es un ser humano, es mexicano, es hidalguense y nosotros como migrantes estamos comprometidos con nuestros connacionales. Tenemos derecho a buscar una vida mejor en nuestro país o en otro. El gobierno mexicano también tiene una responsabilidad. No provee lo necesario a los mexicanos, como a Lázaro, y éstos se ven obligados a arriesgar su vida para buscar mejores condiciones de vida. En estas tragedias el gobierno mexicano debería ir más allá de facilitar el traslado de enfermos o de cuerpos si los mexicanos fallecen en Estados Unidos” comentó Gonzalo Pérez en entrevista.
En fecha posterior, durante una gira por la Ciudad de México, Gonzalo Pérez relataría:
“El miércoles 3 de noviembre del 2021 conocí por primera vez a la esposa, a la madre y al hermano menor de lázaro, por video llamada: su profundo dolor y tristeza eran evidentes. Por mi parte miré una familia de escasos recursos, sentí sentir el gran dolor y el grito de ayuda ante lo que estaban enfrentando y no sabían cómo resolver”.
María de la Luz también platicó con el padre Domingo Hurtado Badillo, encargado del servicio religioso del hospital St. Alexius Medical Center.
“Él estuvo pendiente del asunto. Me comentó que ya había hablado con el papá y el hermano sobre la situación complicada de salud de Lázaro, que era posible que no se recuperara nunca, que eso dependía de Dios. En cuanto supo que querían trasladarlo a México comenzó a hacer trámites en el hospital y en el Consulado Mexicano en Chicago para que lo dieran de alta y facilitaran su salida hacia México. Llevé al papá de Lázaro al Consulado en Chicago, allí él habló con funcionarios y expuso la situación.
Cuando su padre insistió en que lo regresáramos a México, me puse a pensar que era mejor que él estuviera escuchando las voces de su familia en su pueblo, que siguiera aquí, sin ver a ninguna cara amiga, sin oír a nadie que conociera, escuchando un idioma que no entendía”, dijo María de la Luz.
Finalmente y después de muchos trámites en los que intervinieron autoridades estadounidenses y mexicanas, Lázaro fue dado de alta el 25 de octubre de 2021. Lo mandaron en una ambulancia del St. Alexius Medical Center al Aeropuerto Internacional O’Hare; allí, custodiado por dos trabajadores médicos del nosocomio y por su cuñado, fue puesto en el vuelo B11 Chicago-México de United, con hora de salida 7:30 PM, al Aeropuerto Internacional Benito Juárez, de la Ciudad de México, a donde arribaron al día siguiente, por madrugada. En seguida lo llevaron en ambulancia al Hospital General de Pachuca.
El esposo de la hermana de Lázaro, quien no quiso dar su nombre y pidió que no se diera a conocer su imagen, afirmo:
-Cuando me avisaron que estaba grave me fui de Carolina del Norte a Chicago inmediatamente, lo acompañé en el hospital y lo acompañé desde Chicago hasta Pachuca y después hasta San Pedrito. Es muy triste y doloroso verlo cómo está ahora y cómo era antes de irse. Crecimos juntos en el pueblo. Él hubiera hecho por mí lo que estoy haciendo por él.
De regreso a casa
Del 26 de octubre al 4 de noviembre estuvo en el Hospital General de Pachuca, Hidalgo, en donde lo estabilizaron. Esta institución emitió un documento denominado “Resumen de egreso hospitalario” en el cual se lee:
“Paciente de 24 años de edad sin antecedentes crónicos de importancia para su padecimiento actual: Quien se refiere inicia su padecimiento actual el día 8 de julio al estar en reposo presentando pérdida del estado de alerta de manera súbita, sufre caída, refiriendo familiar traumatismo en cráneo, siendo llevado a un hospital en Illinois, Chicago, donde por estado neurológico requiere ventilación mecánica asistida, dándosele el diagnóstico de lesión cerebral anoxica/disautonomía; estando en ventilación mecánica por 1 mes, decanulándose de manera exitosa sin embargo sin mejoría significativa en estado neurológico por lo que se coloca sonda de gastrostomía para alimentación, se egresa a su domicilio sin eventualidades por aproximadamente 20, hasta que presenta deterioro neurológico sin respuesta a estímulos dolorosos ni verbales, siendo ingresado nuevamente a hospitalización, dándose en diagnóstico de COVID-19 El día 23/09/21 sin requerir oxígeno, además de diagnosticarse infección del tracto urinario con E coli BLEE, recibiendo meropenem, siendo egresado a otra unidad médica, por lo que se refiere, falta de recursos, por lo que ingresa al servicio de urgencias el 26 de octubre de 2021”.
Una vez que el paciente fue dado de alta, lo trasladaron, por más de cuatro horas y media en ambulancia, hasta la ranchería de San Pedrito, donde tiene su domicilio y donde fue recibido por su hermano, su mamá, su esposa y su pequeño hijo Gael.
La localidad se ubica en el municipio de Agua Blanca de Iturbide, Hidalgo, colinda al norte con el estado de Veracruz de Ignacio de la Llave y el municipio de San Bartolo Tutotepec; al este con el municipio de San Bartolo Tutotepec; al sur con los municipios de Metepec y Acatlán; al oeste con el municipio de Acatlán y el estado de Veracruz de Ignacio de la Llave. Al menos una hora del trayecto desde la cabecera municipal a la aldea, es por terracería.
Los pobladores tienen agua potable y luz eléctrica, la señal telefónica es muy inestable; también cuentan una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social que, hasta hace dos años atendía un médico, ahora está a cargo una enfermera que no sale de la clínica.
Lázaro en San Pedrito
La entrada a la sala convertida en recámara de la casa de María Guadalupe Estefes Flores está protegida por una colcha para el frío, colgada a modo de cortina sobre un alambre sujeto con clavos, que va de lado a lado de la habitación.
Adentro yace Lázaro sobre una cama médica, frente a una ventana sin cortina desde donde Lázaro podría observar los cerros verdes y un azul de inverno interminable. Es un joven de piel morena, pelo negro, tiene los ojos abiertos y la mirada perdida; el brazo derecho lo tiene doblado. Está cubierto con una colcha. Es delgado, mide aproximadamente 1 metro con 70 centímetros; antes del infarto era “gordito” según relató su cuñado.
Hay también un foco encendido cubierto con papel aluminio.
A lado derecho se encuentra su esposa Marcelina Martínez Mendoza, quien en entrevista platicó que el día que 4 de noviembre que recibieron a su marido como a las 11 de la noche, tuvieron que acomodarlo en ese lugar, porque donde ellos vivían es muy pequeño, hace mucho frío y la cama especial no cabe.
“Cuando estaba en Chicago no se movía, ahora mueve el cuello, la cabeza. Sonríe, nos hace señas con los ojos, pero en ocasiones pierde su mirada. También mueve las piernas, los pies, raras veces mueve los dedos. Grita y a veces como que se ríe”, comentó.
-Le pregunto que si me conoce, que si sabe que tiene un hijo. Le digo cómo se llama él, cómo me llamo yo y nuestro hijo. También le digo que le eche ganas y no se rinda, poco a poco vamos a salir adelante. No te voy a dejar solo, tienes que levantarte. Dios es tan grande que no nos ha dejado solos. Juntos para salir de esto. Él, con su mirada, me dice que sí vamos a salir de esto. Lo despedí llorando, cuando se fue a trabajar a Estados Unidos.
María Guadalupe, se encuentra al lado izquierdo de su hijo y apenas habla. Le acaricia el pelo y le susurra palabras al oído como si se tratara de una oración.
-Yo quisiera que se levantara, que comiera. Diario me marcaba, me mandaba dinero, aunque fuera poquito. Yo sufrí de chiquito, no quiero que sufran mis niños. Prometió que regresaba en tres años, que venía para mayo. Te voy a mandar unos centavitos a ti y a la Marce, suben el martes, me dijo la última vez que me habló.
Las necesidades de Lázaro
Marcelina Martínez Mendoza dijo que el estado de salud de su esposo es complicado. No se puede mover solo, se alimenta y recibe sus medicamentos por medio de sonda, requiere accesorios (como sondas, bolsas, cánulas, pañales) y medicinas que por lo común no son suministradas en el Hospital General de Pachuca y necesitan comprar ellos en alguna farmacia. La cama médica especial en la que reposa su cónyuge es rentada, les cobran 2 mil 500 pesos al mes, y no tienen para comprar una.
Explicó que las consultas en Pachuca son muy espaciadas y a veces su marido se altera mucho y no saben qué hacer: el hospital queda a más cuatro horas y media de San Pedrito; por ello, dijo solicitan que puede ser atendido en la cabecera municipal de Agua Blanca de Iturbide o en Tulancingo.
También precisó que necesitan que una terapista lo vaya a atender hasta la comunidad donde vive, en la actualidad una enfermera llega a darle terapia de rehabilitación física una vez a la semana: pagan 200 pesos solamente de taxi para la enfermera y 200 de honorarios.
Morir una vez
El 18 de diciembre, día Internacional del Migrante, que se realizaron entrevistas a los miembros de la familia, el cuñado de Lázaro comentó que más de 10 pobladores de la ranchería se habían marchado hacia Estados Unidos. “Tres se fueron hoy por la madrugada, porque la situación en la comunidad era muy precaria, iban al día, y apenas alcanzaba sobrevivir: “para muchas personas vale más morir una vez que estar muriendo todos los días”, sentenció.
Rubén Pérez Estefes, de 17 años, es el hermano más pequeño de Lázaro. Estudio hasta la primaria y trabaja en el campo, cuando le dan trabajo. Nació, como toda su familia, en esa comunidad.
Rubén, como muchos habitantes de esa aldea, quiere ir a ganar dólares al otro lado, para buscar una vida distinta a la que lleva en la ranchería de San Pedrito.
Quien desee proporcionar ayuda puede contactar a la esposa del joven Lázaro Pérez Estefes, señora Marcelina Mendoza Martínez, teléfono celular de contacto +52 1 771 106 5169. Banco Azteca, número de tarjeta 5343810207868610; número de cuenta 99040165603468; cuenta Clabe 127312001656034689