Las «brujas aborteras» y el día en que anduvieron sueltas por las calles

Protesta feminista en el Congreso

Protesta feminista en el Congreso

Por Omar Ocampo

Cuernavaca, Morelos; México. El miércoles 29 de septiembre, en la víspera del día de San Miguel Arcángel, cuando la tradición marca que el diablo anda suelto, colectivas y organizaciones feministas salieron a manifestarse a favor del aborto legal y seguro, celebran el Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal.

Las activistas, «brujas» como se autodenominan, comienzan la Marcha Abortera en una iglesia: la parroquia San José El Calvario, mismo lugar donde se encuentra un Chapitel, consagrado a la Virgen de Guadalupe.

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Al lugar también arriban integrantes del Frente Nacional por la Familia, quienes resguardan celosos las puertas del templo y se plantan al pie de la capilla abierta para evitar que las mujeres, vestidas de negro y pañuelos verdes en el cuello, las dañen o hagan pintas.

Los católicos, con playeras blancas y pañoletas azul claro, comienzan a rezar el rosario; cada uno de los misterios es recitado con fuerza, como queriendo ahuyentar a las feministas que se encuentran a solo unos metros, del otro lado de la banqueta.

En medio de los grupos antagónicos están comerciantes de flor de pericón en sus puestos, ávidos de gente que pase a comprar su ramo para ponerlo en la entrada de su domicilio, automóvil o negocio y así «protegerlos del demonio», una tradición muy aceptada en Cuernavaca. Agentes policiacos están a la expectativa.

Los católicos dicen que no permitirán pintas donde hacen culto, como pasó hace un año, y que le apuestan a la paz y serenidad.

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Decenas de integrantes de la Red de Colectivas Morelos comienzan a caminar rumbo al Congreso, dejan atrás a los católicos no sin antes realizar unas pintas en la explanada de la Escultura a la Madre: «Gente dejen ser libres», «Aborto legal ya♀️!».

Las brujas hacen varias paradas en su camino a la sede del Poder Legislativo. Avanzan por la calle Matamoros con pancartas, pañuelos grandes y telas larguísimas, a lo lejos parece una «marea verde». El contingente que va en la vanguardia es el ala dura: tapadas hasta la cabeza con pasamontañas o paliacates y con gafas oscuras para no ser identificadas, son las que realizan las pintas en la antigua sede del Congreso, Jardín Juárez y Palacio de Gobierno.

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En Plaza de Armas las activistas quitan las vallas y logran entrar a la zona de las letras monumentales de CUERNAVACA. Ahí prenden fuego a telas, como si realizaran un ritual; con sus consignas pretenden informar a la población sobre los derechos de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo.

Después de hacer pintas, las mujeres posan para la foto de lo que pareciera su aquelarre, o reunión de brujas, y gritan: «¡hay que abortar, hay que abortar, este sistema patriarcal!». Brincan, porque «el que no brinque es macho». A los católicos les exigen, «¡saquen sus rosarios, de nuestros ovarios!».

Ya en el Congreso, pintan de verde los barrotes que delimitan las instalaciones, el verde que representa la lucha por la despenalización del aborto en el continente americano.

Las feministas leen un pronunciamiento firmado por 16 colectivas -Brujas Radicales y Aborteras, Radicales al Glitter de Guerra, Jijas del Maíz, entre otras- en la que reclaman a los legisladores voten a favor del aborto legal, con la aprobación de la iniciativa de ley que entregaron hace un año. A los grupos religiosos, les piden que respeten el Estado laico.

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Aunque desean ingresar al interior del Congreso no lo consiguen y se quedan a sol de plomo en la entrada. La diputada Edi Margarita Soriano sale a recibirlas y les asegura que el próximo jueves se va a presentar la iniciativa de ley durante la sesión ordinaria de pleno.

Después, las brujas de repente se juntan y «se hacen bolita» con sus mantas para cambiarse la ropa negra y dejar al descubierto sus rostros.

Ahora se puede ver que son jóvenes de todas las edades, algunas madres acompañadas con sus hijos pequeños.

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Las brujas festejan en la calle. Hacen un gran círculo, aplauden y levantan el pañuelo verde con la mano, entonando una adaptación feminista del Bella Ciao, una canción que los partisanos italianos cantaban contra el fascismo en la Italia de la posguerra, popularizada por la serie española «La Casa de Papel».

Antes de irse, una mujer recuerda la movilización que realizarán al siguiente día en Tepoztlán, y las que hagan falta, «hasta tirar al patriarcado».