La caricia de tu recuerdo
Por Carolina Guadalupe García Domínguez
Hace días dejé de ver aquél simpático y tímido muchacho de ojos tristes que vivía en el departamento 94 del piso de arriba. Cuando nos mudamos a la ciudad de Puebla con mis papás creí que nada bueno me sucedería porque realmente extrañaba a todos: mis abuelos, primos, ¡a mis amigos del alma! Pero en la vida existe siempre un momento donde tienes que dejar todo atrás… Sólo me ha quedado el recuerdo cálido de un abrazo impreso de suavitel que Carmen me daba todas las mañanas en el colegio, o de Rafael, cuando en los recreos me compartía su adicción por los Doritos incógnita y una Coca-cola bien fría. El día que mi padre aceptó el ascenso en la empresa de bienes raíces sentí que era mi ruina total, sin imaginarme que en realidad mi destino tocaría una puerta inesperada y me daría una oportunidad que en el fondo de mi corazón anhelaba que sucediera: encontrar a un nuevo amor que me transformara e invitara a descubrir nuevas facetas de la vida que yo ansiaba ver, saborear, tocar, sentir y disfrutar, pero a mi edad no me atrevía a experimentarlas por temor a ser lastimada.
Fue entonces cuando el 10 de diciembre de 2010 partimos por fin a la inesperada ciudad de Los Ángeles. Nunca entendí el porqué de ese nombre, pensé que encontraría algún ser angelical en cada rincón de la plaza principal o que el ángel de la guarda nos estaría esperando ahí. Yo creo es lo segundo porque al llegar en el edificio nuevo recordé de manera furtiva aquel amor inocente e infantil de mi pasado que me dejó un sabor dulce en mi alma y me dio la esperanza de encontrarlo en algún rincón de esta ciudad. Así fue: Un día caminé por el parque central y, mágicamente, aquel muchacho tímido del apartamento 94 que había escuchado días atrás iba caminando a unos metros delante de mí, una ráfaga de viento me hizo reconocerlo: su aroma de Kiwi activó mi memoria adormitada: ¡era mi José con su atuendo nuevo!, con su aspecto maduro, pero con el mismo aroma que me hizo reconocerlo de inmediato. En automático mi corazón volvió a latir: Eso es el amor.
Carolina Guadalupe García Domínguez, nació en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, el 31 de mayo de 1994. Cuentista. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Chiapas. A los 25 años ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, donde actualmente se encuentra culminando la Maestría en Literatura Hispanoamericana. Durante este tiempo se ha desempeñado como lectora de novelas románticas y policiacas, y ha escrito innumerables textos académicos. Actualmente incursiona en la creación de cuentos cortos.