Reparación de daños al acueducto de la exhacienda de San Carlos, Yautepec

Arcos dañados

Arcos dañados

«En los próximos días, una vez hecha la conciliación con la aseguradora, darán inicio las primeras acciones de estabilización del Monumento y posteriormente se evaluará un proyecto para la restauración, restitución o reconstrucción de la parte colapsada», informó la Secretaría de Cultura mediante un comunicado la mañana de este jueves.

Texto y fotografía: Gustavo Yitzaack Garibay

Yautepec, Morelos, México; 24 de junio de 2021. Tras la Conquista de México, Yautepec formó parte del Marquesado del Valle de Oaxaca y después de la Independencia del estado de México y, desde 1869, de lo que hoy es el estado de Morelos. Gracias, a sus prolíficas tierras, irrigadas por el río del mismo nombre, del siglo XVI al XX Yautepec fue parte del corazón industrial de una de las regiones del Valle de Amilpas (Cuautla) que pors su sistema de fecundos valles, entre 1908 y 1909 junto a Hawai y Puerto Rico llegó a producir gran parte del azúcar que se consumía en el mundo.

De acuerdo con las investigaciones de la historiadora Gisela von Wobeser, los orígenes de San Carlos Borromeo se remontan a 1608, cuando el indígena principal de Yautepec Alejo de la Cruz otorgó mediante escritura de venta 6 caballerías (258 ha) a la noble indígena Catalina Susana y a su marido, el español Bartolomé Álvarez. Las tierras comprendían los lugares de Apacapan, Xantetelco, Hacitepanecamile, San Miguel, Ginemecapan, Istlahuaca y Miliantemi, con derecho a usar 6 surcos de agua del Río Yautepec.

Para 1616, luego de que le es rechazada su solicitud para sembrar caña y establecer un trapiche, Juan Paniagua Bueno vende sus derechos a Francisco López Bueno y su esposa Isabel Ocampo y Rivera, quienes fundaron la hacienda y construyeron algunos de los principales edificios, entre ellos el ingenio. A lo largo de los siglos, la hacienda pasó de unas manos a otras, esto no sin los sobresaltos económicos de sus recurrentes malas administraciones que con su endeudamiento fue puesta en remate, hasta que en 1845 fue adquirida por Félix Goyeneche, quien la vendió a su sobrino Esteban Goyeneche.

Esa será una breve época de esplendor, pues la nueva administración fundó en 1850 una compañía entre los capitalistas Guillermo Drusina y Lorenzo Gamio, quienes junto con el ingeniero civil Brami Andrade emprendieron la industrialización de azúcares y miel. Así comienza la expansión de la hacienda, que ese mismo año adquiere y anexa el rancho de Juchiquesalco y las haciendas de Xochimancas y Apizaco en 1851.

El endeudamiento para la introducción de maquinaria neoyorquina y la creación de un laboratorio provocó la quiebra de los socios, mismos que cedieron sus créditos a la Jecker Torre y Cía, cuyo principal socio Isidoro de la Torre y Carsi termina en 1855 por adueñarse de San Carlos Borromeo que, junto con Tenextepango, Cuauhuixtla y Tenango, llegó a clasificarse como de 1á clase fiscal. Poco después, Torre y Carsi adquiere las tierras de Cuatetelco y las haciendas de San Nicolás Pantitlán y San José Cocoyoc, hasta que en 1881 adquiere la fåbrica de Santiago Tenextepango. Este mismo año, con la muerte del empresario en Vichy, Francia, San Carlos y Tenextepango serán modelos de unidades agrícolas durante el Porfiriato.

Arco dañado 2

Arco dañado 2

El censo de 1910 registró una población de 533 personas, 286 hombres y 247 mujeres. Con la Revolución mexicana, del zapatismo, de los pueblos indígenas acabar con la hacienda como emblema opresor y vestigio del despojo territorial a consecuencia de la dominación colonial, esas unidades productivas fueron destruidas o cayeron casi en abandono total. En el caso de San Carlos, al termino de la Revolución, con el reparto agrario sus tierras dieron lugar a los ejidos de Cocoyoc, Oaxtepec, Itzamatitlán, El Caracol, Los Arcos, Atlatlahucan, Amatlipac, La Cañada, Los Laureles, Cuautempan, Tlayacapan y Tetelcingo. Para 1944, el propietario de Casasano, Juan Barrales adquirió el llamado ingenio Los Arcos, complejo industrial que años más tarde fue partido para el paso de la carretera Cuautla-Cuernavaca y en cuyas viejas tierras se fueron construyendo una unidad habitacional de Infonavit y muy recientemente un fraccionamiento.

Será hasta la segunda mitad del siglo XX, o muy a principios del siglo XXI, cuando las exhaciendas en Morelos fueron recuperadas por particulares y algunos ejidos para el desarrollo de fraccionamientos, clubes de recreación, restaurantes, campos de golf o centros de convenciones, casi todos para clase media alta. Tales son los casos de Cocoyoc, Apanquetzalco, Atlihuayán y San Carlos Borromeo en el Municipio de Yautepec; casi todos ejemplos de gestión y conservación patrimonial, unos más exitosos que otros.

Recupero ese contexto histórico frente a lo sucedido el día de ayer 23 de junio de 2021, cuando a las 8:30 de la noche aproximadamente, ante la mirada de los vecinos que a través de fotografías y videos de celular registraron el momento en que un trailer de la empresa Tubocreto causara daños gravosos al acueducto del poblado de San Carlos Borromeo. Como se aprecia en uno de los videos, de manera negligente el vehículo atravesó de manera forzada uno de los arcos causando el desprendimiento de los muretes y parte de una de las columnas del lado oriente de la construcción que está catalogada como monumento histórico por el INAH (170290050010; Folio SICNMHI: 0).

A pesar de que el conductor pudo advertir que los tubos que trasladaba sobre la plataforma rebasaban a todas luces la altura de los arcos, pudo más la negligencia que la prudencia. La razón de esa actitud del chofer es la impunidad, pues como se puede apreciar en esa misma arquería y en la del acueducto de Cocoyoc, a pesar de que tanto el INAH como el Grupo Cultural Luis Puebla y Cuadra para la conservación de este ultimo lo han exigido durante muchos años, las autoridades no han hecho nada por evitar más daños a dichas construcciones que dan identidad a los pueblos en lo que queda de una de las rutas del azúcar más antiguas del mundo.

Los órdenes de gobierno: municipal, estatal y federal se han lavado las manos una y otra ves, alegando falta de recursos o de ignorante falta de competencia y de responsabilidad, incluidos los ingenios y asociaciones de cañeros, pues estos últimos, junto con otros transportistas y la Estrella Roja, han sido los principales responsables de las afectaciones a dichas construcciones.

Como su nombre lo indica, la empresa dueña del vehículo produce tubos de concreto su sede se encuentra en el llamado parque industrial de Yautepec, junto al libramiento, detrás del Cerro del Tenayo, en plena cabecera municipal. No se necesita mayor conocimiento; es de sentido común que el INAH debe valorar mediante peritaje técnico los daños y que la empresa debe aplicar sus seguros para pagar la reparación de daños, es decir la restauración del acueducto, y que si se niega, tanto el Ayuntamiento de Yautepec como el INAH mismo deben interponer la denuncia ante la Fiscalía General de la República.

El acueducto de San Carlos Borromeo es un monumento histórico, un bien cultural que por su estatus, al poseer una declaratoria federal, encuentra en el INAH a su mayor custodio, pero ello no significa que ni el Ayuntamiento ni el Estado deban eludir su corresponsabilidad. No pueden seguir siendo omisos ante la destrucción del patrimonio cultural. Alternativas hay muchas y se han propuesto: renivelación, colocación de portería que previamente restrinja alturas de manera previa, desviar vehículos por autopista o por los caminos del Hospital, El Caracol o Oacalco, etc.

No fue un accidente, fue negligencia; sin embargo, la situación es una oportunidad para las autoridades y los ciudadanos coadyuven a la protección y conservación de nuestro patrimonio cultural. Y una vía para reparar el daño es la conciliación. Esto lo digo porque hace algunos años, como consecuencia de las inundaciones del 2010, cuando la CONAGUA y la CEAMA realizaban trabajos de reparación de colectores en las riberas del Río Yautepec, ante las afectaciones a los puentes de San Juan y de la Hacienda de Atlihuayán, con el auxilio del INAH el gobierno municipal paró los trabajos de obra y logró que dichas dependencias resarcieran los daños causados a las estructura bajo criterios de restauración, esto luego de que perforaron uno de los brazos del puente del centro y de que buscaron colocar una plancha de concreto al de Atlihuayan. Sí se puede señor alcalde, Profr. César Torres, presidente y diputados electos, Agustín Alonso Mendoza, Agustín Alonso Gutiérrez y Eliasib Polanco.

Camión que causó el daño

Camión que causó el daño

A diferencia de otros ayuntamientos, Yautepec cuenta con una estructura burocrática jurîdica, de infraestructura y cultural con las competencias para emprender acciones sustantivas al respecto: Dirección de Asesoría Jurídica, Obras Públicas, Dirección de Protección al Patrimonio Cultural y la Coordinación de Memoria Histórica. La autoridad auxiliar, el ayudante, y la comunidad también tienen que colaborar.

También aquí estamos, para apoyar en lo que sea necesario. Llevamos años buscando concientizar sobre el tema. No son los muros, son nuestros espacios de la memoria.

Fuentes:

Von Wobeser, Gisela, San Carlos Borromeo, Endeudamiento de una Hacienda Colonial (1608-1729), México, UNAM, 1980.

Toussaint, Alfonso, Haciendas y Conventos de Morelos, Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, 2010.

https://www.gob.mx/…/comunicado-sobre-los-arcos-de-san…:

Tomadas de internet y del Ayuntamiento de Yautepec.

 

El texto íntegro fue publicado en Conservación del Patrimonio Cultural del Estado de Morelos, la liga es la siguiente: https://www.facebook.com/groups/896789943716813/permalink/4226562697406171/

Se reproduce con autorización de autor.