El viejo mercado Adolfo López Mateos
Por Máximo Cerdio
Cuernavaca, Morelos, México; 10 de mayo de 2021. El mercado Adolfo López Mateos (ALM) que originalmente se construyó para que durara 15 años y fue un lugar al que las autoridades tuvieron que llevar casi a fuerzas a los comerciantes que se negaban a abandonar el viejo “Benito Juárez”, va a cumplir 57 años y se ha convertido en la más importante central de abastos de Morelos, uno de los principales polos de la economía del estado y un ícono que identifica a la entidad.
El tiempo, el fuego y los terremotos lo han debilitado, en la actualidad su estructura peligra y con ello, los comerciantes y visitantes que a diario circulan por los andenes.
Piden dinero con un cochinito
En lo alto de la bóveda del mercado ALM se divisa casi todo el centro de la ciudad. Destacan algunos edificios altos en color, parques y el área descubierta del mercado en donde se ven personas como hormigas. También se ven espectaculares de candidatos que compiten por un cargo de elección popular.
Sobre la extensa blancura del techo se distingue un hundimiento de color café, como si se tratara de una mancha de orines sobre un gigantesco colchón.
El 5 de mayo, líderes y comerciantes de esta central de abastos pasaron entre ellos un cochinito de barro para comenzar a juntar dinero con un lema que ellos mismos diseñaron e imprimieron en un pedazo de papel: “Salvemos la bóveda del ALM”.
Minutos antes habían dado una conferencia de prensa en donde pidieron ayuda para reparar esta afectación. De acuerdo con el ingeniero y comerciante Rubén David Tola Gómez, la bóveda presenta disgregación de los materiales, la capa de compresión se está debilitando, se está cayendo el plafón y está quedando expuesto el acero.
“La sección dos de la bóveda presenta una deformación de aproximadamente 36 metros cúbicos, que son 36 toneladas de agua en la zona de compresión”, explicó.
De acuerdo con la Asociación de Ingenieros Civiles del Instituto Tecnológico de Zacatepec, hay daño estructural en la bóveda y existe un proyecto ejecutivo y una cotización para reparar esa parte del techo.
Los comerciantes dieron a conocer que todo los días transitan más de 15 mil visitantes y hay instalados más de 5 mil comerciantes en el mercado, y que la vida de éstos se encuentra en peligro si no se repara la bóveda, y esto urge porque ya va a comenzar el tiempo de lluvias.
Con la reparación del techo del mercado se evitará que un accidente cobre vidas humanas, como ocurrió con la techumbre del marcado Moderno en la alcaldía Benito Juárez y con una estructura de la estación Olivos de la línea 12 del Metro, en la Ciudad de México.
El mercado es un ícono y es uno de los principales generadores de recursos para productores, locatarios y negocios en Morelos, si colapsa el mercado, colapsa la economía en Morelos, dijo Roberto Dagda Ladrón de Guevara, secretario de Organización de la Unión de Comerciantes del Mercado Adolfo López Mateos.
El mercado y los pleitos
Sobre el mercado ALM hay miles de historias, de ellas se han encargado los diferentes cronistas de Cuernavaca (en la liga siguiente se puede encontrar muy buena información: (https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:_U6JHsiv8xoJ:https://www.calameo.com/books/0000131127efc72be1270+&cd=7&hl=en&ct=clnk&gl=mx ).
El 7 de mayo de 1964 el entonces presidente de México Adolfo López Mateos vino a Cuernavaca para inaugurar el mercado, pero se abrió sin comerciantes, ya que los locatarios se oponían a ser reubicados del antiguo Mercado Benito Juárez “porque les quedaba muy lejos” (se localizaba en la esquina que forman las calle Guerrero y Santos Degollado y se prolongaba hasta No Reelección y Mariano Matamoros).
En los periódico de la ciudad se puede encontrar que fue inaugurado personalmente por el entonces presidente de México Adolfo López Mateos el 1 de agosto de 1964, quien entregó las llaves del inmueble al entonces dirigente de los locatarios David Gutiérrez.
El alcalde de entonces, Valentín López González, viendo que los locatarios no querían ocupar la nueva sede mandó demoler el viejo mercado, por lo que los comerciantes se tuvieron que trasladar a la nueva sede el 27 de octubre de 1964 (por eso se celebra en esta fecha el cumpleaños del mercado Adolfo López Mateos).
El inmueble, cuyo proyecto arquitectónico original es de Mario Pani, resultó ser uno de los complejos más desafiantes y grandes a nivel nacional: era una nave “volada”, con cuatro capas una encima de otra, con una extensión de 1 mil 820 metros cuadrados.
Proyectado para funcionar en óptimas por 15 años, López González, en el mercado nuevo cabían mil 350 locales y se construyó con 35 millones 200 mil pesos.
De acuerdo con uno de los censos más recientes, en la actualidad el mercado ALM alberga 4 mil 127 locales, hay 5 mil comerciantes que todos los días de la semana reciben y venden mercancía de varios estados de la república mexicana y asisten más de 15 mil visitantes al día.
El tiempo y los daños
El mercado ALM ha resistido todo: el terremoto de septiembre de 1985 y el de septiembre de 2017 que fueron los más intensos.
También ha sido objeto de incendios, el primero ocurrió el viernes 29 de noviembre del 2002, por la noche; causó daños materiales a decenas de locatarios, que en pocos días se recuperaron.
El segundo y más grande ocurrió la madrugada del sábado 21 de agosto de 2010. De acuerdo con datos de Bomberos y Protección civil duró aproximadamente tres horas.
El fuego acabó con 60 por ciento del mercado, afectado mil locales, 400 se quemaron en su totalidad y 600 tuvieron afectaciones parciales.
El incendio dejó sin patrimonio a cerca de mil de los 2 mil 800 comerciantes; esto de acuerdo con Emilio Rosas Rico, secretario general de la Unión de Comerciantes del mercado, quien también explicó que, en ese entonces, había 2 mil 800 vendedores locatarios, fijos, semifijos y ambulantes.
Resistió hasta a Graco
Los mercaderes defienden al mercado como a su casa y a los comerciantes como a su familia.
La construcción del ALM se ordenó en 1961 mediante decreto, con la finalidad de que fuera solo para el beneficio del pueblo.
En 2013, el ex gobernador Graco Ramírez presentó un “Proyecto de Reconstrucción y Ampliación”, en el que se planeaba un megaestacionamiento y remodelación de la nave principal. El que en esa administración era secretario de Economía, Julio Mitre, dijo que la obra no tendrá costo para los comerciantes ni para el gobierno, sería concesionada a una empresa privada la cual recuperaría la inversión de 190 millones de pesos y obtendría sus ganancias mediante la edificación de un estacionamiento de cuatro niveles donde se proyectas más de mil cajones concesionado a la empresa por 15 a 20 años. Los comerciantes, después de meses de lucha y manifestaciones, no lo permitieron.
El mural más grande del mundo
El mural más grande del mundo “Del pueblo y para el pueblo”, se localizaba hasta antes viernes 29 de noviembre del 2002, en la parte cóncava del domo del mercado ALM, pintado por José Silverio Saiz Zorrilla (22 de julio de 1948, Ciudad de México-16 de febrero de 2017 en Cuernavaca, Morelos), medía más de mil metros cuadrados, comenzó a hacerlo en 1984 y lo terminó 20 años después. Los incendios de 2002 y 2010 terminaron con él, aunque quedaron algunos trazos y en vida el pintor tenía la intención de volverlo a hacer.
Allí, en esa comba de más de 30 metros de altura, el maestro anduvo colgado por muchos años, pintando su obra maestra en donde se plasmaba la cotidianeidad del esa central de abastos: carnicerías, verdulerías, abarrotes, pescaderías; convivían de manera armónica con parte de la historia de México y de Morelos.
En una revista del Instituto Nacional de Antropología e Historia llamada El Tlacuache (Benditos mercados, número 32), se consigna que el proyecto artístico jamás recibió apoyo alguno de gobierno o instituciones privadas, fue el mismo Silverio junto con los comerciantes los que se encargaron de financiar tremenda obra. Generando así lazos de convivencia y un sentido de pertenencia hacia el mercado al instalar su escuela-taller de arte dentro del complejo.
Más que un mercado
El mercado ALM no descansa, está abierto las 24 horas del día porque los introductores llegan todos los días a dejar mercancías desde diversos estados de México.
Los locatarios pasan la mayor parte del tiempo en sus negocios y la mayoría tienen ya a su familia dentro de esta actividad.
Generaciones tras generaciones de mercaderes han pasado por este sitio; las familias se van heredando los puestos; de aquí también los comerciantes han pagado la universidad a los muchachos y muchachas que deciden estudiar y buscar nuevos horizontes y convertirse en profesionistas.
Para todos tiene el mercado, aquí nadie se muere de hambre si quiere trabajar, dicen algunas locatarias: nosotros vivimos de esto, los introductores, las tiendas grandes y pequeñas, acá se surten; los estibadores o diableros que transportan toneladas y toneladas de mercancía; los taxistas que dejan y llevan a los clientes, los músicos y vendedores ambulantes, que todos los días vienen a trabajar aquí; los del camión de la basura.
“Esta es nuestra verdadera familia, los locatarios, con ellos convivimos desde las cinco dela madrugada hasta las 7 de la tarde; sólo vamos a nuestra casa a descansar y regresamos. Convivimos más con nuestros vecinos locatarios que con nuestras familias”, dijo una mujer que vende flores en el mercado.
Entre los personajes que no se pueden omitir cuando se habla de este mercado está Ángela “La Güera” Frikas.
En “Mercado ALM 50 años de un Gigante”, Arturo González refiere que en 1964 se construía el local que posteriormente sería el de la “Fonda La Güera”. Indudablemente que Ángela “La Güera” Frikas, fue un pilar del centro comercial Adolfo López Mateos. Una de las fundadoras del área de las fondas, en el lado oriente del mercado. Ejemplo de trabajo y esfuerzo, heredera de las tradiciones culinarias de Morelos, desde el negocio que tuvo su madre a espaldas de la Iglesia de Tepetates, en pleno corazón de Cuernavaca. Casada con Juan Jaramillo Ortiz, procrearon siete hijos, cinco varones y dos mujeres. “La Güera” Frikas fue madre ejemplar. Orgullosa de su estirpe comerciante, doña Ángela siempre habló bien del mercado. Fue una figura importante en su ramo, reconocida a nivel nacional, y varias veces apareció en la televisión, entrevistada por Raúl Velasco, cuando éste era el conductor más importante de la pantalla chica. Durante más de sesenta años, Doña Ángela, mejor conocida como “La Güera” Frikas, fue un ejemplo de tesón y entrega a su trabajo. Sin lugar a dudas, una de las mujeres más importantes que ha visto nacer el estado de Morelos, y en las últimas décadas, un pilar indiscutible en la historia del mercado ALM.
El mercado, un mundo
En el documental “Bendito mercado”, de 100 minutos, cuyo estreno mundial se realizó en el estacionamiento de Las Flores del Mercado el 31 de octubre de 2017, el cineasta César García Olvera (Morelos, México 1981- 2019) presenta al mercado ALM como un que mantiene vivos a muchos otros seres como él. Que se desarrolla y crece a través de su gente, que se construye de momentos y lugares, que se alimenta de esperanza y fe, que se fortalece con el ingenio, la sabiduría popular y con las ganas de vivir de quienes día a día coinciden en este pequeño universo de historias. El Mercado Adolfo López Mateos en Cuernavaca Morelos, México, un lugar que nunca te dejará sin comida y sin techo, donde nacen las verdaderas familias y el único espacio donde muchos encuentran lo más parecido a un hogar. En este contexto ha crecido mi abuelita Hilaria vendiendo sus flores, la abuelita Elvira con sus aguas frescas, ‘El Pescaditos’, el tío César, el famosísimo ‘Globiss’ o nuestro amigo Jacobo, la Voz Gemela de Rigo Tovar… quienes a través de los años han sido testigos de cómo generaciones enteras sobreviven y coexisten gracias al trabajo que se genera en este bendito mercado».
En entrevista el día de la proyección, César explicaría que el mercado es “bendito” para los comerciantes porque ha permitido que ellos coman y que sus hijos tengan acceso a una mejor vida, producto de las jornadas laborales de más de 12 horas de los mercaderes, quienes ven a esta central de abastos como un mundo y a sus habitantes como una familia con la que conviven más que con sus consanguíneos.