Denuncian saqueo familiares del corridista de la revolución zapatista, Marciano Silva Peralta
Por Máximo Cerdio
Información y videos Rosy Linares
Cuautla, Morelos, México; 10 de enero de 2020. Ángel Tlapale Franco, quien se ostenta como tataranieto de Marciano Silva Peralta, militar y cantautor en la Revolución Mexicana, denunció que la familia de Marciano fue víctima de continuos saqueos del material intelectual del zapatista.
Desde la muerte de su tatarabuelo, supuestos historiadores llegaron hasta su casa a pedir “prestado» el material fotográfico, los corridos, pertenecías del finado y nunca regresaron.
Explicó que confiados en la palabra, nunca pidieron algún recibo, un documento que acreditará que les devolvieran el material de Marciano. Hoy no cuentan con el acervo cultural del corridista.
También dijo que Marciano Silvia nunca recibió algún apoyo económico, ni reconocimiento por parte del estado o federación.
El municipio de Cuautla a la fecha ha respetado su tumba y la perpetuidad desde 1999 en el panteón municipal ubicado a una cuadra del Mausoleo del General Emiliano Zapata Salazar.
En la liga Biblioteca TV https://www.bibliotecas.tv/zapata/corridos/marciano_silva.htm se puede encontrar la siguiente ifnortmación:
En 1912 se incorporó al Ejército Libertador del Sur con su única arma que supo manejar: su bajo sexto.
Quedando inválido por causa y lugar desconocido; su sitio de estancia fue en los diferentes campamentos y cuarteles revolucionarios, en donde escuchó el relato de sus compañeros sobre características y detalles de los enfrentamientos; con tal información de forma lírica y alegre les puso letra y música a las contiendas más importantes que él determinó, lo que le dio el mérito de convertirse en el cronista y cantor de la Revolución Agraria.
En uno de estos campamentos, el general Eufemio Zapata Salazar dirigiéndose a Silva, entabló el siguiente diálogo:
«Y tú, ¿qué sabes hacer?»
Él contestó. «Cantar mi General».
«Pues canta, qué esperas!».
El general Eufemio probablemente se dirigió a Marciano en tono no muy agradable, por notarle inválido de sus piernas, en esa situación y en campamento no devengaría la estancia de alguien así; sin embargo el general Emiliano, al término del anterior diálogo contestó:
«Deja que Marciano haga lo que sabe».
A partir de entonces Marciano Silva, con el apoyo del General en Jefe, se quedó entre la tropa a darle letra y ritmo a las gestas zapatistas revolucionarias, amenizando momentos agradables alrededor de fogatas y tlecuiles con aquellos guerrilleros que regresaban de campaña o a las mujeres que en los campamentos prepararon tortillas y frijoles para los combatientes.
Marcianito le decían por estima en cuarteles y campamentos; «hizo parodias populares de la Adelita, La Cucaracha y de todos los danzones de moda y en sus corridos narró la Toma de Chinameca, la Toma de Cuautla, la Toma de Chilpancingo» (Reyes Avilés, 1928:131) y otras de gran relevancia, y no importando sus limitaciones, siempre tocó en campaña las canciones que le pidieron.
«Al término de la revolución, Marciano se retiró a vivir a Cuautla, donde añoró los días lejanos de campaña, cuando en los campamentos, puso la nota alegre rodeado de sus valedores. Ahí en Cuautla al final de su vida de tarde en tarde cuando llegaban a su humilde casita lugareña algunos de los viejos jefes, descolgaba su inseparable bajo, compañero de sus correrías revolucionarias y volvía a hacer vibrar las sonoras cuerdas entonando las canciones que llenaban su mente de recuerdos gratos».
Como un verdadero embajador y vocero de la Revolución Agraria, en sus últimos años con el gusto que le caracterizó, acudió a ferias y días de plaza tradicionales, en los que hombres y mujeres de diferentes edades le escucharon sus revolucionarias verdades cantadas.
Como digno representante de la música agrarista en el estado de Morelos, murió humildemente el lunes 6 de febrero de 1944, sus restos mortales reposan en perpetuidad en la tumba número 120, del Panteón Civil de la ciudad de Cuautla.
En su tumba, su homólogo Federico Becerra le dijo cantando:
«Seis de febrero fue la fecha en que murió el gran versista y poeta de Morelos; recuerdos gratos, para siempre nos dejó él que como vate fue la honra de nuestro suelo».
Así como se nombran guerrilleros famosos del zapatismo, debemos recordar a «guerrilleros cantores», dándole honor especial a Marciano Silva, Refugio y Juan Montes, Fausto Ramírez, y a Federico Becerra (Mendoza Vicente, 1976), que con su arma musical regaron por los campos de Morelos un sabor agradable a plomo impregnado de notas, que al enemigo federal no le dejó buen paso en sus botas.