‘Volverte a ver’, documental para sensibilizar y concientizar
De 2006 a la fecha diversas organizaciones sociales estiman que son 70 mil las personas desaparecidas en México en la crisis de violencia desatada luego de que se le declarara la guerra al narcotráfico
Yesenia Daniel Ménez
Jojutla, Morelos; 9 de noviembre de 2020. El 24 de septiembre se presentó a los medios de comunicación en Jojutla el documental ‘Volverte a Ver’, que recoge lo vivido por madres, hermanas, esposas y familiares de víctimas de violencia en Morelos y su participación como observadoras en la exhumación de cadáveres de una fosa común en el panteón de Jojutla con la esperanza de encontrar a sus seres queridos, pero el objetivo aparte de su difusión a medios fue sensibilizar a las autoridades de gobierno, para concientizarlos sobre el dolor que las familias han vivido en los últimos 3, 5, 7, 10 o más años desde que vieron por última vez a sus seres queridos.
El grito de protesta de Tranquilina Hernández, rompe de abrupto un largo silencio; si momentos antes la piel ya se había erizado al ver el documental y escuchar de viva voz las historias de desaparición y su lucha para encontrar a los suyos, este grito termina por cimbrar los sentidos.
“Hija, escucha tu madre está en tu busca; esposo escucha tu esposa está en la lucha, hermano escucha tu hermana está en la lucha…”, la voz corta el aire como una brasa para luego escuchar sollozos y pasar a los abrazos entre unas y otras.
Previamente, el grupo de siete mujeres se presentaron una a una y dieron una síntesis de los motivos que las llevaron a participar en la búsqueda de sus familiares ante la falta de acciones contundentes de quienes se suponen deben servir a la sociedad; una hija, un hermano, un esposo desaparecido, las historias son igual de desgarradoras. Estas personas, todas mujeres, llevan en sus ropas las fotos y datos de su familiar, cualquier espacio es una oportunidad para encontrar un dato, una pista, una esperanza.
‘Volverte a ver’ es un documental dirigido por Carolina Corral y producido por Magali Rocha y equipo, de la casa productora Amate Films, estrenado en México el pasado mes de octubre a través de la plataforma DocsMx.
La historia documenta el diario vivir de Tranquilina Hernández Lagunas, mamá de Mireya Montiel de 18 años de edad, desaparecida en septiembre de 2014 en Cuernavaca; Angélica Rodríguez Monroy, mamá de Viridiana Anaid Morales Rodríguez, estudiante de séptimo semestre de la carrera de Psicología de la UAEM, desaparecida en agosto de 2012; y de Edith Hernández, hermana de Israel Hernández Torres, desaparecido en 2012 y localizado en las fosas de Tetelcingo cuatro años después a pesar de que la familia acudió reiteradamente a la Fiscalía General del Estado (FGE) para facilitar todos los datos para localizarlo o en su caso identificarlo, la seña particular que la familia más mencionó e insistió en observar fue que Israel llevaba una playera con el nombre de la casa de materiales en donde trabajaba, ahí estaban los números telefónicos para llamar a su familia pero en la Fiscalía nunca les permitieron el paso para identificar algún cuerpo que pudiera ser el de Israel; aunque las historias son particulares representan la vida después de las familias que han perdido uno de los suyos sin saber realmente qué les pasó o sin tener la certeza de si están vivos aun, una realidad que lamentablemente es común para aproximadamente 70 mil familias de personas desaparecidas según se informó en esta presentación, de las cuales se tiene registro en México desde que se le declaró la guerra al narcotráfico en el año 2006.
En el caso de Jojutla en el año 2014 el cabildo autorizó a la Fiscalía regional de la zona surponiente la inhumación de 35 cadáveres o restos óseos que estaban en el Servicio Médico Forense (Semefo) en calidad de desconocidos para enviarlos a la fosa común del panteón de la colonia Pedro Amaro; en ese mismo año familiares de víctimas de violencia supieron que en el panteón de Tetelcingo, municipio de Cuautla –ubicado en la zona oriente de Morelos-, se habían inhumado de manera irregular más de cien cuerpos sin conocer datos para su posterior identificación, este desaseo en el manejo de cuerpos fue considerado por activistas como un crimen de lesa humanidad, un escándalo de impunidad que trascendió las fronteras mexicanas por la omisión de las autoridades morelenses de la Fiscalía, con este antecedente en una de las dos Fiscalías regionales que existen en la entidad, las familias exigieron abrir la fosa de Jojutla con la esperanza de encontrar a sus familiares desaparecidos. Los trabajos en el panteón de la colonia Pedro Amaro iniciaron en marzo de 2017 y terminaron en junio de ese mismo año, se exhumaron 85 cuerpos o restos óseos y no 35 como se decía al inicio.
Los trabajos de la fosa común de Jojutla tuvieron que parar el 1 de junio de 2017 porque encima de la fosa común existían tres tumbas particulares, las autoridades de la Fiscalía dijeron en ese momento que solicitarían remover o llegar a acuerdos con los familiares de esas tres tumbas para así continuar con las excavaciones. A la fecha no se han reanudado los trabajos de excavación y exhumación.
Una lona en la entrada del auditorio del campus Jicarero de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) en donde fue presentado el documental, es el preludio de que no habrá buenas noticias: “Ochenta y cinco cuerpos exhumados de la fosa de Jojutla. Cero cuerpos identificados, cero cuerpos entregados a sus familiares”.
La cantidad de detalles recogidos por el equipo de filmación de la vida de las familias que buscan a sus familiares desaparecidos es amplia, el público puede ver cómo la economía en la casa de estas familias es difícil luego de dedicar, prácticamente todo su tiempo, su vida en sí; a la búsqueda de sus seres queridos, el tener que escuchar de las propias autoridades hablar de los cuerpos como si fuesen cifras y hacer juicios sin siquiera saber sus nombres o saber fue lo que les pasó, indigna; contra eso luchan las familias que tuvieron que dejar empleos o su vida cotidiana para aprender a cavar, a identificar tierra removida u olores putrefactos, y a dominar una memoria fotográfica para que ningún detalle de ropa, seña particular, número de carpeta –si es que existe- se les escape.
“Solicitamos el apoyo de ustedes para que no se pierda esta parte humana, esta lucha social en contra de este problema que es la desaparición de personas, no hay que normalizar y hay que regresarles la identidad a estas personas que están ahí (fosa), como se le regresó la identidad a mi hermano y así como en su momento Graco Ramírez (gobernador 2012-2018) dijo que las personas que estaban ahí estaban totalmente identificadas y que sólo faltaba encontrar a sus familiares, y que aparte estas personas estaban vinculadas con la delincuencia organizada, entonces yo en ese mismo sentido vinculo directamente a la Fiscalía General con la delincuencia organizada, también yo puedo como sociedad civil decirlo”, expresó cuando en su momento le tocó contar su historia a Edith Hernández, hermana de Israel Hernández, uno de los 12 cuerpos que se han logrado identificar hasta la fecha de las fosas de Tetelcingo y que fue entregado a sus familiares para darle una sepultura digna.
El equipo cinematográfico dimensiona el inmenso dolor de las familias al recrear piezas de cómo pudo ser el final de quienes fueron arrojados como “basura” en las fosas, en Jojutla se encontraron cuerpos maniatados, por ejemplo. El equipo de familiares organizados en diferentes colectivos de búsqueda o de manera individual recibieron el día y la noche entre las tumbas del panteón, organizándose todos los días como si fuese un trabajo normal, poniéndose uniforme, escuchando recomendaciones antes de entrar a la zona de trabajo en la fosa.
Una voz revela un secreto a voces que es comentado por vecinos del panteón municipal, dice que no son sólo 85 cuerpos los enterrados ahí en bolsas negras, sino que son más de cien que fueron enterrados en diferentes años, por diferentes administraciones municipales en condiciones inhumanas.
A través del cine el equipo busca concientizar sobre este problema social, para no olvidar, para pedir justicia y acompañar a quienes han perdido a un ser querido.