“El arte de viajar” – buscando a una viajera argentina

 

“Ve el mundo. Es más fantástico que cualquier sueño” Ray Bradbury

 

Dedicado a mi querida amiga, Cecilia, eterna viajera

 

Innsbruck, Austria. Cecilia Gisela Basaldúa, de 36 años de edad, desapareció hace 19 días en Capilla del Monte, una comunidad al norte de Córdoba. La joven de Buenos Aires acababa de regresar a su país natal, para reencontrar a su familia, después de mas de 4 o 5 años de viaje. Se había recientemente retirado al centro-norte de la Argentina para dedicar el tiempo a la escritura de su primer libro de viajes. Como solía hacer en breves ensayos, quería compartir sus experiencias.

El lunes, 13 de abril en una linda noche Austriaca, después de trabajar en mis proyectos, mientras me preparaba mi cena, recibo una llamada de un numero con lada +54, como hace unos años viví un período hermoso en la Argentina, reconocí inmediatamente el lugar de donde me buscaban, aun así como era un número desconocido, dudé por momentos en contestar y le colgué. Prefería cenar. Esto se repitió dos veces más. ¿Qué quería esa persona? ¿Equivocación o por qué me estaba llamando? Insistía, ¿Quién será?. Me preguntaba si sería por mis videos acerca de mi testimonio del Covid-19 en las redes, que en partes del mundo hispanoparlante se habían vuelto algo “viral”, no solo en México. Pero eso ya tenía como dos semanas, después de que me había contagiado con este virus, cuando en Europa ya era un tragedia mientras que en América Latina no se tomaba en serio. ¿Tal vez era un medio para hacerme una entrevista? Pues no me hubiera sorprendido, pues mientras estaba enfermo y me estaba recuperando recibí solicitudes de mas de 25 medios de comunicación, en el caso particular de México. ¿Qué podía ser tan importante, de llamarme tres veces? La gente ya estaba harta de escuchar fake news y noticias acerca del corona. Todos, incluso yo, ya queríamos aprender la lección y salir adelante. Ya no importaba si Nostradamus lo predijo o si todas esas teorías conspirativas eran reales o no, si era una arma biológica de China, si el responsable o la víctima antes de las elecciones presidenciales era Trump, si era un experimento para controlar a la gente y estudiar sus reacciones o si fueron finalmente los “reptilianos” que se permitían este acontecimiento histórico con el “homo sapiens sapiens”. Suma summarum: al colgar, le escribo y le pregunto que quién es. ¿Será un intento de estafa o extorsión? Con mucha precaución y atento espero la respuesta:

-Hola….

–Yo le respondo: ¿Quién eres?

-Soy el Sub comisario Zarate

–¿Quién? No conozco. ¿Y qué quiere?

-De la Policía de Córdoba. Necesito comunicarme con usted.

No lo puedo creer. Y ahora me empieza a mandar mensajes de audio. Me comenta que están buscando a mi querida amiga, Cecilia la viajera, como le solía decir. ¿Cómo es posible? Si hace unos días hablé con ella. Dudo, respondo y le marco.

Después de disminuir mi desconfianza al mandarme su credencial, se presenta con acento local y sin ninguna duda “real Argentinian”. No parece ser “trucho”. Detrás del comisario se posicionan dos policías uniformados como que si quisieran quitarme la sensación de ser victima de un “truco” y hacerme olvidar mis dudas. Pudiera ser una escena de un crimi una película policíaca. Me informa que la gran viajera desapareció hace mas de una semana y que la están buscando por todas las partes. ¿Cómo? No puede ser. Me empieza a interrogar, pues encontraron mi numero y nombre en su celular. ¿Estaré en la lista de sospechosos? ¿Podre ayudar por lo menos? Le informo mientras trato de sacarle más información al mismo tiempo.

“Estoy en Austria y estuvimos en contacto por zoom, pues la entrevisté para un nuevo canal en Youtube, un podcast que estoy armando con gente interesante en donde nos platican escritores, científicos, activistas, deportistas y más sobre sus actividades en diferentes países y contextos. El único criterio para poder participar: la inspiración.”

Me entero que desapareció en la tarde del 5 de abril, poco menos de un día después de que hable con ella.

¿Despedida? Aunque el 2 y el 3 pocos días después de mi cumpleaños y de sanar de Covid-19, igualmente habíamos realizado fragmentos por esta aplicación, se interesaban sobre todo en la última grabación del sábado 4 de abril, mi último día de mi cuarentena obligatoria.

En ese día hablamos, como en muchas otras ocasiones, acerca de sus viajes y experiencias. Desde que nos conocimos en el verano de 2015, estábamos en contacto a través de Facebook, desde aquel día que nos conocimos en una conferencia que di acerca de mis aproximaciones al “arte de viajar” – algo que ella, sin saber, ya dominaba y llegaría a dominar tan bien, en el museo capitalino “El Estanquillo” en México. Después de la charla me junté con un grupo de aproximadamente diez personas que estaban bien apasionadas. Hubo ese clic. Nos hicimos amigos, varios viajeros. Entre ellos se encontraba también Cecilia. Incluso mi madre que estaba presente, estuvo hasta hace poco en contacto con ella. Se entendían muy bien. A nadie le podía caer mal, era una chica simpática, inteligente, agradable y carismática. Cuando la veía sentía cariño. Más tarde y en los siguientes días y largas noches mi amiga me narraba de sus desafíos, de sus sueños y retos y de los viajes que quería realizar. Poco a poco vivía su sueño.

No era alguien que hablaba y no concretaba. Era congruente. Mientras yo me regresé a Europa ella siguió su viaje. De repente nos conectábamos. Un día estaba en Guatemala, al otro en Honduras. Más tarde ya estaba en Nicaragua o Panamá. Siempre tenía tanto que contar. Era increíble. No era un modo de viaje “a la turista”, pues en varios años recorrió intensamente esos países. Los conocía, había acumulado tanta información. Hablaba con la gente, enlazaba amistades con la población local como con otros viajeros, aprendía, se atrevía nuevas cosas como vender artesanía en la calle, hacer malabares….eso era algo que ambos apreciábamos de los viajes, que cada momento te retaba a salir de la sagrada zona de confort. El tiempo pasaba y ella se encontraba en Colombia, Perú, después en Bolivia. Me inspiraba. En varias ocasiones pensaba en seguirla en la ruta. De hacer un viaje similar. Dejar todo. Perderme para encontrarme de nuevo.

En otros momentos me decía que yo la había inspirado a viajar de esta forma. Se refería también a la conferencia. Pues ese lo veía como su verdadero punto de partida, a un viaje de mas de 4 y medio años, con ningún objetivo en particular, aunque finalmente quería llegar a su casa, a su hogar, a visitar a su familia en Argentina. Mientras recorría esos hermosos paisajes de América Latina sin ningún centavo extrañaba de vez en cuando a su familia.

Personalmente he aprendido, que esos viajes son los más hermosos y que al mismo tiempo no cualquiera se atreve a soltar y confiar. Una actitud que cualquiera pueda aplicar a la vida y sus aspectos, la escritura, la creación, nuestra vida laboral o nuestras relaciones. Auto-stop, pidiendo ride, intercambiando trabajo por comida y hospedaje – eran sus herramientas para moverse a través del espacio. Viviendo viajando y viajando viviendo su moto. Como yo en mis mejores viajes, viajaba sola. Conocía a mucha gente, culturas, lenguas, perspectivas de mirar el mundo, pero no solo pudo aprovechar ese conocimiento o de esas hermosas convivencias con indígenas que me contaba, si no sobre todo de sí misma. Era alumna y maestra a la misma vez. Era una y la otra. Cambiaba. Salió literalmente de su zona de confort.

A los dos años me contacta. Coincidimos. Por una razón personal había regresado a la Ciudad de México. No con avión o como cualquiera hubiera regresado, con un ticket de autobús. Al contrario, a su forma, con su estilo. Pero ya no era la misma, tímida o introvertida, de cuando la había visto físicamente la ultima vez en nuestras caminatas por diferentes barrios de la Ciudad de México. Le brillaba la cara y estaba llena de energía. Solo hablaba de sus viajes. Su gran pasión y ahora era ella la que me inspiraba. Comentábamos la idea de recorrer todo el planeta sin ningún centavo. Aventura. Vivencias inolvidables. Retos vencidos, peligros enfrentados. Madurez. Aprendizajes.

A través de esas charlas viajaba a mi niñez. Me conectaba con mi niño interior. Recordaba los libros de amigos de la primaria. La pregunta ¿A que te quieres dedicar de grande? Unos respondían: policía, bombero, maestro, medico. Mi respuesta era simple y segura: Aventurero.

Hoy en día, abril 2020, que acabábamos de retomar el contacto también había madurado yo. Era un aventurero y vivía igualmente mis aventuras. También como un método. En mucho de lo que hacía, le metía el elemento y enfoque del aventurero, esa linda energía que me salía mejor cuando viajaba. Me había regalado esa hermosa imagen en la cual me reconocía. Somos en varios puntos muy similares, pensaba.

La veía diferente. Difícil de describir o de expresar. De verbalizar, de expulsar al exterior, al mundo material, al de las palabras y oficialmente “real”. La veía muy emocional, de una forma mas en contacto consigo misma, pero asimismo tenía algo desconcertante, un aspecto de estar atrapada y sin balance. Algo preocupada y bastante vulnerable. No lograba, ni posteriormente, descifrar su gestica, su mímica o lenguaje corporal. Ella me manifestaba que se encontraba bien, pero una voz interior me confirmaba lo contrario.

Ella quería seguir con la entrevista y al preguntarle porque se fue a ese pueblo, pues aunque era viajera espontánea, lo podía escribir en cualquier lado, en su “hogar” si se pudiera llamar así, para no gastar, pues había abandonado la vida típica: trabajo, familia tradicional, vida capitalista desde hace mucho tiempo. Me respondió que una voz interior le había dicho que se vaya a ese pueblo, que ahí la recogerían. Yo, muy analítico como suelo ser y nada supersticioso, pero sensible, lo cuestionaba y al mismo tiempo parecía que estaba mas aliñada consigo misma. Tal vez era su “voz socrática”, me decía a mí mismo. No aspiraba a burlarme o faltarle el respeto, pero en mis viajes ya me había encontrado con todo tipo de personas que creían en las visitas de extraterrestres, otros que consumían todo tipo de drogas con sus consecuencias obligatorias y pues finalmente eran parte de la realidad. Una variedad de personajes y fauna en el zoológico humano. No consideraba que era el caso con esta viajera.

El comisario me comentaba ahora que el señor equis que le había alquilado un espacio para poner su tienda, comunicaba que Cecilia se había enojado con él y pensaba que había tenido un brote, pues el domingo (5 de abril), de repente había decidido de largarse sin su laptop y resto de cosas. Según sus familiares no tenía ningún antecedente ni en la familia. El policía incluso mencionaba que antes había dicho algo de espíritus y fantasmas. Pero no entendía.

¿Dónde se encuentra mi amiga? ¿En dónde esta Cecilia? ¿Qué le paso?

A través de sus familiares que me contactaron como el comisario, me enteré que dejó todo, incluso su computadora en donde estaba escribiendo su libro, como asimismo su celular, que representaba su conexión al exterior, a Buenos Aires como con el resto de sus amigos.

Según lo que entendía del reporte del comisario era que se llevó el celular y que apareció en otro lado, pero sin ninguna señal más, mientras que después de los acontecimientos el señor espero unos días hasta reportarse con las autoridades. Todo esto es muy raro, sobre todo en tiempos del Covid 19, pues es muy difícil moverse de una población a la otra, también en Argentina. Por lo tanto nos deja mucho espacio de interpretación. Mientras una jueza y varios medios de comunicación me contactaban (como “La Nación”) el comisario me decía que era casi imposible de salir de la localidad pues estábamos vivenciando esta crisis de salud global.

¿Pero entonces dónde esta Cecilia? ¿En dónde esta esa bella mujer, esa querida amiga?

Otros amigos viajeros que eran amistades comunes, me comentaban que ya se habían dado cuenta, poco después que desapareció. Argentinos, uno que había recorrido igualmente sin medios económicos todo el planeta y que actualmente estaba viviendo con amigos en Republica Checa y otro que estaba trabajando en Nueva Zelanda y que seguía su sueño de recorrer el mundo y aprender. Así como Cecilia, así como muchos más. Así como yo.

Algo que había parecido ser un intento de extorsión, algo ya vivido en México, me llevó a compartir esta experiencia en mis redes sociales. En mi país, lejos del sitio en donde estaba, aun así pensaba, que tal vez alguien se podía reportar y saber algo.

Triste no saber dónde esta. Ya está perdida desde 19 días, casi tres semanas. ¿Cómo es posible? ¿Quién le pudiera hacer daño a esa chica atractiva y linda? Pensaba en todas las opciones. ¿Tal vez se le pasó la mano a los policías, que en general no son grandes amigos de este tipo de vida? ¿O tal vez ella misma se lastimó? ¿Un accidente? ¿Una secuela de su experiencia con la Ayahuasca? Mientras difundía en todo tipo de canales y me conectaba con la familia, para apoyar, aunque sea desde la distancia, grité, lloré, escribí…..Finalmente le marque a mi madre. Lloró. Se sentía igualmente muy conectada con ella.

Me recordaba el hecho de que en Argentina había muchos casos de desaparecidos. Como en Ciudad Juárez u otras ciudades de México e igualmente otros países en América Latina, Asia, África o pues de todo el mundo. Cuando vivía en Buenos Aires, me había visitado y en varias ocasiones notaba que muchísimas mujeres jóvenes desaparecían. En posters, carteles o papeles pegados a cualquier barda o caseta telefónica: “Se busca…”, “se busca…”

No lo recordaba. Vivimos en un mundo violento, real, con peligros. Espero y exijo que las autoridades de Argentina encuentren a mi querida amiga.

Cecilia, se que lo lees, espero que estés bien y que todo esto sea un malentendido, una broma de “mal gusto”, una decisión que solo tu tomaste tras una reflexión. Te mando todo mi amor. Besos a esa gran viajera, a esa gran mujer, a esa gran persona, a esa gran alma….

Me imagino que estarás en tu elemento. Viajando….libre y con pasión, como siempre quisiste.

 

Nota al lector:

Si puedes difundir este articulo te lo agradezco. Si la hubieras conocido serias amigo de ella. Cecilia no ha aparecido desde casi tres semanas. Sin dejar huellas. Puedes seguir estos enlaces, en donde próximamente se podrá ver la entrevista: la última charla que tuve con ella. Esperamos de todo corazón que no sea la última.

Comparte y ayúdanos. Solidarízate. Gracias.

 

Por Alejandro Boucabeille

Si quieres contactar al autor: alejandro17de@yahoo.de

Bookaccion: Canal (próximamente con la entrevista) https://www.youtube.com/channel/UCbGQ9hoHs13BOycnxcW9PYg/videos?view_as=subscriber

www.alejandroboucabeille.com