“Aquí entre tizne no sabemos de coronavirus”
Yesenia Daniel
Jojutla, Morelos; 27 de abril de 2020. La zafra inició en noviembre del año pasado y está de punto de concluir. Con temperaturas récord que han rebasado los 42 grados Celsius, Cástulo Ramírez dice que con este calor el dichoso virus no sobrevive.
- No se crea, el virus sobrevive a temperaturas muy altas, así lo han dicho los científicos.
Este es un campo de cultivo de la colonia Independencia en el municipio de Jojutla, en el paisaje color sepia resaltan las delgadas carreteras locales en donde los camioncitos recogen toneladas de caña para llevarlas al ingenio que las convertirá en azúcar.
El trabajo de los cortadores de caña es de los más pesados en la cadena de producción, el mismo camión cañero que cuando vacío arrastra cadenas como alma penante, es el mismo que recoge a los cortadores muy temprano para llevarlos a los campos, este campo en particular está caliente y humeante, tiene pocas horas de que la negra noche fue un infierno, entre llamas, la gente que vive cerca aguantó el picor en la garganta, el humo en la nariz y más calor, con el dilema de abrir las ventanas o mantenerlas cerradas.
Las zonas rurales y semi urbanas no han sido ajenas a la pandemia por COVID que inició en México el 28 de febrero; con sus particularidades como siempre, los sitios públicos en esta pequeña ciudad en donde los chismes corren como río abajo y los hechos científicos se ponen en tela de juicio, se acatan tramposamente las reglas impuestas por las autoridades sanitarias, uso de cubrebocas, enjuagarse las manos con gel antibacterial, quedarse en casa; nada de eso es ordinario para los cortadores de caña, ellos no saben de virus, sólo de tizne, de trabajo, de apurarse a cortar las varas con franjas negras para acumular montones que luego serán contados y subidos al camión, 40 pesos les pagan.
- ¿Cuarenta pesos el montón?
- ¡Ja! cuarenta pesos la tonelada qué
Vuelve la misma pregunta como para dar espacio como para que rectifique y diga que es una broma, una broma en el campo, en la camaradería, en una manada de hombres con filos, maquillados de tizne en donde las emociones no se ocultan, las sonrisas se ven amplias, las miradas profundas; la radio resuena entre el ruido del machete y las pisadas del zacate seco.
- ¿Y cuánto ganan pues?
Quiero quitarme esa sensación de injusticia y desigualdad, busco una respuesta que me quite la culpabilidad por yo sí tener la opción de quedarme en casa, de organizar mis actividades y decidir si salgo un día sí y otro no.
- En luegosacamos al día 200, 250 depende de lo que cortemos.
El pago es semanal, desde el inicio de cuarentena ningún hombre o su familia se ha mantenido en aislamiento preventivo, es sencillo, si no trabajan no hay pago y si no hay pago no hay comida, además las actividades del campo se consideran esenciales en el Estado de Emergencia por la pandemia que el gobierno federal declaró hace un par de semanas.
Cuando se corta la vara dulce no se usa cubreboca, la jornada de trabajo es tan intensa que no hay espacio para pensar en los contagios, los hombres se distribuyen y se pierden entre las franjas dulces con un espacio más grande que el de Susana Distancia.
Este es el último estirón de la zafra, la factoría producirá solamente azúcar, y es que algunos otros ingenios están produciendo alcohol para la elaboración de gel antibacterial pero no es el caso.