Ciudad sin Luz

 

Morelos. 9 de marzo de 2020.

-Parece primero de Enero- me dije al bajar del autobús que me depositó en la Ciudad desde el Sur al observar de pronto las calles desiertas de la capital. El habitual ritmo citadino cayó en un silencio repentino al cobrar vida la convocatoria del #9M o #UnDíaSinMujeres que había sido lanzada por medio de redes sociales principalmente en Twitter. Las “Benditas Redes Sociales” han mostrado esta mañana en una ciudad al interior de la República una fuerza que se espera(ba) solo en las grandes ciudades.
Una hora antes, al salir del domicilio que ocupó nocturnalmente en la “Tierra de Obsidiana” se respiraba un clima distinto- y no era el fresquecito matinal que regresó para despedirse del invierno temporal-lo
supe porque la fila de pasajeros para abordar el servicio económico en la terminal de autobuses una persona sobresalía sobre los demás: una enfermera cuyo implacable uniforme la distinguía del grupo
varonil, en tanto ya en la unidad que me correspondía abordar 4 mujeres ocupan los primeros asientos y otra sentada a la mitad mirando desde la ventana alejarse de la terminal y circular la avenida principal.
Comienzo a leer en mi celular a través del Twitter lo acontecido el día anterior en torno al #8M “Día internacional de la Mujer” cuyas planas de los principales diarios dan cuenta de la multitudinaria convocatoria en la “Gran Ciudad” y otras plazas del país bajo el sonoro grito de que caiga el patriarcado y cese la vorágine de violencia que sufren las mujeres sobresaliendo las imágenes moradas de las
jacarandas que se fundieron en uno solo con las movilizaciones femeninas que respondieron en forma valiente dando voz a quienes han sido calladas por el espiral de violencia que se vive en contra de las
mujeres.
De pronto mire el reloj, habían transcurrido ya aproximadamente 35 min de trayecto y de pronto nos encontramos en la Av.Morelos en la entrada de la ciudad, la pesada unidad que nos transporta fluye como pluma al sentir el aire libre que provoca la ausencia del tráfico que desquicia esa arteria citadina todas las
mañanas al ritmo incesante de los claxon y ruidosos aceleres combinados con los silbidos de los agentes viales..hoy solo era silencio y en menos de 7 minutos estábamos ya en la terminal del centro, la calle que
desemboca a Hidalgo me recibió además del frío matinal con una ausencia del ruido y color que nos acostumbra un lunes por la mañana-parece primero de Enero volví a pensar- y en medio de una sensación de abandono caminé rumbo al corazón llamado también centro de la ciudad.
En los pasillos siempre ruidosos y atiborrados de gente frente al Palacio de Gobierno una que otra mujer caminaba y metros adelante café en mano salude con una pregunta a conocido comunicador- trabaja en Gob?- en que piensas? le solté a bocajarro – en nada..todo bien- fue su respuesta. Tomé mi termo y me
serví café en la tienda de conveniencia y me asomé por el cristal y no, está mañana también las señoras que expenden tamales, atoles y pan también brillaban por su ausencia, así café en mano apresuré los pasos
para regresar a la Av.Morelos observé una pareja caminando: el de sombrero y rostro adusto ella sería y caminando a la par del sujeto, ya en la avenida veo las unidades de servicio público pasar dejando una
estela de vacío (literal) de pasajeras, los choferes se ven con rostro entre asombrados y pensativos: no hay mujeres en la calle. Tomo una foto a mi termo con el fondo a la avenida semivacia, el termo de color entre rosa y morado trae un rostro de mujer que ilumina mi sentir por un instante.

Ya en mi centro de trabajo las calles aledañas lucen desiertas, el portón escolar siempre animado por los vendedores ambulantes hoy también han tomado una pausa, las decenas de rostros maternales dejando a
los infantes a la puerta de la escuela se volvieron invisibles y los rostros de las niñas y los niños este día no se hacen presentes- el viernes al cierre de la actividad escolar la autoridad educativa estatal decretó
suspensión de labores en aras de apoyar y ser sensible a la convocatoria del llamado #9M
#UnDíaSinMujeres.
En mi escritorio enciendo la radio y entre sorbo y sorbo de café repaso lo acontecido al momento en las redes sociales, escribo un tweet y un post bajo la consigna de este día 9 la ausencia de las mujeres no nos debe dar pie a desbordarnos y ser respetuoso y solidario dejo mis habituales escritos también en pausa, el silencio me rodea y pienso que solo 35 minutos han pasado desde el inicio de mi horario laboral y siento repentinas ganas de escribir a mis contactos telefónicos que abundantemente son mujeres valientes y
guerreras pero me contengo ( no usar redes sociales es parte del llamado #9M) y hojeo el libro que tengo en el escritorio acompañado de una manzana, el sol se niega a aparecer y deja esa sensación de obscuridad arropada por las nubes que esta vez nos trae consigo abandono femenino.
El programa radiofónico encabezado por el locutor más escuchado en la radio también es parco esta mañana, suenan las canciones pero su voz habitualmente alegre la escucho sin el sonoro brillar cotidiano.
Atiendo una llamada de mi superior y entablo una reflexiva platica con el responsable escolar de las escuelas de la zona y concluida esta me dispongo a trabajar en los pendientes acumulados. Regreso por ratos a la lectura y entre revisar mi celular que se ha sumado a la pasividad de este día no suena con la
habitual constancia acostumbrada.
Alrededor del medio día regreso al centro de la ciudad y a la altura del Hospital del Issste en la calle de Obregón decido caminar y desciendo de la ruta que trae ya un mayor número de mujeres sin llegar a la decena y al cruzar la calle un infante y una mujer están sentados bajo un árbol, ella hablando por teléfono
suelta lágrimas en su conversación. Al llegar al punto conocido como el Calvario en un recoveco están dos mujeres con niños descansando mientras dos hombres limpian los parabrisas de los autos por unas
monedas. La calle Morelos tiene mayor movimiento y cuento decenas de ellas en el andar. Recuerdo que no he almorzado y me dirijo a la calle de Rayón y para fortuna de mi estómago sureño el puesto de tacos
de canasta, tacos acorazados y tacos dorados está en su lugar acostumbrado no con la burbujeante aglomeración sino esta vez como tintineo uno que otro comensal se dirigen a comer, me sirven una orden de tacos pero los siento vacíos quizá la mirada silenciosa de quien me los despacha le abona esa sensación sin luz que me acompaña desde la mañana.Despacho mis asuntos en el centro y me dirijo a leer otro rato y preparar mis próximas apariciones lectoras, salgo del espacio que elegí y tomo camino al sur de la ciudad donde iré a recoger unos boletos para una conferencia excepcional a realizarse el siguiente día, el joven en el escritorio me los entrega y observo un letrero de “gerente” sobre un escrito que ocupa una Mujer que tiene sus ojos mirando el monitor de una computadora, el silencio me persigue y salgo del lugar a comprar la comida para el regreso a casa, elijo un punto de comida rápida y la fila está compuesta por hombres quienes somos atendidos por trabajadoras que portan un moño morado. El regreso al Sur se cubre en un santiamén. El sol siempre firme y de explosivo calor también tomó su descanso. Comemos pasadas las 4 de la tarde. Este día sombrío ha dejado la Ciudad sin luz.

 

* Crónica citadina por Roberto De la Paz extraviado Sureño y escribano sombrío por este día.