Salida
Eréndira de pronto se encontró en una disyuntiva, recién había fallecido su ex pareja y ella había comenzado a salir con Juan, su relación anterior fue un fugaz y tormentoso matrimonio que
resultó ser un atenuante de bigamia, puesto que Luis no se había divorciado de Estela su anterior esposa, eso lo supo después al leer el testamento de los bienes que había dejado y cuando el
licenciado del ayuntamiento solicitó su acta de matrimonio para constatar que ella era la última esposa del finado.
-Yo nunca firmé el divorcio licenciado- dijo Estela, la primera esposa de Luis y madre de 3 hijos: Andrés, Pablo y Jesús; y quien vivió con Luis durante 10 años y que por sus constantes amoríos
decidió dejarlo y salir del pueblo donde vivían para refugiarse en casa de su madre y velar por sus 3 hijos.
Luis ocasionalmente los veía.
-Nunca me dio la pensión por voluntad-, dijo Estela al doctor quien había sido amigo de Luis en vida.
Luis conoció a Eréndira una tarde que acudió a cortarse el cabello a la estética que ella, con apoyo de sus padres, recién había abierto. Luis pasaba por las tardes al regresar de su trabajo como vendedor de agua y de pronto vio que a punto de llegar a su casa habían abierto un local. El
pueblo donde vivían Luis y Eréndira permitía saber qué rayo de luz caía por las noches al ser una
localidad sureña de poca población.
-¿Ya vas a cerrar?- preguntó Luis a Eréndira, esa tarde que se aprestaba a dar por concluida sus tareas del día.
-Si, ¿venías a cortarte el cabello?-
Luis mostró su risa pícara y soltó:
-¡Por ti me dejaba sin fuerzas como Dalila a Sansón!-
Eréndira sacó sus cosas esa noche pues la última discusión con Luis había sido escandalosa, sus vecinos llamaron a la patrulla pues tenían que el acostumbrado pleito llegara a mayores consecuencias.
No había pasado más de un año cuando comenzaron a salir, y la distancia de años
entre ellos no representó, de momento, ningún contratiempo para ella, incluso aceptó casarse sin pensarlo mucho y fueron la comidilla esos meses entre sus vecinos.
Sus padres de Eréndira, acostumbrados a sus dichos y hechos, solo atinaban a decir que esperaban que esta relación
mejorara un poco el carácter de Eréndira. Luis en cambio, bonachón, batalló luego enseguida de casarse, de hecho la relación con Eréndira fue creciendo vertiginosamente y emocionarlo al mil
sólo atinó a decirle al doctor, «es que ella quiere casarse», así la boda y la estancia marital se volcaron en un santiamén y pronto Eréndira se fue a vivir a la casa que tenía Luis, y que en un extremo del terreno compartía con Luisa, su hermana.
Eréndira se aburrió pronto de que Luis
llegara los viernes tarde y que los domingos él quiera ir a misa y una vez al mes, a la ciudad a ver sus hijo, esa, había sido la discusión y dado el ultimátum de que cambiara sus modos, de los
gritos pasaron a aventarse cosas, y de no ser por la policía, la discusión habría terminado en otras circunstancias.
-¿Supiste que está muy enfermo Luis?-, le comentó su mamá a Eréndira esa mañana de domingo.
-En misa me encontré al doctor y me platicó que Luis está muy delicado y que los médicos no le dan mucha esperanza de vida-
Eréndira quedó muda de momento e instantes después continuó arreglándose, había quedado de ir a comer con Juan esa tarde. Juan, un albañil que conoció en una fiesta de su prima Alejandra, y que había venido acompañar al novio de Alejandra en su festejo de cumpleaños; opuesto a Luis de carácter, Juan supo conquistar a Eréndira y venía
a verla cada fin de semana, así pasaron de las comidas a la convivencia familiar y para octubre ya Juan pasaba los fines de semana en casa de los padres de Eréndira y se iba los lunes a trabajar.
Luis falleció una tarde de noviembre y Eréndira con 3 meses de embarazo no acudió al sepelio, pensó que con su partida se cerraría ese capítulo de vida y el embarazo de la relación con Juan
era una salida para cambiar de página.
-La casa que habitaba Luis está intestada- dijo el licenciado del ayuntamiento que se vio
obligando a citar a familiares y esposas de Luis, dado el reclamo que Luisa había hecho para quedarse con la casa.
Estela se enteró por voz de sus hijos que en el sepelio de Luis los rumores
de a quién se le quedaría la casa, rondaron los últimos momentos del sepelio, y como madre de los 3 hijos que tuvo con Luis se decidió por regresar al pueblo al saber lo que pretendía Luisa.
Se casó con Eréndira pero el hijo que ella tiene no es de Luis, solo duraron 3 meses casados le dijo una vecina a Estela cuando caminaba rumbo al ayuntamiento, y al llegar a la oficina, Estela y
Eréndira no cruzaron palabra más que la mirada hosca de saberse unidas por ser las esposas de Luis.
-Pues las dos actas son legales-, señaló el licenciado, -y creo que tendrán que ir a la ciudad, la hermana del difunto alega que la casa era de sus padres y se la dejó a ella por ser la mayor, y ustedes al ser esposas pues la ley también las asiste y además hay hijos de por medio.
Así Estela y Eréndira sabían que la única salida era asentir la propuesta del licenciado y verse en la ciudad para ver lo de la casa.
Eréndira guardó para sí una hoja que Luis en una noche de amor le
entregó
-Es el papel que me firmó mi papá para que la casa fuera mía-
Estela acudió al bautizo de Rafael, el hijo de Eréndira y Juan.
El juez en la ciudad está por dictar
el caso y recién dijo su secretario el dictamen no tendrá duda, ya que apareció una dueña que reclama la propiedad presentando un contrato de cesión de derechos del finado en vida. No hay
otra salida. La casa tiene dueño y usted Eréndira tendrá que compartir la propiedad
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Roberto De La Paz, profesor de Educación Básica de formación y vocación; sureño e *incipiente escribano*, como él mismo se describe; promotor de lectura infantil, interesado en transformar su entorno e incidir en la niñez y juventud morelense a través de la lectura #YaLeyó?