La sobre estilización del glifo de Jojutla y la idea de lo estético antes que lo histórico

Jardín Ricardo Sánchez, así luce después de la «remodelación» hecha a partir de una visión arquitectónica moderna de las «necesidades» de la población de Jojutla

 

Por Azael Abdí Vázquez Román

Jojutla, Morelos; 13 de septiembre de 2019. Una de las acciones tomadas por la fundación Hogares para la remodelación de la plaza principal y parque de Jojutla, fue colocar losetas de arcilla con el glifo “sobre estilizado” de este municipio.

Al decir que está sobre estilizado, me refiero a que parece ser una variación del glifo que oficialmente se acepta para este lugar, lo cual, a mi criterio personal, resulta un error grave porque atenta contra lo que debiera ser un importante símbolo de identidad para los jojutlenses.

Pero, ¿Qué es un glifo y dónde radica su importancia?

Dentro del auge por el estudio prehispánico de México durante la segunda mitad del siglo XIX, se determinó como “glifos” a aquellas formas de representación que los antiguos mesoamericanos utilizaban para comunicarse de forma gráfica y que no tenían relación directa con la cultura hispana. De esta forma, se establecieron como variantes los pictoglifos, aquellos que estuviesen hechos con tintas; o petroglifos, aquellos que fueron hechos sobre piedras, por ejemplo. Del mismo modo surgieron los antropoglifos, que fueron los utilizados para representar los nombres de personas, o los glifos topónimos o toponímicos, que se utilizaron para representar los nombres de lugares, entre otros. Pese a lo anterior, se ha aceptado, para fines no académicos, poder utilizar el término glifo indistintamente. 

Es común encontrar en textos y crónicas del siglo XVI que se hable de las “pinturas” que los indígenas utilizaban para comunicarse, mismas que fueron destruidas o preservadas y reproducidas según los intereses de los invasores europeos. Estudios posteriores lograron demostrar que las “pinturas” que los cronistas novohispanos mencionaban no eran obras artísticas, sino una forma de escritura propia y en desarrollo de los mesoamericanos; de allí que encontremos elementos comunes y repetitivos en los códices, pero representativos según la región. Sin embargo, la creencia de que estas obras eran artísticas llevó a una primera fase de estilización donde los europeos influenciaron en técnicas a los tlacuilos para variar y dar naturalidad a ciertas formas de representación. Llega a ser fácil distinguir entre un códice prehispánico y uno hispánico. 

Al ser una forma de escritura, los glifos tenían una estructura gramatical compleja que aún siendo estilizados pudo conservarse en los primeras décadas posteriores a la caída de Tenochtitlán. En suma, podemos decir que los glifos son la forma en que los mesoamericanos escribían; o sea, un idioma náhuatl original, por mencionar sólo una de las lenguas mesoamericanas. 

Ahora bien, el glifo de Jojutla aparece en lo que se conserva como una matrícula de tributos; es decir, una lista que especifica el tributo que ciertas poblaciones entregaban a determinado señorío.  La matrícula de tributos más popular es la que integra una parte del Códice Mendoza, hecho bajó las órdenes del Virrey Antonio de Mendoza en 1542, el cual consta de tres partes: expansión territorial, tributo y vida cotidiana. No obstante la popularidad del Códice Mendoza, se conoce por lo menos una copia más antigua de la matrícula de tributos, lo que significaría que se trata de un documento histórico en sí mismo, copiado en diferentes épocas. 

La copia del Códice Mendoza es, sin duda, la mejor conservada. Jojutla integra, junto con otros pueblos de su región, la lista de los pueblos sujetos a Cuauhnáhuac (hoy Cuernavaca) que rendían tributo al señorío de Tenochtitlán. Se encuentra escrito con glifo en colores, y además en grafía latina que parece decir Xoxoutla o Xoxontla, según diversas interpretaciones. En la otra copia conocida, el glifo parece tener restos de color y la glosa es prácticamente ilegible. 

 

Ya hemos dicho que los glifos formaban parte del sistema de escritura mesoamericano, que tenían una estructura gramatical compleja y que se encontraba en desarrollo. En suma, podemos decir que los glifos son equiparables a las palabras escritas que utilizamos hoy en día. En el caso de los glifos que dan nombre a lugares (topónimos), éstos se integran de varios glifos para poder dar estructura a las palabras.

    En el caso del glifo de Jojutla, éste se integra por tres glifos: tlantli, tepetl y xoxouhqui; que en interpretación simple podemos decir que son: diente, cerro y azul del cielo.  Dentro de la estructura de los glifos complejos, existe una regla o principio conocido como Pro Rebús que se ha descubierto en diversas lenguas antiguas. Este principio refiere que para formar una palabra compleja, las palabras simples que la componen solo prestan una o dos de sus sílabas. Los glifos complejos también pueden tener glifos simples que sólo sirvan de referencia, es decir, que no tienen presencia en la locución de la palabra pero ayudan a dar forma a la escritura. 

    De los tres glifos simples que dan estructura a Jojutla, sólo dos forman parte de la locución o fonema: Xoxouhqui y Tlantli; que bajo el principio Pro Rebús nos dejan: Xoxouh y Tlan. El Tepetl (Tepec) no tiene presencia en la locución, pero la forma en que se sitúa dentro del glifo podría dar a entender que el círculo en color azul (xoxouhqui) es el elemento principal del glifo; el Tepetl, tiene en la parte inferior lo que parece ser una base en dos colores que en realidad es una cavidad dentro del cerro que hace referencia a las cuevas sagradas, naturales o artificiales, de las comunidades prehispánicas. 

 

 

    Ya en una interpretación más profunda tenemos que Tlantli se utiliza para referir la abundancia del elemento principal del glifo en el lugar al que da nombre. Aunque comúnmente se traduce como “lugar donde abunda…”, lo cierto es que también se acepta que pueda referir elementos de espacio como dentro, arriba, debajo, etc. Tlantli deriva en Tla o Tlan, es un sufijo locativo al igual que Co. 

    Uniendo al sufijo locativo con el elemento principal, nos resulta Xoxouhtlan, con fonema Shoshoutlan, que por cuestiones propias del desarrollo de la lengua se convirtió en Xoxoutla, Xoxotla y Jojutla. Es importante decir que los invasores europeos escribieron en su lengua las palabras de lenguas mesoamericanas según las entendían; de este modo surgieron diferentes formas de escribir una palabra, problema que se conservó hasta finales del siglo XIX cuando surgió una suerte de estandarización de las palabras, que propició que en muchas ocasiones las palabras estandarizadas distaran de las formas de escritura más antiguas conocidas. 

    Dicho todo lo anterior, es importante concluir que el glifo de Jojutla no es un escudo ni un logotipo, sino la forma original de escribir el nombre del poblado que da nombre al municipio, por lo que debe ser prioritario conservar esta forma original de esta escritura y no alterarla. 

El glifo estilizado colocado en el Jardín Ricardo Sánchez y plaza pública en el centro de Jojutla, tras su remodelación hace poco menos de un año.

El hecho que se haya sobre estilizado nos dice que aquellos que tomaron esta decisión actuaron con pleno desconocimiento de la historia del municipio, pues los elementos más afectados por esta distorsión fueron el Tlantli y el Xoxouhqui que, de hecho, son los que dan sentido al nombre de Jojutla.

 

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Azael Abdí Vázquez Román, es estudiante de la carrera de Derecho en la Escuela de Estudios Superiores de Jojutla de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), a pesar de apenas tiene 26 años de edad, desde hace varios años se ha dedicado a la investigación histórica y recopilación de datos de manera independiente y proactiva del municipio donde reside, Tlaquiltenango; así como otros municipios de los alrededores.