Rubén Jaramillo, el héroe olvidado

Yesenia Daniel

Tlaquiltenango, Morelos; 30 de mayo de 2019. Cada año en el aniversario luctuoso del asesinato de Rubén Jaramillo Ménez, los días 23 de mayo un grupo de personas integrado por gente de la sociedad civil, grupos organizados, principalmente campesinos, y familia; organizan y llevan a cabo un acto cívico, cultural y social a la memoria del último luchador revolucionario, agrario y social del sur de Morelos.

Ideólogo social, formado en las filas del Ejército Libertador del Sur encabezado por el general Emiliano Zapata cuando apenas tenía 14 años, adoptó la filosofía de luchar para abatir las condiciones de desigualdad con el campesinado, en 1932 después de haberse forjado sus propias  convicciones y ser consciente de la necesidad de organizar al pueblo, aprovechó la coyuntura política y solicitó al general Lázaro Cárdenas la instalación de un ingenio azucarero en el distrito de Jojutla, ese sueño se realizaría más tarde en 1938 pero en Zacatepec, que para ese entonces todavía no era municipio sino que lo fue meses después. La instalación del ingenio iba a ser en el municipio de Tlaquiltenango, pero no se hizo ahí porque hubo oposición de algunos de sus habitantes; así más o menos lo describió el cronista de Cuernavaca, Valentín López González (1928-2006)

Adultos todos, por lo general mayores, los organizadores caminan con la edad a cuestas desde Jojutla hacia el panteón de la colonia Celerino Manzanares, y de ahí hacia el zócalo de Tlaquiltenango en el aniversario luctuoso del último zapatista  asesinado por el Estado mexicano junto con su esposa embarazada y los hijos de ambos Ricardo Jaramillo de 14 años, Filemón Jaramillo de 18 años y Enrique de 17. Las cinco cruces de fierro se yerguen en el panteón municipal de Tlaquiltenango en un recinto muy sencillo.

Todo el evento es ciudadano porque no hay interés de las autoridades de gobierno por saber quién fue y qué hizo Rubén Jaramillo Ménez por la zona sur, especialmente por los municipios de Tlaquiltenango y Zacatepec, a pesar de que este año 2019 fue declarado por la presidencia de la República, Año del General Emiliano Zapata Salazar, de donde Jaramillo obtuvo sus ideales.

El acto conmemorativo en este 57 aniversario luctuoso se hizo el domingo 26 de mayo, como es costumbre, con una caminata de Jojutla a Tlaquiltenango, luego al panteón en donde se le rindió un homenaje con flores y se hablaron palabras que el aire guardó en forma de polvo.

Más tarde en el zócalo de Tlaquiltenango, el guerrerense Crispín Salgado Hernández, profesor y autor del libro “Jesús H. Salgado, revolucionario, maderista, zapatista y villista”, también rindió homenaje al legado zapatista y a la memoria del luchador social y agrario Rubén Jaramillo Ménez, lamentó la ausencia de las autoridades municipales o estatales de gobierno así como la falta de interés de demás sectores de la población como niños, jóvenes y maestros que necesitan conocer la historia local y de los pensamientos de los hombres que hicieron historia para aprender de ellos, tampoco estuvieron presentes los directores de Cultura o de Educación del municipio ni los regidores de esas áreas, menos el presidente municipal que es de profesión maestro. La bandera tampoco se izó a media asta ni sonaron los tambores de la banda de guerra. Estuvieron quienes todavía creen en el legado zapatista, y vaya que son pocos.

“La Escuela que dejaron los luchadores sociales se debe de retomar, veo con tristeza que muchos jóvenes, en promedio de 18 a 21 años, no saben nada de la Historia de México y tampoco les interesa, el nuevo modelo educativo no nos permite ir más allá de; los libros de Historia ya no traen nada, pero yo vengo con mucho entusiasmo porque son señores que nos dejaron Escuela y lo que busco es que no se pierda (…) mi papá, recuerdo que me hablaba mucho de este Señor, allá en Apaxtla (Guerrero), ´que voy a ir a Iguala a ver a Don Rubén, que Don Rubén citó a una reunión de campesinos, me están invitando´, hasta allá llegaba la influencia del señor Rubén Jaramillo, yo estaba chavo; vengo con mucho gusto aunque no haya apoyo, venimos por los ideales y gracias por la invitación”, declaró el docente.

Crispin Salgado Hernández, profesor

El mismo Crispín Hernández escribió en el aniversario 52 del asesinato de Jaramillo y su familia el 23 de mayo de 2014: “al asesinar a Jaramillo, las autoridades también mataron su propia historia agrarista, asesinaron los ideales zapatistas y echaron tierra a las reivindicaciones populares del campo mexicano. Por no mencionar la dinámica de violencia política e impunidad en que, a partir de entonces, incurrió el Estado contra la izquierda social”.

El cronista local Agur Arredondo Torres escribió esto de la mala fama que le creó el Estado mexicano a Jaramillo para tratar de justificar su asesinato.

Rubén Jaramillo fue muerto en mayo de 1962

Antonio Rivapalacio López era el secretario de gobierno de Morelos, cargo que ocupaba desde 1960 y lo dejó en 1964.

¿Qué no sabía de la guerra sucia contra los jaramillistas el que después sería senador en 1982 y luego gobernador del estado de 1988-1994?

Acostumbrado al trabajo sucio, durante su periodo de gobierno fue desaparecido el activista José Ramón García, miembro del Partido Revolucionario de los Trabajadores, cuyo paradero aun es desconocido.

Mientras vivió, movió los hilos que pudo para evitar que el nombre de Rubén Jaramillo fuese puesto con letras de oro en el recinto del Congreso del  Estado. Ya se murió, y  a Jaramillo se le hizo justicia.

Cada vez que un historiador le preguntaba su opinión sobre Rubén Jaramillo su respuesta era invariable: «A Jaramillo lo mataron porque era un bandido».

Cuando el PRI ya no le fue útil se hizo asesor de Graco Ramírez y colocó a muchos de sus seguidores en ese periodo funesto para los morelenses.

Fue padrino político de muchos que aún viven, por ello no es gratuito que estos hijastros despotriquen contra Jaramillo cada vez que hay un aniversario de su muerte.

El pintor e instructor del taller de pintura Arte Colectivo Emmanuel, Julián Herrera Albarrán, oriundo de Tlaquiltenango y ciudadano activo en la rama cultural del municipio, donó una pintura mural que formará parte de la pequeña exhibición en el único Museo que hay en este municipio rico en Historia y el más grande territorialmente en Morelos: el Museo Comunitario Rubén Jaramillo, auspiciado por interés propio, para y por la comunidad.

En la pieza creada por el autor integra símbolos de la lucha de Jaramillo y los lugares en los que dejó huella como el Plan de Cerro Prieto, el cerro de La Tortuga de Tetelpa, los campos de cultivo de azúcar, las simbólicas palmeras que dan el referente de Zacatepec, la toponimia del municipio de Tlaquiltenango, grecas tlahuicas, las ruinas de Xochicalco, así como una estela de muerte; además de usar los colores negro y rojo como símbolo de huelga en alusión a la lucha de los obreros del ingenio azucarero Emiliano Zapata de Zacatepec.

Ni en la historia local oficial ni en el calendario cívico figura el 23 de mayo de 1962 como el día en que fue asesinado el último luchador social y agrario que dio la Revolución Mexicana.