La última llamada de Isaías

Yesenia Daniel

Jojutla, Morelos; 16 de mayo de 2019. A las cinco con treinta nueve minutos de la tarde me llegó el mensaje que estaba esperando, tomé mi mochila con mi cámara, mi cargador, identificación y teléfono; sentí como se me calentó la sangre al imaginar la escena de llantos y dolor, y la infinita duda de los deudos del por qué.

Uno nunca está preparado para la desgracia, en los últimos años se ha presentado de mil formas y siempre es igual de triste ver a familias que sufren por la pérdida de un ser querido.

En Jojutla, un pueblo agrícola y pequeño, el termómetro marcaba los 35 grados Celsius, es 10 de mayo; y en la Fiscalía regional sur había un pastel que había sido regalado o comprado para regalar, lo sostenía una mujer cuyo hijo había sido asesinado apenas unas horas antes y minutos después de que hiciera una llamada: «felicidades mami, feliz día».

Es día de asueto, las oficinas de la Fiscalía regional están entre campos de cultivo, alejadas de los restaurantes en donde mariachis tocan las mañanitas o “hermoso cariño” para festejar el Día de las Madres; el lugar está vacío, los únicos que están ahí son familiares de algunos de los trabajadores del Centro Federal de Reinserción Social (Cefereso) femenil de la comunidad de Michapa del municipio de Coatlán del Río; algunos otros familiares llegaron al día siguiente a Morelos para recoger los cuerpos de sus seres queridos.

Había silencios largos, sólo interrumpidos por los ataques de llanto y sollozos, y las maldiciones al aire.

-«Allá en Puebla hay problemas pero no como aquí, yo le decía que se regresara a la casa»-

-«Que calor hace aquí»-

«Taka taka taka taka», las teclas virtuales de un teléfono brincan por la pantalla, los dedos se mueven rápido, la boca está reseca, la incredulidad y el asombro no dan paz a los deudos.

-“Tengo rabia y tristeza”, decía un hombre de pie que soltaba lágrimas con los ojos enrojecidos.

Las familias trataban de atar cabos, de encontrar un motivo a la desgracia que estaban pasando.

«Me llamó a las 7 de la mañana. Me llamó para felicitarme. «Felicidades mami, feliz día», fue la última llamada que Isaías, un criminólogo muerto a balazos el pasado 10 de mayo en el municipio de Puente de Ixtla junto con otros 3 de sus compañeros.

A las 7:20 de ese diez de mayo la estadística violenta en Morelos sumó un hecho rojo más, el Día de las Madres despertaba mal, arrebatando la vida a 4 personas y dejando heridas a otras 4, eran trabajadores administrativos del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso)

Un grupo de hombres a bordo de un automóvil color rojo con placas del Estado de Guerrero, le dio alcance a un autobús que transportaba al personal. Los cadáveres quedaron tendidos sobre la acera, justo a los pies del monumento a la madre, afuera de la oficina del DIF municipal, en la calle No Reelección de la colonia Emiliano Zapata.

Tras el ataque, la policía reportó la localización del automóvil color rojo con placas HCZ 1885 quemándose en el paraje Los Suspiros del poblado San Gabriel Las Palmas, municipio de Amacuzac; el carro quedó totalmente calcinado.

Las pequeñas pláticas de los familiares rompían el silencio, hablaban de lo que sus familiares les contaban de sus experiencias entre compañeros, había un poco de risillas y consuelo entre lágrimas y sollozos.

El pasado lunes hubo una manifestación de parte de trabajadores del Cefereso femenil de la comunidad de Michapa, dijeron tener miedo y demandaron al gobierno federal darle las garantías para realizar su trabajo, con tristeza relataron los últimos momentos vividos ese día, cuando suplicaron a quienes les arrebataron la vida, por favor no hacerlo.