El Chamuco en el Ocampo (ficción, pero casi realidad)
Por Máximo Cerdio
–¡Ya afloja, pinche Lámpara, le quieres dar cran sola!
–Aguanta, mi Topi, nomás le doy otro jalón, porque se me va, se me va…
El humo de la hierba mutó de rojo a café y luego blanco, le salieron verdes alas del cigarro. Ascendió liberado, y convertido en ave Fénix buscó una salida de aire, algún resquicio, y voló hacia la salida. En Rayón ni siquiera se dio cuenta que había dejado el cubo del edificio, simplemente explotó acribillado por millones moléculas de oxígeno.
–¡Sasasa,sasasá! Ésta ha de ser de la que fuma Graco, mi Cris!
–Simondor. Me la trajeron desde la meritita tierra del vato que lincharon en Teterla del Volcán. ¡Prexte, mi Topi, pa’ matarla!
–Cámara, mi Cris, ai se la encargo.
Doña Lámpara recibió como si recibiera algo sagrado las ultimas pestañas del chamuco, se persigno y le dio el ultimo jalón al toque. Lo que había sido un churro generoso expiró, como un dios que muere en pleno orgasmo.
La pareja salió del edificio a sus respectivas oficinas. No se preocuparon por limpiar el lugar donde había consumido el enervante porque el recinto estaba en reparación por las afectaciones del sismo del 19 de septiembre de 2017.
El humo último de la bacha quedó desorientado como un niño en la oscuridad, hasta que lo encontraron los inspectores de Protección Civil de Cuernavaca ese mismo miércoles 15 de agosto de 2018, según consta, de manera literal, en el acta de inspección que fundamentó la clausura del Teatro Ocampo:
“Cabe señalar que las personas que nos acompañaron observaron en el área de tercer nivel residuos de vegetal verde, así como un fuerte olor característico a marihuana…”