Máximo Cerdio “el poeta de la lente”, expondrá su fotografía en Chicago

De la colección «Muñecas para ciegos», de Máximo Cerdio.

 

Yesenia Daniel

 

Jojutla, Morelos; 11 de junio de 2018. Máximo Cerdio Gordillo (Huixtla, Chiapas, 1964) relata cómo empezó su gusto por la fotografía: sucedió cuando las circunstancias lo orillaron a salir a la calle a reportear en Cuernavaca hace más o menos cinco años; sin embargo, su formación creativa ha sido de toda la vida; autor de varios libros como “Susana San Juan” (La nave de papel, Bacalar, Quintana Roo, 1996) o su más reciente poemario “Mar íntimo” (Lengua de Diablo, Cuernavaca, Morelos; 2017), entre otros; Máximo encontró la forma de convertir la imagen en poesía, pero no en poesía estética, las imágenes del fotoperiodista no versan sobre lo bonito, sino todo lo contrario, de lo cotidiano que puede ser brutal y lo brutal que se ha convertido en algo cotidiano.

 

Bebedor imperdonable de café que le recuerda su niñez en Chiapas, Máximo Cerdio, se avecindó en Cuernavaca hace unos diez años, en donde las opciones de trabajo se redujeron considerablemente, y lo más viable, lo más acercado a las letras, fue el periodismo.

 

La mayoría de las imágenes captadas a través de su lente han sido antes, durante o después de coberturas periodísticas, de revueltas sociales, de manifestaciones pacíficas y violentas, de levantamiento de cadáveres, de asesinatos, o de la súplica de colectivos de familiares de víctimas de violencia que claman justicia a los gobiernos; un escenario violento en Morelos que cada día alcanza niveles que hace años nunca se hubieran imaginado.

 

“Lo que mucha gente no sabe es que yo no puedo presumir, como lo podrían hacer muchas otras personas, que desde niño, mi papá me enseñó a agarrar la cámara fotográfica y que me traía para acá o para allá, o que vi mucha fotografía; yo no puedo presumir de eso la verdad; tiene aproximadamente unos cinco años que yo tomé consciencia de lo que podía hacer con la cámara fotográfica, y lo que yo descubrí es que, es un lenguaje distinto a la poesía, a la narrativa, y que a través de esta herramienta yo podría expresar mi visión de mí mismo, del mundo y de la relación que hay de las cosas conmigo, entonces yo me veía ahí y me gustó eso”, comenta.

 

Máximo Cerdio Gordillo, Huixtla, Chiapas; 1964

 

Por el momento, Cerdio se desenvuelve en el mundo del fotoperiodismo, pero su visión poética lo mueve a buscar lo que otros ojos no están acostumbrados a ver entre los escenarios sociales, lo mueve lo humano y las emociones que provoca; siempre en busca de “su” foto.

 

La fotografía del poeta no es de esencia comercial, no busca lo que a otros les gustaría tener en la sala de su casa, es más, su fotografía incomoda a muchos sectores de la sociedad y enoja a espectadores que no encuentran lo bonito en sus fotos; pero cae en este juego de lo humano y lo brutal que se convierte en una composición poética, una pieza que conmueve.

 

En esa búsqueda permanente de entenderse con el mundo que lo rodea, Máximo Cerdio, es un niño que sale a jugar con su juguete, y regresa a su casa para mirar en casa lo que ha conseguido, lo postea en Facebook y así ha sido como su trabajo empezó a ganar adeptos.

 

Uno de ellos fue el artista Ernesto Marenco, que quedó enganchado con la fotografía urbana de Cerdio; fue Marenco quien lo invita a exponer a la galería Zhou B Art Center, en Chicago, Illinois; en el Ciclo de Fotografía Contemporánea Mexicana, organizada por Sergio Gómez y Ernesto Marenco.

 

El artista chiapaneco participa con dos series fotográficas: “De las distintas formas de abandono”, y “Muñecas para ciegos”, cuya inauguración será este viernes 15.

 

“De las distintas formas de abandono” está integrada por 18 fotografías de personas, cosas, animales en diferentes situaciones. Se muestran las diferentes maneras en que alguien o algo que debería estar acompañado o lleno, ahora está sólo o vacío.
Cada una de las 18 fotografía nos cuentan una historia latente con sus personajes, tiempos, lugares y circunstancias. Si el espectador se acerca y detiene lo suficiente, es posible que pueda construir su propia historia, a veces autobiográfica.


“Muñecas para ciegos” consta, asimismo, de 18 imágenes que corresponden a un tiempo y lugar determinado. Se trata de juguetes reciclados localizados en una chinampa, en la delegación Xochimilco, en la Ciudad de México. Documenta varias muñecas recicladas, con deformaciones y gestos terroríficos, que los dueños de ese lugar han instalado para atracción de turistas, pero que, en su origen, fueron atesoradas por el dueño original, Julián Santa Ana Barrera, quien vivió allí desde los años setenta y murió a la edad de 80 años.

 

Para poder entender la composición fotográfica, Máximo dice que tuvo que ver mucha fotografía sin discriminar nada, “tragándose todo”, y reconoce a amigos cercanos como sus maestros que le enseñaron de manera desinteresada,  técnica y ejercicios, como Tony Rivera, Enrique Torres Agatón y Lázaro Sandoval.

A través del metalenguaje y la composición, y conmoviendo incluso más con lo que a veces no se ve, Máximo alcanzó su equilibrio entre ambos lenguajes.

 

“Creo que mi idea es conmover, eso qué quiere decir; conmover es mover con, mover los sentimientos de una persona, mover la inteligencia de un persona a través de una imagen, una imagen fotográfica, una imagen poética, una imagen que yo trabajo en lo escrito también, entonces todo lo que yo conozco después de 30 años de ejercicio en la poesía y en literatura, todo está trasladado hacia lo fotográfico, no puedo desvincular de ninguna manera la poesía con la fotografía, son una misma cosa”, indicó.