Museos morelenses, entre el abandono y la destrucción
Por Gustavo Yitzaack Garibay
Fotos: Gustavo Yitzaack Garibay
Cuernavaca, Morelos; 10 de mayo de 2018. La Secretaría de Cultura de Morelos, con clara injerencia de Graco y de su esposa Elena Cepeda, fue incapaz de consolidar una política pública que atendiera con seriedad y presupuesto equitativo el desarrollo cultural comunitario. Un ejemplo fehaciente es el abandono de la infraestructura cultural del Estado, específicamente la red de museos creada por el Instituto de Cultura de Morelos que este año cumpliría 3 décadas. Las pruebas están ahí, cuando uno observa el desmantelamiento de las unidades informativas y de interpretación histórica en el Centro Cultural Jardín Borda. No sabemos del paradero de las colecciones integradas por arte religioso, mobiliario colonial y austriaco de los siglos XVIII y XIX, entre ellas 2 portavelas en bronce que Napoleón regaló a Maximiliano y Carlota en su ajuar de boda; marfiles; porcelana de la Compañía de Indias, pintada a mano con estilo europeo y chino; copias de documentos de José María Morelos y Pavón, así como obra del pintor valenciano Salvador Tarazona.
Inadmisible es lo que ha sucedido durante estos casi 6 años, con el abandono sistemático del Museo del Agarismo ExHacienda de Chinameca en Ayala, el Museo Mariano Matamoros en Jantetelco, el Museo de la Revolución del Sur Cuartel Emiliano Zapata en Tlaltizapán, el Museo de la independencia El Sitio en Cuautla, el Museo Casa Zapata en Anenecuilco, Ayala. Después del sismo del 19-09-17 pasó hasta un mes para que la secretaria de cultura, Cristina Josefina Faesler Bremer, y el Irresponsable de Museos, José Guadalupe García Valtierra, se hicieran presentes en algunos de los espacios citados. El gobierno estatal relega responsabilidad absoluta en el INAH Morelos. Esto no solo evidencia incapacidad sino desconocimiento en sus competencias de acuerdo a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos.
Es cierto que en Cuernavaca, ni en cualquier ciudad, sobran los museos ni los espacios para el desarrollo cultural y artístico, pero hay otros en comunidades y municipios morelenses que requieren atención urgente, muy urgente. Algunos inmuebles están en peligro de desaparecer. Esto sin contar la falta de apoyo y subsidio a los museos comunitarios que nunca voltearon a ver: Tlayacapan; Museo del Chinelo de Yautepec; San Esteban Tetelpa en Zacatepec; de restos fósiles y arqueológicos en Chimalacatlán dentro la Sierra de Huautla y el Museo Rubén Jaramillo en Talquiltenango; Museo del Campesino Dr. Emeterio González Orduña en Xochitepec; Santa María Aguacatitlán en Cuernavaca; El Fuste en Quebrantadero, Axochiapan; y El Sitio en la zona arqueológica de Chalcatzingo, Jonacatepec, impulsado por el Grupo de Ejidatarios A.C.
Casi todos esos espacios están abiertos al público de manera gratuita o por cooperación y su mantenimiento, custodia y mantenimiento corre a cuenta de sus integrantes y algunos voluntarios, muchos de ellos jóvenes interesados en el desarrollo turístico y cultural de sus pueblos. La mayoría de los impulsores de estas iniciativas y proyectos han formado parte de procesos de constitución de las memorias colectivas y de resistencia y defensa del patrimonio cultural desde las comunidades. ¿Cuántas exposiciones se han realizado en los municipios? ¿Cuántas galerías o salas de exposiciones se han inaugurado en municipios durante la administración de una familia que quiere continuar en el poder? ¿Se acuerdan de la tomada de pelo de la magna exposición Darwin? No olvidamos la promoción amarilla y negra por doquier con el propósito de favorecer a los candidatos perredistas en las elecciones intermedias.
En la trayectoria de vejación a comunidades, actores y procesos culturales, destaca el gesto desdeñoso del gobierno del Estado y del Ayuntamiento de Yautepec que, ignorando el trabajo de investigación, conservación y divulgación de los integrantes de Museo del Chinelo de Yautepec A.C, determinaron la creación de un museo del chinelo en donde todavía están las oficinas del palacio municipal. A casi dos años de que fuera anunciado con bombo y platillo, del proyecto cuyo presupuesto de acuerdo con lo difundido en medios asciende a 16 millones de pesos, no sabemos quién de los expertos en el tema será el responsable del proyecto en términos museológicos y museográficos. No hay transparencia ni rendición de cuentas.
Lo cierto es que se acabó el sexenio y que nunca les importaron las comunidades, ni los museos ¿Y cómo podrían haberles interesado si ellos no conocen nuestra historia y ni pertenecen a nuestras comunidades? No digo que debieron haber nacido aquí. Decir que no había inteligencia o que no sabían cómo hacerlo les exculparía. Faltó voluntad y sensibilidad. No hubo visión, se obnubilaron en las obras de relumbrón. Los ejemplos sobran: comenzaron con el desmantelamiento de la colección de arte popular y la destrucción del Centro Regional de Innovación de Desarrollo Artesanal (CRIDA) y crearon el Museo Morelense de Arte Popular (MMAPO), flamantemente inaugurado extrayendo los paneles de vidrio de Chinameca e ignorando la colección de arte popular morelense integrada por el insigne Guillermo Helbling, muestra de que no es necesario ser morelense para amar Morelos ¿cómo olvidar a las mujeres indígenas artesanas de Cuentepec sosteniendo los listones para que el pequeño virrey su corte inaugurara un espacio cuya estética corresponde al modelo interceramic?; el Centro Cultural Teopanzolco, compromiso de Peña Nieto, que por la voracidad de Graco fue arrebatado de las manos al Ayuntamiento de Cuernavaca; el Museo Morelense de Arte Contemporáneo Juan Soriano que fue inaugurado aún sin estar acabado, -cuya conveniente adquisición de la colección que estuvo embodegada y bajo la lluvia en el Borda, deriva de una relación de amistad entre Elena Cepeda y del viudo de Soriano, Marek Keller- y que desde no muy lejos vemos los tinacos y aires acondicionados apreciamos desde la recientemente remodelada calle de Gutemberg y en el futuro a través de las galerías y la terraza del Palacio de Cortés-Museo Regional Cuauhnáhuac; el Centro de Desarrollo Comunitario Los Chocolates en la Colonia Carolina de Cuernavaca es otro ejemplo de centralización pues lo usual en los programas de SEDESOL-SEDATU es que sean los ayuntamientos quienes operen este tipo de espacios y más en este caso en que el ayuntamiento aportó de sus recursos federales. Hoy, en el agandalle ni la toponimia aparece. Sobran los ejemplos de la Benning Academia de Música en la antigua Estación de Ferrocarril de Cuernavaca la operación de los recursos en los trabajos de rehabilitación del Centro Histórico de la Plaza de armas o Emiliano Zapata.
l sabotaje al gobierno de Morales Barud y la persecución al exalcalde Cuauhtémoc Blanco de Cuernavaca fue contra la ciudad y contra los morelenses. El único proyecto que ha importado es el de sus aspiraciones y el de su continuidad, ambición encubierta de “grandes obras”. Por eso veremos al hijastro del gobernador en la boleta electoral. Sueños de un pequeño virrey que, con su familia y sus “cuates”, convertidos en legión no han dejado de mostrar su profundo desprecio hacia los morelenses. A lo largo de nuestra historia, los morelenses hemos reconstruido este Estado de los escombros. Ha sido una invasión bárbara, un saqueo justificado bajo la impostura y la falsa impronta de la renovación y el desarrollo visto desde la obra pública. Hoy es un día menos.
En ese sentido, las propuestas de Rodrigo Gayosso para crear el “primer Museo de la Revolución Mexicana en la capital del Estado, conmemorando los cien años de la partida de nuestro general Emiliano Zapata Salazar” (SIC, Zapata fue asesinado el 10 de abril de 1919) ,y de Víctor Caballero de crear el Centro Estatal para la Cultura y las Artes de los Morelenses en el Museo Juan Soriano, “emblema de la corrupción y del dinero mal gastado de los morelenses” están fuera de lugar porque son caprichosas, verticales, por lo tanto centralistas. Son ocurrencias que además de evidenciar su ignorancia sobre el estado que guardan los procesos en los territorios culturales de Morelos, representan la posibilidad de continuar agraviando esfuerzos desde la sociedad civil y de las comunidades, un agujero en la turbia niebla de la corrupción e impunidad que de por sí vivimos.
En Morelos hay más de 15 mil artistas, artesanos y creadores y 2 instituciones de educación artística: el Centro Morelense de las Artes y la Facultad de Artes de la UAEM; 80 centros culturales. Algunos de ellos cerraron después del sismo. Nuestro Estado cuenta con sólidos cuadros de promotores, gestores y administradores culturales que se han formado y profesionalizado a lo largo de las últimas décadas, gente que conoce el territorio, que lo ha caminado y se ha vinculado formando parte de los procesos de fomento a las artes y de reconocimiento de nuestro basto y diverso patrimonio cultural.
La Secretaría de Cultura de Morelos debe conformarse con toda esa gente que ha trabajado en beneficio del desarrollo cultural de Morelos y no a partir de decisiones partidistas derivadas de cuotas de poder oportunismo político. Ante la omisión del Ejecutivo estatal y de las legislaturas LII y LIII, es necesario que sea aprobada la ley de cultura impulsada por la ciudadanía a través del Movimiento Cultura 33. Que no se les olvide, Cuernavaca no es Morelos. No habrá proyecto cultural serio si no se cimenta en la reconstrucción y restauración de nuestro patrimonio cultural, en su dignificación y puesta en valor que no monetarización, y en la descentralización de bienes y servicios a través de políticas públicas y en la distribución de presupuestos equitativos.
¿Cuál es el papel de la cultura en la agenda de los candidatos? ¿Ya conocen el estado de afectación que guardan cientos de monumentos históricos? ¿Quién los asesora? ¿Quién, cómo y con qué credenciales de legitimidad ocupará las oficinas del número 239 en la calle Hidalgo durante el próximo sexenio?
Merecemos seriedad señores, propuestas claras, no ocurrencias ni caprichos.