Guardianes de la tierra llevan ofrenda a los airecitos en el huentle

 

Yesenia Daniel

Jojutla, Morelos; 23 de mayo de 2018. El mensaje me llegó el sábado por la tarde: “a las 5:30 nos reuniremos en la parte alta y a las 6:00 inicia la subida, los espero con un café”, la maestra Maritza Álvarez, se encargaría de llevar el ritual a los airecitos en el cerro del verdecito o Cerro del Higuerón, en donde los abuelos se han encargado de llevar una ofrenda a los cuatro señores de los vientos que se juntan en este lugar para soplar y que haya buen temporal.

El huentle es la ofrenda que se le lleva a los señores del viento para que traigan las nubes y generen la lluvia y haya buen temporal no sólo para los campesinos, sino para todo mundo. Se le pide a los señores del viento, de una manera muy encarecida, enviar sus dotes para que la lluvia fertilice la tierra y broten los frutos. Que no llueva mucho ni poco y que los vientos no azoten a las ya de por sí, lastimadas familias de Jojutla.

La creencia de ofrecer comida, bebida, la luz de las candelas, danzas y cantos, es de raíces indígenas, en una construcción de la visión cosmogónica de las culturas prehispánicas y en el respeto a los elementos naturales: aire, viento, fuego, lluvia; y todo ser vivo que hay en el planeta.

Huentle7

Mientras uno está en su cama, no se imagina que un domingo mucho antes del amanecer, una tercia de sabios está interviniendo con los airecitos para que haya buen temporal, ofreciendo mole verde, cigarros, chocolate, copal y tequila para tenerlos contentos. La ofrenda se deja en la tercera joroba del cerro, en donde se juntan los vientos y toman fuerza para llegar a otros lugares.

En esta ocasión se juntaron tres maestros de los pueblos originarios del sur: Inocencia Pérez Caballero, jefa de sahumadoras de Alpuyeca, Maurilio González, jefe de los lugares sagrados de Alpuyeca y José García, el abuelo de la tradición del huentle, también de Alpuyeca.

Después de bajar del cerro a eso del mediodía, la maestra Maritza Álvarez, tiene una petición para su familia: “el día que yo muera me van a incinerar y van a arrojar mis cenizas ahí donde están los airecitos para que así, yo siga danzando con los airecitos”.