Miguel Ángel y los dulces
Por Máximo Cerdio
Todos los días, desde la cinco de la tarde hasta que oscurece, Miguel Ángel Avilez
Herrera y su mamá Yazmín Alejandra Herrera Carvallo llegan a Plaza de Armas a
vender dulces.
Él va adelante, sobre su silla de ruedas desvencijada y lleva en el regazo una
cajita de dulces; su mamá lo empuja.
Vienen caminando desde la colonia Jiquilpan, porque las rutas se niegan a traerlos
y el autobús para personas con discapacidad pasa lejos de donde viven y no es
muy regular; tampoco pueden venir en taxi porque no pueden gastar en esos
“lujos”.
Miguel Ángel tiene distrofia muscular de Becker, una enfermedad que causa
debilidad progresiva y atrofia de los músculos esqueléticos y del corazón.
Según Yazmín Alejandra, su niño, que ahora tiene diez años, comenzó a enfermar
a los dos años:
“Nos dimos cuenta porque cuando caminaba se le iban los pies ´chuecos´ y se le
cerraban las manos, fue muy rápido. Entonces comenzamos buscar diagnósticos,
tuvimos que buscar acá en Morelos y en la Ciudad de México; los estudios nos
costaron más de veinte mil pesos, el DIF nos ayudó con cinco mil y lo demás
nosotros lo conseguimos con nuestra familia y nuestros amigos”.
El niño y su mamá son ya conocidos entre las personas que por las tardes van a
tomar el “fresco” bajo los árboles del zócalo de la ciudad, les compran dulces y
platican con ellos.
Con lo poco que ganan vendieron dulces contribuyen para los gastos del pequeño
que requiere 7 mil quinientos pesos al mes: tres sesiones de terapia a la semana,
cada una con un costo de 500 pesos, además de una vitamina que cuesta mil
pesos y que debe aplicarse cada mes para que le ayude a estimular la masa
muscular.
“Para nosotros como familia es bastante complicado porque además de Miguel
Ángel, tengo dos niños más. Mi esposo realiza manualidades con madera ygana
algo de dinero, pero es muy poco, no ajusta, se está recuperando de un accidente
que tuvo en enero de este año. Él es herrero, trabajaba en Saltillo, en un edificio y
se cayó. Yo tuve que ir por él y traerlo. Perdió un dedo y se golpeó muy fuerte,
perdió la memoria y apenas se está recuperando. Yo trabajaba en un restaurante,
pero con mi esposo accidentado y ni hijo con discapacidad tuve que dejar el
trabajo, ahora me dedico a cuidarlos, le doy terapia a los dos y cuido a mis hijos
pequeños. Mi suegra nos ayuda poco, es una persona de la tercera edad y no
puede ayudar mucho, pero nos ayuda en lo que puede”.
Miguel Ángel no va a la escuela. Sus papás no lo inscribieron este ciclo escolar
porque no pueden pagar escuelas especiales y en las del gobierno no dan
rehabilitación. Su mamá le da terapia todos los días y cuando logran juntar el
dinero lo lleva a rehabilitación, antes lo llevaba al Centro de Rehabilitación Integral
Municipal (CRIM) localizado en la colonia El Vergel, pero lo cambiaron al municipio
de Emiliano Zapata y no tienen dinero para transportar al niño y su silla de ruedas,
que cada vez le queda más chica y necesita mantenimiento, pero “hay otras cosas
urgentes como las terapias y las medicinas”.
Antes de las nueve de la noche, Miguel Avilez, papá de Miguel Ángel llega por su
hijo y su esposa, aunque a veces, por la enfermedad, no puede ir y Yazmín tiene
que regresar sola con su hijo hasta su casa en Jiquilpan.
Quien desee ayudar a esta familia puede ir directamente a Plaza de Armas, de las
17 horas en adelante o puede llamar a casa de la abuela al teléfono de su casa
(52-01- 777-102 16 94); o puede depositar en la Cuenta Saldazo
5512382334093012, en cualquier tienda Oxxo.
Publicado en La Unión de Morelos, el 9 de abril de 2017. https://www.launion.com.mx/morelos/sociedad/noticias/122705-miguel-angel-y-los-dulces.html